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miércoles, 19 de abril de 2023

Evangelio del día


Nicodemo bajando a Jesús de la cruz

Libro de los Hechos de los Apóstoles 5,17-26.

Intervino entonces el Sumo Sacerdote con todos sus partidarios, los de la secta de los saduceos. Llenos de envidia,
hicieron arrestar a los Apóstoles y los enviaron a la prisión pública.
Pero durante la noche, el Angel del Señor abrió las puertas de la prisión y los hizo salir. Luego les dijo:
"Vayan al Templo y anuncien al pueblo todo lo que se refiere a esta nueva Vida".
Los Apóstoles, obedecieron la orden, entraron en el Templo en las primeras horas del día, y se pusieron a enseñar. Entre tanto, llegaron el Sumo Sacerdote y sus partidarios, convocaron al Sanedrín y a todo el Senado del pueblo de Israel, y mandaron a buscarlos a la cárcel.
Cuando llegaron los guardias a la prisión, no los encontraron. Entonces volvieron y dijeron:
"Encontramos la prisión cuidadosamente cerrada y a los centinelas de guardia junto a las puertas, pero cuando las abrimos, no había nadie adentro".
Al oír esto, el jefe del Templo y los sumos sacerdotes quedaron perplejos y no podían explicarse qué había sucedido.
En ese momento llegó uno, diciendo: "Los hombres que ustedes arrestaron, están en el Templo y enseñan al pueblo".
El jefe de la guardia salió con sus hombres y trajeron a los Apóstoles, pero sin violencia, por temor de ser apedreados por el pueblo.


Salmo 34(33),2-3.4-5.6-7.8-9.

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.

Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: El me respondió
y me libró de todos mis temores.

Miren hacia El y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
El lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

El Ángel del Señor acampa
en torno de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en El se refugian!


Evangelio según San Juan 3,16-21.

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»
El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
Carta 27 al cardenal Jacobo Orsini (Lettres, Téqui, 1976), trad.sc©evangelizo.org


¡Únase al árbol de la Cruz!

Lo que llevó a Dios a sacarnos de él mismo, de su infinita sabiduría, para que seamos felices y participemos de su felicidad suprema, es la caridad. Cuando el hombre perdió la gracia por su pecado, ese vínculo une y enlaza Dios a la naturaleza humana y lo injerta en nosotros. La vida fue injertada sobre la muerte, estábamos muertos y la unión a Dios nos dio la vida.
Desde que Dios fue así injertado en el hombre, el Hombre-Dios, ardiente de amor, corrió a la muerte ignominiosa de la Cruz. Sobre este árbol quiso ser injertado el Verbo encarnado y fue atado sobre la Cruz por amor y no por los clavos que habrían sido suficientes para retener al Hombre -Dios. El manso Señor subió a ese lugar para enseñarnos la doctrina de la verdad. El alma que la sigue no puede caer en las tinieblas. (…)
No duerma más, padre, usted es una columna débil por usted mismo. Únase al árbol de la Cruz, vincúlese por el amor, con una caridad inefable y sin límites con el Cordero inmolado que versa su sangre de todas las partes de su cuerpo. Que nuestros corazones se rompan, basta de dureza, de negligencia, el tiempo no duerme, él continúa su carrera. Permanezca con Dios por amor y santo deseo y no habrá nada que temer. (EED)

Oración

«Señor, en este día que has hecho Tú y en que me regalas otro día más de vida quiero ofrecerte todo mi dolor.

Señor, el dolor que hay en mi vida no es comparable al dolor que tu sagrada humanidad tuvo que soportar exclusivamente por mí.

Tú, Dios, fuiste también el Varón de Dolores. Sufriste con tanta paciencia y mansedumbre todo despreció, toda burla, toda injusticia…

Supiste hacer la voluntad del Padre aun sabiendo que ibas a morir en una cruz.

Por eso Señor, este día quisiera decirte que soy incapaz de comprender el sentido de la Cruz en mi vida. Mis huesos se agotan, mis miembros me pesan, mi mente se entristece y no sé muchas veces cómo sobrellevar el fracaso.

Soy un ser humano que te quiere seguir y quiere aprender a ser como Tú y ver la vida como Tú.

Por favor lléname hoy de tu Espíritu para que yo pueda comprender plenamente el sentido de las cosas que me pasan y me hacen daño y para que no tema lo inesperado, lo injusto, lo que no es noble y tierno como Tú.

Comprendo Señor que seguirte es esto: “Llevar la cruz” y quiero llevarla, pero con alegría Señor sabiendo que quizá no recibiré en la tierra lo que mi corazón anhela pero con la certeza de que ocuparé un lugar en el cielo junto a ti y todos tus santos. Amén.»

«Oración para llevar la Cruz», por Sheila Morataya











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