47. El alegre Filippo
(Después de la comunión)
Fue nuevamente un momento para reírse para los acólitos de
Santa María Novella. La señora baronesa Doña Pompilia de Rossi salía apresurada
del templo. La Santa Misa aun no había terminado. El padre acababa de cerrar -
un poco fuerte, es verdad - la puerta del sagrario luego de haber repartido la
santa comunión. En ese momento la señora se apresuró en salir. Era costumbre
suya. El tiempo le sobraba. Pero solía salir antes de que terminara la Santa
Misa.
Entonces el santo entró en la sacristía: Filippo Neri, el
fundador de los oratorianos, más conocido en Roma que el Papa, siempre
dispuesto a una broma. "Rápido, rápido", dijo a los cuatro acólitos
que ya estaban listos para la siguiente Misa. A cada uno le dio un gran cirio
encendido. Una breve explicación - y los muchachos corrían detrás de la
baronesa y llegaron a la puerta al mismo momento que ella. Uno le abrió la
puerta. Luego los cuatro caminaban junto a ella. Doña Pompilia de Rossi gritó a
los acólitos: "¿Qué es lo que quieren? Regresen al templo". La respuesta
fue: "Lo ha ordenado Don Filippo".
Justo en este momento se acercó el santo por el camino que
venía desde la sacristía. Se quitó el sombrero y dijo: "Señora baronesa
acaba de comulgar. Aun no se ha disuelto el cuerpo de Cristo, el pan
eucarístico. Es precepto de la Iglesia: El santísimo sacramento debe ser
acompañado con velas encendidas cuando se le lleva por las calles. Es por eso
que le ha enviado a los acólitos con los cirios encendidos". A Doña
Pompilia de Rossi por vergüenza le subió la sangre a la cara, visible a través
del maquillaje. Dio media vuelta y volvió al templo. Desde aquel día nunca más
salió de la Misa antes del tiempo.
Recibimos la santa comunión. Jesús, el Señor, está con
nosotros. Hablamos con Él. Le decimos lo que apremia nuestro corazón. Oremos a
Él por nuestros seres queridos. Hablamos con El sobre las cosas de este día,
sobra el trabajo, sobre los hombres, sobre nuestras faltas, sobre los que
sufren, los enfermos, perseguidos. Hay tantas cosas que quisiéramos decir que es
un nunca acabar. Este diálogo personal con Jesús es uno de los momentos más
hermosos de la vida de un creyente. Quien no conoce este dialogo tampoco conoce
la Santa Misa. Quien no tiene acceso a ello a ese también la Santa Misa seguirá
siendo algo extraño.
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