San Ireneo, padre y doctor de la Iglesia, "Doctor unitatis", fue obispo de Lyon, puente de la Iglesia de Occidente y Oriente, y luchador contra las herejías.
El 28 de junio la Iglesia celebra la memoria de San Ireneo de Lyon, Padre y Doctor de la Iglesia bajo el título de “Doctor unitatis”. Fue discípulo de San Policarpo, que a lo vez lo fue del apóstol San Juan. Es considerado el mayor escritor cristiano del siglo II y como obispo de Lyon combatió la herejías a la vez que buscaba con ahínco la unidad de los cristianos en torno a Roma, por lo que fue un defensor de la Tradición apostólica como símbolo de la unidad.
¿Quién en San Ireneo de Lyon, «martillo de herejes»?
San Ireneo nació en alguna localidad de Asia Menor, se cree que Esmirna (actual Turquía) en torno al año 125. Recibió una sólida formación en Biblia, Filosofía, pero también en literatura. De hecho, citaba a menudo a Homero. Fue discípulo de San Policarpo, quien a su vez fue discípulo de San Juan el Evangelista. Llegó siendo sacerdote a Lugdunum, en la Galia de entonces y actual Lyon (Francia), donde llegó a ser su obispo entre el año 189 y el 202, fecha aproximada de su muerte.
San Ireneo destacó por su capacidad de diálogo y de tender puentes con los filósofos neoplatónicos a la vez que arremetía con contundencia contra las sectas gnósticas, su gusto por el misterio y el hermetismo y los conocimientos supuestamente "ocultos y profundos". Para los gnósticos, quien salvaba al hombre (o al menos a su alma, porque hablaban con desprecio del cuerpo) no era Dios, ni Cristo, ni llevar una vida virtuosa, sino tener acceso a un conocimiento secreto, sólo para elegidos, que aseguraba "poder" en esta vida y "perdurar y progresar" en la otra. Ireneo denunciaba no solo sus doctrinas falsas sino sus prácticas sectarias y abusivas.
Frente a los gnósticos y sus inventos fue -como diría Menéndez Pelayo, "martillo de herejes", defendió a la Iglesia, que es la misma en todo el mundo y transmite en todas partes la misma doctrina: "La Iglesia recibió esta predicación y esta fe, y, extendida por toda la tierra, con cuidado la custodia como si habitara en una sola familia. Conserva una misma fe, como si tuviese una sola alma y un solo corazón (Hech 4,32), y la predica, enseña y transmite con una misma voz, como si no tuviese sino una sola boca. Ciertamente son diversas las lenguas, según las diversas regiones, pero la fuerza de la Tradición es una y la misma. Las iglesias de la Germania no creen de manera diversa ni transmiten otra doctrina diferente de la que predican las de Iberia o de los celtas, o las del Oriente, como las de Egipto o Libia, así como tampoco de las iglesias constituidas en el centro del mundo".
En época de la persecución de Marco Aurelio, Ireneo visitó al Papa Eleuterio en Roma como embajador de los que pedían al Papa tratar con suavidad a los montanistas de Frigia. Al volver de Roma, empezó su servicio como obispo de Lyon. Muchos de sus libros se han perdido, pero se ha conservado por completo su contundente tratado contra los gnósticos Contra los Herejes. Describía sus doctrinas sobre pléromas, ogdóadas, eones y demiurgos y las refutaba, señalando sus absurdos. En fechas posteriores se descubrió en una versión en armenio su libro Exposición de la predicación apostólica, quizá el catecismo más antiguo que conservamos.
Siempre se sospechó que murió mártir, hacia el año 200, pero no hay tradición que lo describa con firmeza. Fue enterrado con otros mártires en una cripta en Lyon. La tumba o santuario fue destruida por los calvinistas en 1562 y parece que así desaparecieron sus últimos restos corporales (reliquias), aunque el lugar y sus altares y santuario aún se pueden visitar
¿Por qué San Ireneo es el “Doctor unitatis”?
San Ireneo de Lyon es de los poco más de treinta miembros que la Iglesia ha declarado doctores de la Iglesia, el mayor reconocimiento que la Iglesia puede otorgar a un santo, pues los reconoce como maestros para los católicos de todo tiempo, por haber influido especialmente en la Teología y haber permitido un progreso relevante en la fe, sentando las bases de la doctrina o interpretando de manera esclarecedora los campos de la Revelación.
“San Ireneo de Lyon, procedente de Oriente, ejerció su ministerio episcopal en Occidente: fue un puente espiritual y teológico entre los cristianos de Oriente y Occidente. Su nombre, Ireneo, expresa esa paz que viene del Señor y que reconcilia, restaurando la unidad”, expuso el Papa en el decreto.
