Amén. Francisco Responde
Están las finanzas, la fe, la emigración y el acoso. Pero sobre todo hay sexo. Y luego está María, la joven salida de la Iglesia que salva el espectáculo. Incluso para el Papa. Es María, ímpetu juvenil y fe vivida, quien devuelve profundidad humana a un momento que corre el riesgo de caer en la trampa de la espectacularización.
Por: Simone Varisco
(ZENIT Noticias – Caffe Storia / Roma, 11.04.2023).- «El sexo es una de las cosas bellas que Dios ha dado a la persona humana». Este es uno de los pocos pasajes que han pasado por la malla de la atención mediática internacional, junto a la retórica habitual de las «aperturas» de Francisco al mundo gay. Camisas que en muchos casos son anchas y de gustos nada refinados, pero que cuando se trata de la Iglesia aprietan inexorablemente.
El sexo (es) espectáculo
La ocasión es el documental «Amén. Francisco responde» (Cara a cara con Francisco) realizado para Disney. Se trata de un amplio diálogo con un grupo de jóvenes sobre numerosos temas de actualidad, abordados en casi hora y media de debate: desde las finanzas de la Iglesia hasta el abandono de la práctica religiosa, pasando por la emigración, el aborto o el acoso escolar.
Pero los más espinosos –y jugosos– son los que tocan la sexualidad: la pornografía, la masturbación, los contenidos para adultos que se venden en la red, los abusos sexuales y la relación de la Iglesia con la variada galaxia Lgbt+. «Expresarse sexualmente es una riqueza. Así que cualquier cosa que menosprecie la expresión sexual real también te menosprecia a ti, y empobrece esta riqueza que hay en ti. El sexo tiene su propia dinámica, tiene su propia razón de ser», afirma Francisco. «La expresión del amor es probablemente el punto central de la actividad sexual. Entonces todo lo que te lo arrastra y te lo quita de esa dirección desvirtúa la actividad sexual».
Magisterio y TV
Por razones obvias, no se trata de Magisterio, sino de un contexto informal –aunque cuidadosamente estructurado por ambas partes y de gran resonancia comunicativa– en el que Francisco está, a lo sumo, en condiciones de opinar o reiterar conceptos ya expresados en otras ocasiones, desde las periferias existenciales hasta el error de expulsar a las personas con tendencias homosexuales (o «no binarias», como dice una joven en el documental) de la comunidad católica.
Sonrisas y lágrimas, risas, malestar y resentimiento se suceden en la pantalla. Hay más que suficiente para perturbar las almas de la ortodoxia violada o del progresismo traicionado. E incluso quienes –con razón– sostienen que la Iglesia no coincide sólo con el Papa, cualquier Papa, acaban limitándose a captar cualquier claroscuro de más allá del Tíber.
La luna y el dedo
Porque, parafraseando el conocido proverbio, a fuerza de mirar a la luna, uno se olvida del dedo que la señala: el grupo de diez jóvenes de entre 20 y 25 años es heterogéneo en cuanto a nacionalidad y fe (o falta de ella), pero desde luego no se distingue por su imaginación, seleccionado como lo fue por el cómico, periodista y presentador de televisión español Jordi Évole para representar el ideal de la sociedad contemporánea. Y, a su manera, lo consigue. Un musulmán de Senegal, un agnóstico de España, un ateo de Perú, un cristiano evangélico de origen ecuatoriano emigrado a España no bastan por sí solos para levantar la suerte de un espíritu crítico que con dificultad supera la zona de confort de la opinión predominante. De «colonización ideológica», habría dicho tal vez el Papa en otras circunstancias.
Con una excepción: María. La española, adepta del Camino Neocatecumenal, es una de las dos únicas jóvenes del grupo que se declaran católicas (la segunda es Milagros, argentina, que se declara catequista y orgullosa activista proaborto, que pone en manos del Papa un pañuelo de militancia proabortista).
Una fe joven pero valiente
No se trata aquí de tomar partido, sino de reconocer una diferencia. Quizás incluso un valor, permítanme, que reside en no rehuir ofrecer un punto de vista diferente. Manifestar sin complejos la propia fe católica y la adhesión gozosa a las enseñanzas de la Iglesia y a ese Cristo que dio sentido a la propia vida. Es María, ímpetu juvenil y fe vivida, quien devuelve profundidad humana a un momento que corre el riesgo de caer en la trampa de la espectacularización.
Sobre el aborto, tema de contrastes que con demasiada frecuencia descienden a la ideología, la actitud de María es pragmática: voluntaria en clínicas abortistas con el objetivo de ofrecer a las mujeres una alternativa para ellas y sus hijos, no duda en señalar el desequilibrio de cierto feminismo, más inclinado a garantizar el aborto seguro, legal y gratuito que a luchar por resolver las dificultades y discriminaciones que llevan a muchas mujeres a abortar.
Frente a la pornografía online, de la que el grupo ofrece el ejemplo tanto de usuaria como de productora, María denuncia las trampas psicológicas y espirituales de una industria que promete libertad, pero resulta despiadada. «Creo que la pornografía hace mucho daño porque, al final, es una cosificación de la persona. Una persona te está escribiendo como si fueras un objeto, “haz esto, haz lo otro”», señala sobre los shows calientes que se ofrecen previo pago en la red. «Y no sé si te hace daño o eres consciente del daño que te hace. Pero aparte de eso, hace daño a la misma persona que lo utiliza».
En algunos de los momentos más tensos del enfrentamiento, la joven católica española expresa su disgusto al ver que muchos van a misa y se dicen creyentes, sin vivir de acuerdo con la fe que profesan. Francisco la escucha, le pregunta su edad –veinte años, demasiado joven quizá para decir una palabra definitiva sobre el futuro– y toma sus asistencias para sus propias intervenciones.
La Iglesia más allá del espectáculo
Pero, sobre todo, el Papa le advierte: «El testimonio de fe que das me llega al corazón, porque hace falta valor para decir lo que dices en este encuentro. Gracias por su testimonio. […] No quiero asustarte, pero haz acopio de fuerzas y prepárate para la prueba. Seguid haciendo bien estas cosas, pero cuando llegue la prueba, no tengáis miedo, porque incluso en el momento de oscuridad está el Señor, que está allí escondido».
Iglesia en salida. Mejor estrellados que detenidos. Minoritario, ciertamente. A veces espectáculo televisivo, pero nunca caricatura. También merecía la pena mirar el dedo. Esto es Disney, pero el valor no es caricaturesco.
Traducción del original en lengua italiano realizada por el director editorial de ZENIT.
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