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jueves, 6 de septiembre de 2018

Carta a «El País» y «El Periódico» de un seminarista: celibato, abusos y defensa de la Iglesia


Iñigo es seminarista en el Seminario de Barcelona
La Iglesia Católica está viviendo durante las últimas semanas momentos muy convulsos ante los escándalos de abusos por parte del clero, la participación de algún importante miembro de la Iglesia y el encubrimiento de otros.
Como en otras ocasiones se ha puesto el foco en el celibato como uno de los causantes de estos casos. Y así se han hecho eco distintos medios de comunicación. Para dar otra versión y ofrecer su testimonio en estos tiempos difíciles, Iñigo de Alfonso Mustienes, seminarista de la Archidiócesis de Barcelona, ha enviado una carta al director de algunos de estos medios. Y El Periódico o El País la han publicado. Esto es lo que dice:
Sobre el celibato
“Tengo 32 años y soy seminarista en Barcelona. Antes del seminario estudié Derecho y me dediqué a temas legales internacionales.
Llevamos unos años en los que se van haciendo públicos hechos asquerosos de obispos, sacerdotes y religiosos que han abusado de niños y adultos indefensos. Esos abusadores deben ser puestos, como muchos ya lo están, ante las autoridades judiciales para que recaiga sobre ellos todo el peso de las leyes. Y, por supuesto, como también se está haciendo, deben ser expulsados de los ministerios que desempeñan.
Es un error pensar que con abolir el celibato o permitir que las mujeres se puedan ordenar, como piensan algunos, se soluciona el problema. Hay muchos más abusos y violencia doméstica en un matrimonio y nadie piensa en poner celibato opcional entre los esposos, que ya lo es, según libertad de cada uno.
Yo sentí la llamada de Dios. Yo libremente escogí seguirle aceptando una decisión que sé que no se entiende. Es una vida de amor y entrega. Una vida en la que debemos ver, y para eso nos forman, a las personas que se nos encomiendan a través de la Iglesia como nuestra verdadera esposa.
Una vida de entrega que solo en la verdadera vida de piedad y entrega a los demás puede funcionar. Pero teniendo muy claro que el sacerdocio no es un derecho de nadie. Es la Iglesia quien debe discernir sobre si yo soy apto o no. Y soy yo quien debo ser 100% sincero para esta vida de entrega y de amor fraterno”.
ReL







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