El año anterior, en 2021, Francisco explicaba en una audiencia con los miembros del Grupo mixto de trabajo San Ireneo que “su nombre, Ireneo, lleva la impronta de la palabra paz. Sabemos que la paz del Señor no es una paz ‘negociada’, fruto de acuerdos para proteger intereses, sino una paz que reconcilia, que restablece la unidad. Esta es la paz de Jesús. Cristo -escribe el apóstol Pablo- ‘es nuestra paz, […] el que hizo uno de dos, derribando el muro de separación, es decir, la enemistad”. Es por este motivo por el que San Ireneo ha sido declarado doctor de la Iglesia con el título de “Doctor unitatis”.
En ocasiones, como en este caso, el Papa puede conceder al santo un título. En la historia hay varios precedentes. Así, por ejemplo, San Alberto Magno es “Doctor universalis; Santo Tomás de Aquino es “Doctor Angélico”; y Santa Teresita de Lisieux es “Doctor amoris”.
¿Por qué se considera a San Ireneo como inspirador de paz?
En griego el propio nombre de Ireneo significa pacificador. Que San Ireneo fuese un infatigable luchador contra las herejías no significa que también fuera un gran promotor de la paz, también en el seno de la propia Iglesia. Un hecho de su vida lo demuestra, donde sirvió de mediador entre un grupo de cristianos y el propio Papa. En vista de que los cuartodecimanos se negaban a celebrar la Pascua de acuerdo con la costumbre occidental, el Papa Víctor III los había excomulgado y, en consecuencia, existía el peligro de un cisma. Ireneo intervino en su favor. En una carta bellamente escrita que dirigió al Papa, le suplicaba que levantase el castigo y señalaba que sus defendidos no eran realmente culpables, sino que se aferraban a una costumbre tradicional y que, una diferencia de opinión sobre el mismo punto, no había impedido que el Papa Aniceto y San Policarpo permaneciesen en amable comunión. El resultado de su embajada fue el restablecimiento de las buenas relaciones entre las dos partes y de una paz que no se quebrantó. Después del Concilio de Nicea, en 325, los cuartodecimanos acataron voluntariamente el uso romano, sin ninguna presión por parte de la Santa Sede.
¿Por qué San Ireneo fue un precursor de la defensa de la Tradición?
En su batalla contra el gnosticismo que amenazaba con destruir el cristianismo, San Ireneo hizo una defensa de la fe transmitida por los apóstoles, del símbolo de la fe, y de lo que era la Tradición, a pesar de la juventud de la Iglesia en el siglo III. En una catequesis pronunciada en 2007, Benedicto XVI explicaba de manera magnífica este hecho.
“El Evangelio predicado por san Ireneo es el que recibió de san Policarpo, obispo de Esmirna, y el Evangelio de san Policarpo se remonta al apóstol san Juan, de quien san Policarpo fue discípulo. De este modo, la verdadera enseñanza no es la inventada por los intelectuales, superando la fe sencilla de la Iglesia. El verdadero Evangelio es el transmitido por los obispos, que lo recibieron en una cadena ininterrumpida desde los Apóstoles. Estos no enseñaron más que esta fe sencilla, que es también la verdadera profundidad de la revelación de Dios”, recordaba el Papa.
La Iglesia de Roma, preeminente y antiquísima, se sustenta en las columnas del colegio apostólico, Pedro y Pablo. Y de ahí, la férrea defensa que Ireneo hizo de la Tradición Apostólica y que Benedicto XVI resumió en tres puntos:
1. La Tradición apostólica es "pública", no privada o secreta. Para san Ireneo no cabe duda de que el contenido de la fe transmitida por la Iglesia es el recibido de los Apóstoles y de Jesús, el Hijo de Dios. No hay otra enseñanza.
2. La Tradición apostólica es "única". Mientras el gnosticismo se subdivide en numerosas sectas, la Tradición de la Iglesia es única en sus contenidos fundamentales. Por ser única, crea unidad a través de los pueblos, a través de las diversas culturas, a través de pueblos diferentes; es un contenido común como la verdad, a pesar de las diferentes lenguas y culturas, recalca Ratzinger.
3. La Tradición apostólica es, como dice San Ireneo en griego, la lengua en la que escribió su libro, "pneumatikÖ", es decir, espiritual, guiada por el Espíritu Santo. No se trata de una transmisión confiada a la capacidad de hombres más o menos instruidos, sino al Espíritu de Dios, que garantiza la fidelidad de la transmisión de la fe. Esta es la "vida" de la Iglesia; es lo que la mantiene siempre joven, es decir, fecunda con muchos carismas. La Iglesia y el Espíritu, para san Ireneo, son inseparables.
