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sábado, 25 de febrero de 2017

La Santa Misa contada en Historietas 47


La Santa Misa contada en Historietas



47. El alegre Filippo
(Después de la comunión)


Fue nuevamente un momento para reírse para los acólitos de Santa María Novella. La señora baronesa Doña Pompilia de Rossi salía apresurada del templo. La Santa Misa aun no había terminado. El padre acababa de cerrar - un poco fuerte, es verdad - la puerta del sagrario luego de haber repartido la santa comunión. En ese momento la señora se apresuró en salir. Era costumbre suya. El tiempo le sobraba. Pero solía salir antes de que terminara la Santa Misa.

Entonces el santo entró en la sacristía: Filippo Neri, el fundador de los oratorianos, más conocido en Roma que el Papa, siempre dispuesto a una broma. "Rápido, rápido", dijo a los cuatro acólitos que ya estaban listos para la siguiente Misa. A cada uno le dio un gran cirio encendido. Una breve explicación - y los muchachos corrían detrás de la baronesa y llegaron a la puerta al mismo momento que ella. Uno le abrió la puerta. Luego los cuatro caminaban junto a ella. Doña Pompilia de Rossi gritó a los acólitos: "¿Qué es lo que quieren? Regresen al templo". La respuesta fue: "Lo ha ordenado Don Filippo".

Justo en este momento se acercó el santo por el camino que venía desde la sacristía. Se quitó el sombrero y dijo: "Señora baronesa acaba de comulgar. Aun no se ha disuelto el cuerpo de Cristo, el pan eucarístico. Es precepto de la Iglesia: El santísimo sacramento debe ser acompañado con velas encendidas cuando se le lleva por las calles. Es por eso que le ha enviado a los acólitos con los cirios encendidos". A Doña Pompilia de Rossi por vergüenza le subió la sangre a la cara, visible a través del maquillaje. Dio media vuelta y volvió al templo. Desde aquel día nunca más salió de la Misa antes del tiempo.

Recibimos la santa comunión. Jesús, el Señor, está con nosotros. Hablamos con Él. Le decimos lo que apremia nuestro corazón. Oremos a Él por nuestros seres queridos. Hablamos con El sobre las cosas de este día, sobra el trabajo, sobre los hombres, sobre nuestras faltas, sobre los que sufren, los enfermos, perseguidos. Hay tantas cosas que quisiéramos decir que es un nunca acabar. Este diálogo personal con Jesús es uno de los momentos más hermosos de la vida de un creyente. Quien no conoce este dialogo tampoco conoce la Santa Misa. Quien no tiene acceso a ello a ese también la Santa Misa seguirá siendo algo extraño.


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