Queridas mamás que dan el pecho, sus hijos están creciendo gracias a ustedes que se dan sin escatimar. ¡Son muy fuertes! Estamos agradecidos por el regalo de la maternidad y la lactancia, que es la promesa del embarazo (y bendita la leche artificial para quien no puede amamantar)
Queridas mamás:
Son las tres de la mañana y les escribo con los ojos llenos de sueño y cansancio, pero algunas palabras nacen sólo en la oscuridad, en el silencio. He terminado de dar el pecho a mi bebé que tras comer se ha dormido nuevamente.
La miro dormir saciada con los brazos extendidos (como si estuviera rezando el Padrenuestro) y con los labios sucios de leche que -a la luz de la lámpara de la mesita de noche- parece brillo.
Me enviaron por WhatsApp una linda poesía sobre lactancia, por eso he decidido escribirles. ¿Cómo están? ¿Cómo les va? ¿Cuánto sueño, sed, hambre tienen?
Mi hija tiene cinco meses y darle el pecho es hermosísimo. Los días pasados han sido muy cansados, una debilidad similar a la de sus primeros semanas de vida.
Mi mamá enseguida me ha tranquilizado: “La lactancia es cansado, debes descansar”. Quizá cuántas de ustedes estarán viviendo estos momentos, tan bellos, intensos, pero cansados.
Hay días en que me siento vacía, sin fuerzas, sin energía. Pero gracias a Dios mi hija está cada vez más fuerte, chupa lo mejor de mí.
Y el pediatra en la última visita me dijo: “felicidades señora, la niña crece y está bien. Solo su leche, ¿verdad? ¡Muy bien!”. Y me sentí muy orgullosa de mí misma.
Pensé “está creciendo con mi leche. Todas esas rosquitas las estoy llenando yo”. Y ademas “a quién le importa si aún debo perder algunos kilos más, si me da hambre, tengo una sed loca, ella crece alimentada por mí”.
Pequeño momento emocionante -aparte del excesivo entusiasmo-, es precisamente así.
Queridas mamás que dan el pecho, sus hijos están creciendo gracias a ustedes que no conocen horarios, programas, que se dan sin descanso, en cualquier lugar, que no escatiman y se dejan consumir. Quiero decirles que ¡muy bien! ¡Son muy fuertes!
Antes del nacimiento de mi hija participé en un curso preparto realmente bueno y útil con una obstetra de gran experiencia, profesional, pero también irónica y dulce (gracias Mimma) que nos habló largo y tendido y nos dio consejos muy valiosos.
Les menciono algunos, los primeros que me vienen a la mente, esperando que les puedan servir a las mamás en espera o a quien ya parió:
1) No compres la báscula y si ya te la regalaron cámbiala por algo más. Si no, corren el riesgo de volverse padres obsesivos, pesando siempre al niño, antes de comer, después, y no saldrán de ahí.
2) Amamantar es importante, es un gesto único, práctico, económico y saludable. En el seno el bebé encuentra alimento, consuelo, seguridad, amor. Al amamantar la mamá y el niño se conocen día tras día. Junto a la leche pasan pensamientos, sentimientos, sueños.
3) Es importante que el niño se pegue bien al pecho. Pero si en un primer momento te topas con alguna dificultad o dolor, no te desanimes. Pide ayuda al obstetra e insiste. Debes recordar que para él/ella no existe sustancia nutritiva y mimos mejores.
4) Cuando te visiten amigos y parientes quizá alguno dirá “¿estás segura de tener leche?”, “parece que tienes el pecho inflado” o “quizá tu leche no tiene suficientes nutrientes”. ¡Tonterías! La leche materna está bien, es super energética y el cuerpo produce la cantidad necesaria para tu hijo. Pero si te parece poco, descansa, bebe mucho líquido, y ponte al bebé a menudo. Ten confianza en ti misma. Has parido: tu cuerpo te ha dado la prueba de un poder extraordinario. Ahora estás un poco cansada y alterada, pero la naturaleza es increíble y también tu leche.
5) Amamantar a demanda sin mirar el reloj y no prestar atención a quien te reprocha que das de mamar mucho a tu hijo y lo mimas. Sigue tu instinto.
6) Has vuelto a casa y el bebé llora, llora, no deja de llorar. No te desanimes ni te angusties. Aunque ya ha comido, lo primero que hay que hacer es darle el pecho nuevamente. El hambre no conoce horarios.
7) Para dar el pecho serenamente ponte cómoda, encuentra tu posición, organízate bien los cojines y no te olvides de tener una botella de agua cerca.
8) No tengas problemas para amamantar donde sea. Por la calle, en el super, la iglesia, el correo. Estás alimentando a tu hijo, nadie se escandalizará y si alguno lo hace, que te tenga sin cuidado.
Recordemos ser agradecidas por el don de la maternidad y la lactancia, hay muchas mujeres que por motivos diversos no pueden o no lo logran.
SILVIA LUCCHETTI, Aleteia
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