Porque no nos ponemos en el lugar del niño
1- El silencio es oro
Una sabia frase. Desafortunadamente transferida de manera errónea al niño. Inculcarle sin más que “el silencio es oro” le enseña a ser pasivo.
En vez de eso, le podrías explicar que es mejor visto mantenerse callado que llamar la atención o hacer comentarios.
Tu propia tranquilidad no santifica estas palabras. Observo a menudo a los padres pasivos: yo no destaco, no hablo, esto no me importa. Los malos son los demás. Cuando un niño ve este tipo de actitud a la defensiva ante el mundo, y con el tiempo se irá dando cuenta de que en algunos aspectos el mundo no es como se lo contaron los “padres antitodo”, ¿a quién le dará la espalda? ¿a quién le va a escuchar? A veces la charla-plata es más valiosa que el oro.
2- Compórtate bien
Igualmente puedes decirle al niño recién levantado de la cama “vuelve a dormir”. Al menos en mi familia, esto es imposible. Pórtate bien, porque llegará el Coco, es lo que le decían a mi hermana. El efecto duró poco. Después el invento del Coco mujer y del Coco niño tampoco resultó. Toda la familia de los Coco, fueran quienes fueran, descendió de la guarida.
Asustar al niño no es la solución. A menudo, hacerlo está vinculado a nuestra comprensión del significado de “ser educado”. No le explicamos al niño lo que significa, en nuestra opinión, “ser educado”. Nos gusta decirlo así y pensamos que de esta manera el niño comprenderá que no se comporta bien.
En realidad, el niño se beneficiará más si le decimos: no tires bruscamente de tu hermano, no pintes en las paredes, aquí tienes la hoja de papel, come con un tenedor y no tires la comida a la pared. El niño no sabe que tu concepto de “ser educado” es sinónimo de lo anterior.
3- Estate quieto
Asocio particularmente esta frase con la iglesia, hablando de espacio físico. La corrección del comportamiento de un niño en la iglesia es casi la norma. Si el niño se mueve demasiado o con sus desplazamientos entre los bancos, a menudo despierta miradas sanguinarias.
El silencio es sordo, porque nadie en la iglesia durante la misa se atrevería decir en voz alta que esto no se puede hacer. En un instante tenemos el resultado del juicio: Un gamberro, niño travieso, maleducado. El jurado sigue de cerca cada movimiento.
Muy pocos de nosotros entendemos que al pequeño hombre le resulta difícil sentarse una hora sin moverse, sin una palabra, sin un gesto.
El hecho de que el niño se desplace por la iglesia, le toque la pierna de san José y le mire a los ojos, a nadie le molesta. Sin embargo, en el fondo pensamos que esto no está bien, porque hay que comportarse “correctamente”. Porque es hay que orar de manera diferente, no se deben toquetear las figuras de los santos ni babear el rosario. Estate quieta.
– ¿Has ido a la iglesia hoy? -Le pregunto a una niña. -Yhmm. -Responde.- Oh, eso es genial.- No. Me aburro mucho allí. Tengo que estarme quieta y mirar, y a mí me gusta bailar.
4- Esto no se hace
…Porque nosotros, los adultos sabelotodo, hacemos las cosas de otra manera. Tú, niño, lo estás haciendo mal. ¡No se golpea en la pared con el juguete! ¡No se pone el cubo en la cabeza! Tú, niño, observa, escucha, imita. Lo de pensar e inventar déjanoslo a los más listos.
Anteriormente, escribí que “no hay mejor manera de enseñar la creatividad que permitir a que el niño juegue con diferentes aplicaciones. Cualquier padre puede tener un niño creativo”. Ofrecí incluso una receta para tener un niño creativo: Pequeño, experimenta y hazlo precisamente así, aunque para mí sea incomprensible. A lo mejor descubres algo. Yo lo haré junto a ti.
