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martes, 13 de diciembre de 2022

Evangelio del día

Evangelio según San Mateo 21,28-32.

Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
"¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: 'Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña'.
El respondió: 'No quiero'. Pero después se arrepintió y fue.
Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: 'Voy, Señor', pero no fue.
¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?". "El primero", le respondieron. Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios.
En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157)
abad cisterciense
Sermón 1 sobre San Juan Bautista, 2


“Juan dio testimonio de la verdad...Él era la lámpara que arde y alumbra.” (cf Jn 5,35)

    Esta lámpara, destinada a llevar la luz al mundo entero, me trae una alegría nueva porque, gracias a ella, he reconocido la luz verdadera que alumbra las tinieblas, pero las tinieblas no la han acogido...”(Jn 1,5) Te podemos admirar, Juan, tú el más grande de los santos. Pero imitar tu santidad nos es imposible. Tú te apresuras a preparar un pueblo bien dispuesto para el Señor entre los publicanos y los pecadores. Es necesario que les hables de una manera adecuada a su condición, con palabras más asequibles que el ejemplo de tu vida. Les propones un modelo de perfección no según tu vida, sino adaptado a la debilidad de las fuerzas humanas.
    “Dad, pues, fruto digno de conversión.” (Mt 3,8) Pero nosotros, hermanos, nos gloriamos de hablar mejor de lo que vivimos. En cambio, Juan, cuya vida es más sublime que lo que pueden comprender los hombres, sujeta su lenguaje a la capacidad de comprensión de sus oyentes. “Dad, pues, fruto digno de conversión.” “Os hablo de manera humana, en razón de vuestra debilidad en la carne. Si todavía no sois capaces de hacer el bien en plenitud, que se dé, por lo menos, en vosotros una auténtica conversión y arrepentimiento del mal. Si todavía no sois capaces de dar frutos de justicia perfecta, que por lo menos vuestra perfección consista en dar frutos de auténtica penitencia.”(EDD)

Oración

Aquí estoy, Señor, delante de ti,

con mi presente y con mi pasado a cuestas;

con lo que he sido y con lo que soy ahora;

con todas mis capacidades y todas mis limitaciones;

con todas mis fortalezas y todas mis debilidades.

Te doy gracias por el amor con el que me has amado,

y por el amor con el que me amas ahora, a pesar de mis fallas.

Sé bien, Señor, que por muy cerca que crea estar de Ti,

por muy bueno que me juzgue a mí mismo,

tengo mucho que cambiar en mi vida,

mucho de qué convertirme,

para ser lo que Tú quieres que yo sea,

lo que pensaste para mí cuando me creaste.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

con la luz de tu Verdad y de tu Amor,

para que yo me haga cada día más sensible al mal que hay en mí

y que se esconde de mil maneras distintas, para que no lo descubra.

Sensible a la injusticia que me aleja de Ti y de tu bondad

para con todos los hombres y mujeres del mundo.

Sensible a los odios y rencores

que me separan de aquellos a quienes debería amar y servir.

Sensible a la mentira, a la hipocresía, a la envidia, al orgullo,

a la idolatría, a la impureza, a la desconfianza,

para que pueda rechazarlos con todas mis fuerzas

y sacarlos de mi vida y de mi obrar.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

con la luz de tu Verdad y de tu Amor,


para que yo me haga cada día más sensible a la bondad de tus palabras,

a la belleza y la profundidad de tu mensaje,

a la generosidad de tu entrega por mi salvación.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

para que yo sepa ver en cada instante de mi vida,

lo que Tú quieres que yo piense,

lo que Tú quieres que yo diga,

lo que Tú quieres que yo haga;

el camino por donde Tú quieres llevarme, para que yo sea salvo.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

para que yo crea de verdad en el Evangelio, la Buena Noticia de tu salvación,

y para que dejándome llevar por Ti, trabaje cada día con mayor decisión,

para hacerlo realidad activa y operante en mi vida personal y en la vida del mundo

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

para que yo me haga cada día más sencillo,

más sincero, más justo, más servicial,

más amable en mis palabras y en mis acciones.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

para que Tú seas cada día con más fuerza,

el dueño de mis pensamientos, de mis palabras y de mis actos;

para que todo en mi vida gire en torno a Ti;

para que todo en mi vida sea reflejo de tu amor infinito,


de tu bondad infinita,

de tu misericordia y tu compasión.

Perdona Señor, mi pasado.

El mal que hice y el bien que dejé de hacer.

Y ayúdame a ser desde hoy una persona distinta,

una persona totalmente renovada por tu amor;

una persona cada día más comprometida Contigo

y con tu Buena Noticia de amor y de salvación.

Dame, Señor, la gracia de la conversión sincera y constante.

Dame, Señor, la gracia de mantenerme unido a Ti siempre,

hasta el último instante de mi vida en el mundo,

para luego resucitar Contigo a la Vida eterna. Amén.


«En Jesús de Nazaret, encontramos el rostro de Dios,

que ha bajado de su cielo, para sumergirse en nuestro mundo

y enseñar el «arte de vivir», el camino hacia la felicidad;

para liberarnos del pecado y hacernos plenamente hijos de Dios.

Jesús vino para salvarnos y mostrarnos la vida buena del Evangelio».

Benedicto XVI

















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