42. La matanza del corderito
(Cordero de Dios)
Un campesino tenía dos hijos. El primero
heredó los pocos campos que había en existencia. El segundo dijo: "Yo voy
a la ciudad. Trabajaré de minero. Allí puedo ganar bien". Dicho y hecho.
En la ciudad consiguió un trabajo bien remunerado. Pero su casa no era agradable.
Detrás de la casa pasaba el ferrocarril. Esto trajo mucho ruido y polvo. Nada
había para recordar la campiña y los prados del pueblo paterno. El campesino
vuelto minero sentía nostalgia. Su mujer tuvo una idea. En el patio de la casa
había un viejo granero con una puerta que miraba los rieles del ferrocarril. Al
costado había bastante hierba. Compraron dos ovejas. Con permiso de la
dirección de ferrocarriles las ovejas podían pastar tranquilamente. El hijo de
campesino se sentía como en casa cuando le producían leche y queso. Cuando
esquilaban las ovejas sacaron suficiente lana como para un terno. Pero la
alegría más grande fue cuando nació el corderito.
El corderito había pastado en la hierba
cerca del ferrocarril por unas semanas y ya había crecido. Un día cuando el
minero-campesino quiso buscar el corderito el animalito había desaparecido. Las
ovejas balaban nerviosamente. Al lado de los rieles se vio un poco de sangre y
lana. Pareció obvio, alguien había robado el animalito y lo había matado. Pero
tanto el hombre como la mujer estaban de acuerdo: No dejaremos de criar ovejas.
Pronto tendremos un nuevo corderito para nuestro hijo que va a nacer.
Cuando los dos regresaban de la Misa el
domingo el hombre dijo: "Ahora me he dado cuenta por que rezamos 'Cordero
de Dios'. El corderito ha alegrado nuestra vida. Así Jesús ha dado alegría al
mundo entero. El corderito ha sido matado por malos hombres. Lo mismo nuestro
salvador". La mujer opinó: "Tenía que pensar en la homilía del padre
hace unos días. ¿Sabes? Nos lo contó de la Biblia. Las ovejas eran lo más
precioso que tenían los Israelitas ya que eran un pueblo de pastores. Por eso
se llama a Jesús: Cordero de Dios. Él es tan importante, tan precioso para
nosotros y Él se ha sacrificado por nosotros." Tenía razón: De la vida
ordinaria surgió la visión mística de los profetas y santos.
Había un tiempo cuando los gobernantes y
emperadores prohibían representar a Jesús como "Cordero de Dios". El
mismo emperador de Constantinopla firmó tal decreto. Él quiso hacerlo por
consideración a los mahometanos. No permiten imagen alguna de hombres o
animales por miedo a la superstición. Los católicos creyentes estaban
indignados que se le s prohibía representar a Jesús como "Cordero de
Dios". Así lo llamó el profeta Isaías, el Bautista Juan y el evangelista
Juan. En aquel tiempo se eligió un nuevo Papa que venía de la Siria y que había
experimentado en su patria el pleito acerca de la representación del Cordero de
Dios. El Papa quiso protestar contra la prohibición. Pero no mediante un
decreto sino mediante una oración. Por eso mandó lo siguiente":A partir de
hoy queremos cantar en todas las misas antes de la comunión: "Cordero de
Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros". Porque
Jesús, el cordero sacrificado es nuestra alegría, Jesús, el cordero de Dios fue
muerto por los malos y por nosotros.
Esto sucedió alrededor del año 700. Hoy en
día, mil doscientos años más tarde, sabemos apreciar también este canto. Jesús
- nuestra alegría en la ciudad oscura; Jesús - cordero sacrificado por nosotros
por la rebelión de los malos. ¡Es la oración de la comunión más hermosa, cuando
el "Cordero" se hace nuestro sacrificio y nuestra alegría!.
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