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lunes, 21 de mayo de 2018

Quien está matando a la familia es la propia familia

Estamos indignados con el punto al que ha llegado la sociedad pero en gran parte somos responsables por nuestros ejemplos y palabras

FATHER HOLDING DAUGHTER
“Ya no aguanto más a tu papá”
“Tu mamá está loca” 
“Maldita la hora en que me casé” 
“No es suficiente el trabajo que hago, aún te tengo que aguantar” 


Estas y otras frases del estilo son comunes en un porcentaje muy alto de las familias. En algunos (o muchos) momentos de nuestra vida, escuchamos de nuestros papás frases del estilo, vivenciamos peleas, situaciones desagradables, separaciones, sin mencionar a las muchas familias que cotidianamente sufren violencia física y sexual explícita.
Frente a ese escenario, ver a jóvenes y a adultos sin el más mínimo interés por construir una familia se vuelve, como mínimo, explicable.
Un día estaba platicando con unos amigos de entre 40 y 45 años que estaban aún solteros y no tenían ganas ni perspectiva de casarse. En un primer momento, vino el juicio, pero después, la escucha y, finalmente, la comprensión.
Puede ser que tú, a pesar de los problemas en tu familia, tengas buenas familias como ejemplo, como referencia. Pero, para muchos es muy difícil encontrar algún buen ejemplo de familia. Solo odio, malentendidos, incomprensiones, peleas y violencia.
“¿Por qué me he de casar y repetir la historia de mis papás? No conozco una familia que no tenga violencia o traición. Hoy en día muchas parejas terminan separándose…”
La vida sin compromiso, de diversión y sexo casual, sirve como fuga para alguien que ha sufrido mucho, que tiene marcas, heridas y dolores, y no quiere repetir situaciones vividas.
Por otra parte, algunas familias católicas, que podrían dar buen ejemplo, sin embargo no lo dan. En sus comentarios informales con amigos, también en  facebook, delante de los hijos también, hay un gota de reclamo y amargura.
Puede ser su apariencia física, que está más descuidada, la falta de tiempo o el mal comportamiento de los niños… Puede ser que el esposo que no les presta más atención o que la esposa se ha vuelto más fea… Puede ser una crítica a la suegra, a la cuñada, a la vecina… al coche del amigo, una queja por la escasez de dinero, la falta de trabajo o de servicios domésticos.
Siempre hay motivos para quejarse de algo y responsabilizar al matrimonio o a la familia por eso – directa o indirectamente.
Y no sólo son las familias nuevas las que más se quejan, muchos abuelos se ponen a opinar sobre la vida ajena, con el clásico consejo: “No te cases no, el matrimonio solo trae muchos dolores de cabeza”.
También cabe mencionar al cónyuge hablando mal del otro con los amigos, la familia o los colegas de trabajo. Eso corroe el amor de los dos, además de dar un malísimo ejemplo a los demás.
La semana pasada, el papa Francisco afirmó que “necesitamos familias para curar a la humanidad”. El Papa resumió mis reflexiones de estos días: sin buenos ejemplos familiares, nuestras familias están muriendo.
Si estamos indignados con el punto al que ha llegado la sociedad, en gran parte somos todos responsables por nuestros ejemplos y palabras.No sirve para nada enojarse todo el día con la Iglesia ni andar predicando, si tu vida no refleja tus devociones.
No hay persona perfecta, así como no hay matrimonio perfecto. El matrimonio es un medio para alcanzar el cielo. La santidad en cualquier estado de la vida exige esfuerzo y lucha. Como cristianos, nuestra misión es ser ejemplo para otros y mostrar que logramos superar las dificultades con amor y ligereza.
Papás, no se peleen frente a sus hijos; no hablen mal de su cónyuge. La preparación para el matrimonio empieza en la infancia con el ejemplo de los papás y cuando éstos se disponen a crecer en virtudes y así también formar a sus hijos.
Sean ejemplo. Muestren que construir un hogar vale la pena, a pesar de las dificultades – que eventualmente surgirán, pero, sabiendo superarlas con amor, será también posible dar un buen ejemplo sobre eso.
No se quejen (tengan un diario, si fuera necesario, hagan terapia, tengan un buen director espiritual o un buen amigo confidente, pero no reclamen). Quejarse y mostrar a los demás “los problemas” de la maternidad, de la pareja o de tener una familia no ayuda ni muestra a nadie la realidad. La realidad todos la conocemos.
Necesitamos algo que transforme la realidad en una situación mejor y ese algo es el cómo lidiarás con la situaciones.
Pon a tu esposo(a) en primer lugar: te casaste con él (ella), no con tus hijos. Tengan amigos, sepan ser amables y acogedores, sepan platicar sobre asuntos distintos con quien tiene y con quien no tiene nuestra fe: son las personas más alejadas de nosotros quienes necesitan conocer nuestro ejemplo.
Sepan compartir bien las tareas del hogar, no dejando solo a uno de los cónyuges sobrecargado, pues eso también puede generar peleas y malos ejemplos.
El atractivo de la sencillez del día a día hagan que más corazones tengan el deseo de construir una familia gracias a los buenos ejemplos que habrán visto alrededor.




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