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viernes, 10 de noviembre de 2023

Evangelio del día


 

Carta de San Pablo a los Romanos 15,14-21.

Por mi parte, hermanos, estoy convencido de que ustedes están llenos de buenas disposiciones y colmados del don de la ciencia, y también de que son capaces de aconsejarse mutuamente.
Sin embargo, les he escrito, en algunos pasajes con una cierta audacia, para recordarles lo que ya saben, correspondiendo así a la gracia que Dios me ha dado:
la de ser ministro de Jesucristo entre los paganos, ejerciendo el oficio sagrado de anunciar la Buena Noticia de Dios, a fin de que los paganos lleguen a ser una ofrenda agradable a Dios, santificada por el Espíritu Santo.
¡Yo tengo que gloriarme en Cristo Jesús, en lo que se refiere al servicio de Dios!
Porque no me atrevería a hablar sino de aquello que hizo Cristo por mi intermedio, para conducir a los paganos a la obediencia, mediante la palabra y la acción,
por el poder de signos y prodigios y por la fuerza del Espíritu Santo. Desde Jerusalén y sus alrededores hasta Iliria, he llevado a su pleno cumplimiento la Buena Noticia de Cristo,
haciendo cuestión de honor no predicar la Buena Noticia allí donde el nombre de Cristo ya había sido invocado, para no edificar sobre un fundamento puesto por otros.
Así dice la Escritura: Lo verán aquellos a los que no se les había anunciado y comprenderán aquellos que no habían oído hablar de él.


Salmo 98(97),1.2-3ab.3cd-4.

Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.


Evangelio según San Lucas 16,1-8.

Jesús decía a sus discípulos:
"Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes.
Lo llamó y le dijo: '¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto'.
El administrador pensó entonces: '¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza.
¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!'.
Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: '¿Cuánto debes a mi señor?'.
'Veinte barriles de aceite', le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez'.
Después preguntó a otro: 'Y tú, ¿cuánto debes?'. 'Cuatrocientos quintales de trigo', le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo y anota trescientos'.
Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz."


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Bulle

San Basilio (c. 330-379)
monje y obispo de Cesárea en Capadocia, doctor de la Iglesia
Homilía 6, sobre la riqueza; PG 31,261 ss


Mostrarse hábil

    ¡Considera, oh hombre, a aquel que te ha colmado de bienes! ¡Recuérdate de ti mismo! ¡Recuerda quién eres, qué asuntos llevas entre manos, quién te los ha confiado, por qué razón has sido preferido entre muchos! Eres servidor de Dios que es bueno. Tienes a tu cargo compañeros de servicio. ¡No creas que todos estos bienes están destinados a tu disfrute! ¡Dispón de los bienes que tienes como si pertenecieran a otro! Disfrutarás de ellos durante un tiempo, luego se desvanecerán y desaparecerán. Pero tendrás que dar cuenta por menudo de todos ellos.
    ¿Qué harás? La respuesta es simple: Saciaré a los hambrientos, abriré mis graneros e invitaré a los pobres. ¡Vosotros todos, que estáis faltos de pan, venid a mí! Que cada uno tome una ración colmada de los dones que Dios me ha acordado. ¡Venid, aprovisionaros como de la fuente pública. (EDD)

Oración

Concédeme, Dios misericordioso,
el poder desear con fervor aquello que tú apruebas,
buscarlo con prudencia, reconocerlo con verdad,
cumplirlo con perfección, para alabanza y gloria de tu nombre.

Pon orden en mi vida,
y concédeme cumplir con lo que Tú quieras que yo haga,
como se deba hacer y de la manera más útil para mi alma.

Déjame ir hacia ti, Señor,
por un camino seguro, recto, agradable y que me lleve hasta la meta,
un camino que no se pierda entre las prosperidades y las adversidades,
para que yo te agradezca la prosperidad y que en la adversidad tenga paciencia,
no dejando que las primeras me exalten, ni las segundas me venzan.

Que nada me alegre, ni me entristezca,
más allá de lo que me lleve hacia ti, allá donde quiero llegar.
Que no desee ni tema no agradarle a nadie que no seas Tú.
Que todo lo perecedero se vuelva vil ante mis ojos por ti, Señor,
y que todo aquello que te toque sea amado por mí,
pero Tú, mi Dios, lo serás más que todo…

Que yo no desee nada más que no seas Tú…

Concédeme, Señor Dios, una inteligencia que te conozca,
una complacencia que te busque, una sabiduría que te encuentre,
una vida que te complazca,
una perseverancia que te espere con confianza
y una confianza que, al final, te posea.

Concédeme estar afligido de tus penas por la penitencia,
usar el camino de tus favores para la gracia,
regocijarme de tus alegrías, sobre todo en la patria para la gloria.

Tú que, siendo Dios, vives y reinas por los siglos de los siglos.

(S. Tomás de Aquino)

















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