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lunes, 24 de septiembre de 2018

Mi esposa me dejó y yo sigo fiel

Me gustaría que entendieran qué es lo que está sucediendo con muchas mujeres hoy en día que abandonan al esposo

DIVORCE
“Mi esposa me dejó y yo no sé qué hacer; siento que me estoy volviendo loco de dolor. ¿Qué hago para que regrese conmigo? Todos me dicen que soy un tonto, que mejor conozca a otra mujer porque mujeres sobran… Pero yo quiero seguir siendo fiel a mi mujer, aunque ella ya no esté conmigo o ande con otro…”.
En los últimos meses esto lo he escuchado más de lo que yo quisiera. Y aún más triste, yo fui de esas esposas que dejó a un esposo lleno de dolor.
Señores, entiendo su dolor porque yo vi el de mi esposo. Pero antes de compartirles cómo logró reconquistarme y cómo se sostuvo fiel, aunque yo no me lo merecía, me gustaría que entendieran qué es lo que está sucediendo con muchas mujeres hoy en día que abandonan al esposo.
Y no lo haré como profesional, sino como una mujer que cometió semejante error.
Me gustaría que supieran que su fidelidad tendrá su recompensa.No, no les falta hombría ni tampoco es verdad que no tengan dignidad si siguen siendo fieles a la mujer con quien tienen unos votos.
Al contrario, es cuando más hombres son porque se necesita tener mucho carácter y un temple de hierro para mantenerse fiel y casto.
Para comenzar, es necesario que sepan y acepten que esto es una batalla espiritual. Por lo tanto, sus armas espirituales son las más importantes para vencer, aunque no serán las únicas.
Si conocen la Biblia, recuerden el Génesis. A Eva no la tentó cualquier diablillo. No. Fue directamente Satanás quien lo hizo. Y hoy lo sigue haciendo y se mete en sus vidas por medio de sus heridas emocionales, de sus debilidades.
El enemigo sabe que la mujer es el corazón del hogar y cuando ese corazón deja de latir llega la muerte. La va dejando ciega del espíritu al grado de que no ve más allá y va tomando decisiones engañada.
Pero ella no se da cuenta de eso y puede llegar a creer que todo lo “bueno” que le está pasando -abandonar al esposo, o incluso andar con otro- es porque Dios se lo mandó.  
Ahora, no le echemos toda la culpa al otro. La mujer hoy en día ha estado muy tentada por el mundo, a buscar una realización fuera de su hogar.
Por supuesto que en esto no hay nada de malo siempre y cuando no descuide lo más importante: su esposo e hijos. Es decir, su familia.
Pero señores, también están descuidando el hacerla sentir lo más importante en el hogar. Por favor, que ella no tenga esa necesidad de salir a buscar esa aprobación fuera o esa necesidad afectiva con otro.
Por otro lado, necesitan saber que la gran mayoría de las mujeres llegamos con muchas heridas al matrimonio, seguramente igual que ustedes. 
A los católicos les recuerdo que al estar unidos sacramentalmente, ustedes son un Cristo en su matrimonio. ¿Y cuál fue el principal ministerio de Jesús? Sanar las heridas.
Entonces, ayuda a tu mujer a sanar esas heridas emocionales que la están empujando a ser infiel o a hacer cosas que le están restando dignidad como persona. No la juzgues, ámala.
Sí, ámala cuando menos lo merezca porque será cuando más lo necesite. Y con esto no digo que se aplauda o se justifique el pecado o las acciones que antes que a nadie ofenden a Dios.
Por medio de tu oración, amor incondicional y paciencia sana sus llagas tal como Cristo lo hacía con los leprosos, con los enfermos. Sigue fiel a esa promesa que hiciste en el altar.
¿Cómo?
  • Oración sin cesar. Recuerda que al ser uno mismo a los ojos de Dios, podrías lograr la conversión de su corazón por medio del tuyo.
  • Procura recibir la Comunión a diario. La Eucaristía y el Rosario serán tus armas espirituales más poderosas, sobre todo, para mantenerte fiel y casto.
  • Visita al Santísimo y pídele que te muestre las heridas que debes sanar y todo eso que necesitas cambiar para ser el esposo que ella merece. 
  • Sigue usando tus argollas matrimoniales. Recuerda que es un sacramental muy poderoso.
  • Da ejemplo de cambio. Toma responsabilidad de lo que tú debes cambiar y demuéstralo con acciones en tu vida diaria. Eventualmente ella se dará cuenta de tus cambios, solo dale tiempo.
  • Muéstrale el deseo de seguir amándola incondicionalmente, aunque de momento ella no lo aprecie.
  • Hazle sentir que siempre estarás ahí para ella.
  • Dale un espacio prudente. Evita acosarla como mandarle mensajes constantemente, llamadas. ¡Que te extrañe! 
  • Mírala con compasión, no con odio ni rencor, sino como una mujer que está lastimada de sus emociones, mismas que -quizá a la distancia- le ayudarás a sanar con tu amor y oración.
  • Evita las ocasiones de riesgo para ser infiel. Ante Dios, aunque estén separados o divorciados sigue habiendo un débito conyugal.
  • Si lo sientes necesario, busca ayuda profesional.
Dios, amor y paciencia. Señores, no tiren la toalla ni en sus matrimonios ni con sus mujeres. Recuerden que un matrimonio sacramental válido tiene todo en sí para salvarse porque es Cristo quien tiene el poder de hacerlo todo de nuevo. 

 Luz Ivonne Ream, Aleteia






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