5- Se ha estropeado
No vamos a ver dibujos animados, porque la televisión se estropeó. No hay juguete, porque se rompió. No hay mejor manera de enseñar al niño que a través de la peor plaga de la sociedad: la mentira. Se lo dices simplemente de una forma oculta. Después de algún tiempo, el niño descubre que la televisión que se “estropeó” es el otro significado de “no la vamos a ver” y que “el juguete está roto” significa: “Yo no quiero jugar contigo.” Dentro de unos pocos años te espera él con la enseñanza de mentir aprendida: – ¡Has fumado! -No lo hice. Estoy empapada de humo.- ¡Huelo claramente el tabaco en tu boca!- Porque estaba respirando el humo del aire… Nosotros mismos nos ponemos trampas delante.
6- Leemos al niño, por eso él leerá también
Leer para el niño es una hermosa práctica. Creo, sin embargo, que insuficiente. Los niños no leen libros porque no ven una cultura de lectura en torno a ellos. Ellos no ven la misma pasión por la lectura por parte de los adultos. Crees quizás que lees libros… Piensa ahora, cuando lo haces. Preparas un té, sacas una manta calentita. Echas un vistazo al reloj, tienes unos minutos para ti mismo. El niño se ha dormido. Descansas. Lees. Él, que te imita no podrá tomar un ejemplo, porque no ve lo que podría imitar. Leer con tu hijo al lado es difícil. Vale la pena, sin embargo, mostrarle tus libros, hablarle de las historias que hemos leído. A un niño se debe demostrarle que: “La lectura de los libros es el juego más hermoso que inventó la humanidad” (W. Szymborska).
7- No seas como una chica (dicho al chico)
Tengo que reconocer que, como mujer, cuando lo escucho me dan ganas de llorar. Porque al niño se le niega el gran mundo de los sentimientos. Entiendo, corazones salvajes de los hombres, pero el pequeño chico necesita cariño, abrazos, necesita llorar… porque es, sobre todo, un niño.
8- Los niños y los peces no tienen voz
En el centro de la habitación. Se detiene. Con los ojos llenos de lágrimas. Escucha palabras que hieren sobre él mismo. Se puede castigar también con las palabras. Las palabras pueden herir a los pequeños y a los mayores.- Pero yo…- Ahora hablo yo. Los niños y los peces no tienen voz, recuerda. Y recordará. No te hablará de sus sueños, miedos, problemas. Emocionalmente estará muy lejos.
Los peces no tienen sentimientos. Los niños tienen sentimientos. La falta de voz hiere sólo a una criatura, al niño.
Somos tan arrogantes como personas, como padres, que escuchar las palabras de alguien más pequeño –por su condición social, la edad, la educación- es impensable para nosotros. Escuchar a un niño es casi un deshonor, porque él tiene que escucharnos a nosotros. Sobre todo cuando el niño nos llama la atención cuando hacemos algo incorrecto.
9- Aún no me has pagado por tus alimentos
Los padres tienen diferentes maneras de enseñar a agradecer. El ranking de la peor debería ganar la frase “Aún no me has pagado por tus alimentos”. Mostrarle al niño nuestro amor y esfuerzo en forma de deuda es un abuso. Produce en el niño mucha tensión y sensación de que tiene que ganarlo todo y pagar por todo.
La entrada en la edad adulta es una liberación para el niño del sentimiento de culpa por su vida a crédito y termina en un contacto mínimo o nulo con sus padres. Amar es gratis. El amor por el amor y la gratitud ya llegarán. Es un cliché, pero funciona.
10- En mis tiempos
La frase “en mis tiempos” se encuentra al final, ya que conlleva una cierta nostalgia del pasado, y también es el mensaje más divertido. Casi todos mis amigos dicen que la escucharon de sus padres “antes, eso sí que eran tiempos, y ahora…”. “En mi época, era impensable.” “Una vez tuve un…”. Nos perdemos en los nuevos tiempos y esta es nuestra respuesta.
Aquí, sin embargo, no soy tan rigurosa. Este lema verbal de los padres a menudo nos irrita – sobre todo cuando se abusa de él y sólo sirve de introducción a la crítica de los comportamientos de los niños o adolescentes, pero también conecta las generaciones – ya que puede convertirse en una impresionante historia del pasado.
No existe un sólo camino hacia la educación. No hay una única forma de conducta. Es importante que en cada una de las formas elegidas pensemos en los sentimientos de la otra persona y en cómo nuestro camino afecta y da forma a los caminos de las nuevas y pequeñas personas todavía.
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