Evangelio según San Lucas 2,22-35.
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, |
como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. |
También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. |
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él |
y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. |
Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, |
Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: |
"Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, |
porque mis ojos han visto la salvación |
que preparaste delante de todos los pueblos: |
luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel". |
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. |
Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, |
y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos". |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
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San Buenaventura (1221-1274) |
Recibe al Niño en tus brazos
El Maestro de la perfecta humildad no se conformó, Él, quien es el igual al Padre en todo, de someterse a la más bella de las Vírgenes. Se sometió incluso a la Ley afín de redimir y liberar de la esclavitud de la corrupción a «aquellos que estaban bajo la ley, y de compartir la libertad y la gloria de los hijos de Dios» (Gal.4:5 y Rom.8:21). El quiso también que su Madre, aunque totalmente pura, observase la ley de la purificación. Redentor de todos, él mismo quiso ser redimido como primogénito, presentado en el Templo de Dios y quiso que una víctima fuese ofrecida por él en presencia de los justos que exultaban de alegría. |
Exulta tú también con ese santo anciano y con Ana. Corre ante la Madre y el Nino, y que el amor triunfe sobre la vergüenza, que el afecto espante el temor. Recibe al Nino en tus brazos, tú también, y di con la esposa: «lo abracé y no lo soltaré más» (Cant.3:4). Mantente con el santo anciano y canta con él: «Ahora, Señor, puedes dejar irse en paz a tu servidor, según tu palabra». (EDD) |
Oración
¡María, Madre de Bondad y Misericordia, quiero imitarte en todo para llegar a ser un buen hijo de Dios! ¡Acógeme, Señora, en el templo espiritual que es tu Corazón Inmaculado para impregnarme de la sabiduría de Dios y donde el corazón crece cada minuto en el amor a Dios y a los demás! ¡Sagrado Corazón de María me entrego a Ti y al Sagrado Corazón de Tu Hijo! ¡Te encomiendo también a aquellos que no conocen a Dios, cuyas almas están muertas y sus cuerpos magullados por el dolor, por aquellos que viven en la desesperanza, por los que no tienen fe, por los que están atrapados por el materialismo y el consumismo, por los que pasan por situaciones de oscuridad espiritual, por los que no tienen esperanza! ¡Entra en su corazón! ¡Y en este día, especialmente, quiero dar gracias al Señor por mis padres que fieles a su fe me presentaron en el templo el día de mi bautismo para que, en el caminar de mi vida, cumpliera la voluntad de Dios y mi cuerpo se convierta en morada del Espíritu Santo! ¡Gracias, Padre, por este regalo que me diste! ¡Te ofrezco a mi mujer y a mis hijos! ¡Hazlos tuyos, María! ¡Protégelos siempre, Señor! ¡Te pido también por todos los consagrados y consagradas del mundo entero y, especialmente, aquellos y aquellas que están cerca de mi corazón, para que sean fieles a Dios y al mensaje del Evangelio que testimonian con su vida y su ejemplo!
(orarconelcorazonabierto)
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