En conclusión, el Papa insiste en que “san Ireneo no se limita a definir el concepto de Tradición. Su tradición, la Tradición ininterrumpida, no es tradicionalismo, porque esta Tradición siempre está internamente vivificada por el Espíritu Santo, el cual hace que viva de nuevo, hace que pueda ser interpretada y comprendida en la vitalidad de la Iglesia. Según su enseñanza, la fe de la Iglesia debe ser transmitida de manera que se presente como debe ser, es decir, "pública", "única", "pneumática", "espiritual". A partir de cada una de estas características, se puede llegar a un fecundo discernimiento sobre la auténtica transmisión de la fe en el hoy de la Iglesia”.
¿Es San Ireneo el primer gran teólogo?
Así lo cree el propio Benedicto XVI, uno de los grandes teólogos del siglo XX y XXI. En la catequesis que ofreció sobre este santo en 2007 señaló que las corrientes gnósticas tenían como elemento común el dualismo, “se negaba la fe en el único Dios, Padre de todos, creador y salvador del hombre y del mundo. Para explicar el mal en el mundo, afirmaban que junto al Dios bueno existía un principio negativo. Este principio negativo habría producido las cosas materiales, la materia”.
De este modo, Ratzinger aseguraba que este santo refutó este dualismo y pesimismo gnóstico. Pero no se quedó ahí, sino que San Ireneo fue más allá de la confutación de la herejía. “Se puede decir que se presenta como el primer gran teólogo de la Iglesia, el que creó la teología sistemática; él mismo habla del sistema de la teología, es decir, de la coherencia interna de toda la fe”, explicó el Papa alemán. Y por eso añadía: “en el centro de su doctrina está la cuestión de la "regla de la fe" y de su transmisión. Para san Ireneo la "regla de la fe" coincide en la práctica con el Credo de los Apóstoles, y nos da la clave para interpretar el Evangelio, para interpretar el Credo a la luz del Evangelio. El símbolo apostólico, que es una especie de síntesis del Evangelio, nos ayuda a comprender qué quiere decir, cómo debemos leer el Evangelio mismo”.
Madre Verónica, superiora de Iesu Communio, habla de San Ireneo.
¿Qué obras ha dejado San Ireneo al mundo?
San Ireneo escribió prolíficamente durante su vida y lo hizo en griego, donde trató temas de importancia vital para la fe cristiana. Sin embargo, ninguno de estos escritos ha llegado en su texto original aunque sí hay fragmentos citados por escritores posteriores como San Hipólito o San Eusebio. Tan sólo dos obras suyas completas han llegado a nuestros días.
La primera de ellas y más conocida es Contra las herejías (Adversus haereses). De esta gran obra de San Ireneo se posee una traducción muy antigua de total fiabilidad. Se trata de un tratado de cinco tomos que contiene una exposición detallada de las distintas formas de gnosticismo de su tiempo, a la vez que habla de las principales herejías que habían surgido entre las distintas comunidades cristianas. Es por ello una fuente de información de incalculable valor para conocer la literatura cristiana de los dos primeros siglos del cristianismo. De este modo, a la vez que Ireneo refuta las herejías presenta la verdadera doctrina.
La segunda obra íntegra que se conserva es Prueba de la Predicación apostólica. Fue descubierta a principios del siglo XX y se trataba de una antigua traducción literal en la lengua armenia. Fue escrita después de la gran obra de Ireneo. En esta obra el objetivo es confirmar la fe exponiendo la doctrina cristiana demostrando la verdad del Evangelio por medio de las profecías del Antiguo Testamento.
Oración a San Ireneo para la unidad de los cristianos
San Ireneo de Lyon destacó durante todo su ministerio por su defensa de la verdad y su intento en buscar la unidad de todos los cristianos, motivo por el cual luchó contra las herejías y por el cual el Papa le ha dado el título de “Doctor unitatis”. Esta es una oración para pedir la intercesión de este santo en favor de la tan necesaria unión de los cristianos”:
Oh Dios, que has llamado
al obispo san Ireneo
para confirmar la verdadera doctrina
y la paz de la Iglesia,
te rogamos que
a través de su intercesión,
y renovados en la fe y la caridad,
podamos estar siempre dispuestos
a promover la unidad y la concordia.
Por nuestro Señor Jesucristo,
Tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
ReL
Vea también Contra los Herejes - San Ireneo de Lión
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