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sábado, 22 de febrero de 2020

Los secretos de una buena pelea de pareja

¡El hecho de que discutas con tu pareja no significa que esté todo en peligro! En la vida de una pareja, los conflictos son inevitables, lo principal es saber discutir “correctamente”.

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Las peleas forman parte de la vida matrimonial debido a las diferencias de personalidad, educación, ritmos y gustos, pero es posible gestionar las pequeñas tensiones de la vida cotidiana sin violencia y aprovechar la ocasión para mejorar.
A diferencia de lo que muchos piensan, el conflicto no significa fracaso. Podemos amarnos y discutir. Las peleas son una forma de deshacerse de viejos resentimientos, de palabras acumuladas no expresadas, o de señalar que la pareja necesita un cambio en su forma de funcionar. Los psicoterapeutas, Serge y Carolle Vidal-Graf, nos dan los secretos de una buena pelea de pareja.
¿Por qué la ira es una parte inevitable de la discusión? ¿No podríamos solamente hablar?
La discusión no puede ser fría, porque contiene un componente emocional, la ira. Significa que algo está mal. El “yo” vuelve y dice que no está satisfecho. Estar enojado es expresar emocionalmente un desacuerdo. La reacción emocional no es necesariamente gritar o ser violento.
¿Para qué sirve la ira?
La ira tiene mala fama. Aún así, es una fuerza vital maravillosa. Ayuda a reiniciar el contador. ¡En la gente que no pelea, los contadores son altos! Como una caldera de vapor cuya apertura de la tapa se haría después de un año, la presión se ha acumulado y está en peligro de explotar. Una discusión no verbalizada es como una herida que no se limpia y se infecta. Es mejor contar poco a poco sus dificultades, sus disgustos, evitando así la explosión. Fuerte y alto, pero sin violencia.
El enojo permite hacer que la relación sea franca y que se abra una negociación que satisfaga a ambas partes. La ira es un regalo para la pareja. Indica que les importa la relación, que no somos indiferentes a ella.
¿Por qué la ira da tanto miedo?
Porque lo confundimos con la violencia. Todos tenemos experiencias de ira violenta de un padre o de un patrón explosivo que nos ha humillado verbal o físicamente. Como resultado, pensamos: “Si eso es ira, no gracias. No quiero expresarla o recibirla. »
Cuando éramos niños, quizá nuestros padres nos mandaban a nuestra habitación para calmarnos, con comentarios como: “¡No me gusta nada cuando gritas, ojalá pudieras ver tu cara!”. Para mantener el amor de nuestros padres, tuvimos que reprimirlo todo. Así es como llegamos a creer que el amor y la ira son incompatibles.
¿Cómo expresar correctamente la ira?
En la técnica de la comunicación no violenta, aprendemos la importancia del “yo”. Es esencial hablar de ti mismo, de cómo te sientes en las situaciones, en lugar de decir “tú” y culpar a la otra persona. Esto es todavía más importante porque la ira a menudo tiene como objetivo afirmarse frente a la otra persona. Pasar del “tú” al “yo” lleva tiempo y es difícil renunciar por completo al abuso verbal.
Otro objetivo: quedarse en el tema y no entrar en reproches más generales sobre las personas queridas por el otro, sus fracasos. Ya que conoces bien a tu cónyuge, sabes exactamente dónde le duele, es mejor detenerse antes. Esto implica el duelo de la venganza cuando el otro nos ha hecho daño. Es una verdadera lección de humanidad lo de aprender a pelear.
Después de la ira, aconsejas la escucha en silencio como una forma de limar la dificultad. ¿Qué es realmente?
Es una herramienta muy útil si la ira no ha sido suficiente para resolver la disputa. Por supuesto, tienes que esperar a que todos se calmen. Lo que es difícil es el regresar a la otra persona después de la discusión aparcando el orgullo. Cada uno habla durante el tiempo que desee sin ser interrumpido. Uno puede detenerse, marcar silencios que le permitan a uno entregarse realmente. Una vez que sientes que has terminado, se lo dices a tu cónyuge. Puede hablar a su vez, sin tratar de responder, pero sí para confiar sus sentimientos.
Es un ejercicio difícil que permite evitar el estéril debate de acusaciones y negaciones. Nos permite decir las cosas en profundidad, con calma, para ir más allá del reproche, hasta el punto de la emoción. El reproche coloca al cónyuge en posición defensiva, la manifestación de sensibilidad le afecta. Es necesario escuchar a cada persona a su propio ritmo, no sólo después de los conflictos. La regularidad también nos permite intercambiar sobre lo positivo.
¿Qué pasa con la negociación?
Es un método sorprendente que puede ser usado. Demuestra que en un conflicto puedes evitar tener un ganador y un perdedor. También se practica después del conflicto: uno regresa al otro, unas horas después de la disputa, para sugerir un arreglo donde cada uno tendrá que ceder en un punto para que ambos encuentren su beneficio.
La ventaja de esta negociación es que todos expresan sus necesidades, todos han sido reconocidos y escuchados. Esta es una excelente manera de aprender a existir como persona y de construir su relación, a costa de algunas concesiones que no son unilaterales.
¿Son los argumentos repetitivos indicativos de un problema fundamental?
No son más graves en su forma que los argumentos anecdóticos, pero lo que es alarmante es su frecuencia: vuelven casi todos los días. Revelan un clima de tensión y un problema subyacente, como un sufrimiento infantil no resuelto.
Son una señal de advertencia: tal vez haya que tomar una decisión, tal vez haya que renegociar más profundamente una elección, como tener otro hijo, un cambio de profesión, todas las situaciones no resueltas que envenenan la relación.
Cuando uno de los cónyuges está enfadado y el otro está menos enfadado. ¿Cómo pueden evolucionar los argumentos de esta pareja?
Estamos convencidos de que no existe algo así como gente no-colérica. La ira es una emoción básica, no puede ser evitada. El no-colérico es una persona que rechaza la ira, a menudo porque la confunde con la violencia. Sin darse cuenta, convierte su ira en culpa: “No debería haber…”, o tristeza: “¿Cómo puedes ser tan duro conmigo?”
El no-colérico no sabe cómo expresar su ira. Por lo tanto, hará todo tipo de acciones para obligar a su enojada esposa a discutir y así utilizar la ira del otro para quejarse y vaciar su bolsa de resentimiento. Para una persona no-colérica, es un enorme esfuerzo conseguir expresar esta emoción, de ahí el interés de escuchar en silencio, eso le obligará a decir lo que siente.
¿Qué importancia tiene para ti el perdón?
Es crucial estar convencido de que una relación puede ser arreglada. Cuando has herido a la otra persona, puedes pedirle disculpas. Aunque la lesión no fuera intencional, le afectó. A veces las palabras no son suficientes, dependiendo de la ofensa:
  • hay que enmendar con acciones concretas
  • invitar a la otra persona a un restaurante
  • ofrecer flores
  • y sugerir una manera de hacerla feliz.
Florence Brière-Loth, Edifa Aleteia
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