Los cambiantes valores culturales, con un declive de la religiosidad y auge del individualismo, conllevan una caída de la nupcialidad y la fecundidad. La televisión abandera la actual influencia antinatalista de la mayoría de medios de comunicación, explica Ferran Esteve en Forum Libertas.
Es un hecho constatado por diferentes estudios que el matrimonio y la fecundidad son un factor clave para una economía próspera. Sin embargo, en la mayoría de países avanzados, la caída de las tasas de nupcialidad y natalidad son una realidad irrefutable.
En ese contexto, los cambios culturales juegan un rol determinante y, desde hace ya algún tiempo, están afectando negativamente al matrimonio tradicional y las tasas de fecundidad.
Un ejemplo de esos cambios se puede observar en las conclusiones del estudio internacional en 19 países ‘¿Qué tienen que ver el matrimonio y la fecundidad con la economía’, elaborado por el Social Trends Institute (STI), que, entre otras cuestiones, constata que las familias coherentes con su religiosidad tienen más hijos que las no practicantes.
Así, el declive de las prácticas religiosas y el auge del individualismo conllevan un retraso a la hora de construir una familia y una clara reducción del número de hijos. Además, el estudio hace mención de un factor amplificador de esta tendencia: la televisión abandera la actual influencia antinatalista de la mayoría de medios de comunicación.
Con valores religiosos, familias más numerosas
El estudio recuerda que el descenso de la fecundidad que se inició hace tiempo en Escandinavia, propagándose posteriormente al resto de Europa, “está fuertemente asociado a la difusión de valores seculares, el declive de la autoridad religiosa y el auge del individualismo”.
Esa revolución de los valores culturales tradicionales que se popularizó en la década de los sesenta llevó a un “cambio de actitud hacia el divorcio, la anticoncepción, el sexo, el tener hijos siendo solteros y la religión”.
Esas actitudes se difundieron rápidamente hacia el sur, “a través de España, Portugal, Italia y Grecia en los últimos años de la década de los setenta y a lo largo de los ochenta”, mientras las tasas de nupcialidad y de fecundidad iban cayendo, añade el estudio.
Como contraste, actualmente sigue dándose una “fuerte y creciente correlación entre los valores religiosos y las familias más numerosas que la media”, destaca el informe.
El número de hijos influye según las costumbres religiosas
De hecho, “nuestros análisis de 53 países de todas las regiones del mundo, desde África a Oceanía, pasando por las Américas y desde la Europa central a la oriental, indican que “los hombres y las mujeres que asisten a los oficios religiosos al menos una vez al mes o más tienen 0,5 más hijos de media que los que asisten con menos frecuencia o no lo hacen nunca”, como se puede observar en este gráfico, reproducido a partir del estudio.
“En Francia, por ejemplo, las mujeres blancas practicantes aventajan en fecundidad media a las mujeres blancas no religiosas y, como el científico político Eric Kaufman señala, esta disparidad ha crecido a lo largo de los años”, indica el estudio.
Por su parte, “en España, las mujeres católicas practicantes tienen un número significativamente mayor de hijos que las católicas no practicantes, teniendo en cuenta los ingresos, el estado civil, la educación y otras constantes”, agrega.
Este contraste se puede observar en el resto del mundo: “las personas religiosas suelen tener un número de hijos considerablemente mayor que el resto de la población”, concluyen los responsables del informe en este apartado.
El altavoz antinatalista de la televisión
Otra cuestión que resalta el estudio acerca de la tendencia a reducir el número de hijos es “la creciente influencia de la televisión y otros medios de comunicación”, y recuerda que “incluso en los lugares más remotos del mundo, cuando se introdujo la televisión, la natalidad descendió”.
En ese sentido, hace mención del éxito de las telenovelas en países como Brasil, donde “tras la llegada de la ‘caja tonta’ a los hogares, la natalidad cayó en picado”.
“Las telenovelas, en otras palabras, refuerzan el mensaje cultural que se transmite también en muchas películas de Hollywood y en otras exportaciones culturales de Norteamérica y Europa: que la gente rica, sofisticada, libre y autosuficiente es la que tiene, como mucho, uno o dos hijos”.
Sin embargo, el informe también señala que “aunque la modernidad fomenta la no fecundidad, actualmente se observa una contratendencia, todavía pequeña, pero potencialmente importante”.
“En los últimos años, las tasas de natalidad han comenzado a elevarse discretamente en lugares que tienen un fuerte compromiso con la igualdad de género y en los que hay muchas mujeres trabajando fuera de casa, como Suecia o Francia”, dice.
“En contraste, la fecundidad hoy en día está en sus mínimos en países en los que la familia tradicional y los valores religiosos son relativamente fuertes, pero se encuentran en decadencia, como Corea del Sur, Japón, Italia y Grecia”, advierte.
A mayor consumo de la televisión, menor natalidad
La idea de formar una familia, menos atractiva
En cualquier caso, todas estas tendencias “afectan al comportamiento reproductivo humano” y, al mismo tiempo, “afrontar la paternidad resulta difícil desde el punto de vista económico”, advierte el informe.
La caída de los salarios y la actual inseguridad en cuanto a la estabilidad en los puestos de trabajo juegan un papel importante para “muchas parejas jóvenes, llevándolas a la conclusión de que deberían permanecer sin hijos o retrasar el casarse y construir una familia”, advierte el estudio.
De hecho, “en tales condiciones, la idea de formar una familia y, en consecuencia, la idea de no dedicar todo el tiempo y las energías disponibles al desarrollo de una carrera profesional se vuelve menos atractiva”, subraya el informe, que añade que, “en el caso de las parejas con dos fuentes de ingresos, la llegada de un niño puede significar la pérdida de la mitad de los ingresos del hogar”.
ReL
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