La Semana Santa no es una celebración entre otras: es la Fiesta de las Fiestas. Por ello, es importante tomarse el tiempo de acoger sus gracias y pensar en prepararla bien
El próximo domingo entraremos en ese tiempo que nuestros hermanos orientales llaman la «Gran Semana».
Sin duda, no es mala idea pensar en ello con un poco de antelación porque, al coincidir con el cansancio del final del trimestre y la inevitable agitación del inicio de las vacaciones escolares, ¡esta semana tan esencial seguramente pasará muy rápido!
No impidas que los niños (incluso los más pequeños) participen
La Iglesia nos ofrece la riqueza de su liturgia. La Procesión del Domingo de Ramos y Misa de la Pasión, Misa del Jueves Santo, Vía Crucis y Oficio del Viernes Santo, Vigilia Pascual y Misa de Resurrección: tantas oportunidades para entrar en el misterio del Amor de esta semana extraordinaria.
«La liturgia cristiana no sólo recuerda los acontecimientos que nos salvaron, sino que los actualiza, los hace presentes. El misterio pascual de Cristo se celebra, no se repite; son las celebraciones las que se repiten; en cada una de ellas tiene lugar la efusión del Espíritu Santo que actualiza el único Misterio.
(Catecismo de la Iglesia Católica, §1104).
Con niños pequeños, puede ser difícil, si no imposible, participar en todos los servicios… Pero no hay que subestimar su capacidad de escucha, recogimiento y oración. Sin saturarlos, no les impidamos participar, a su manera, en su medida, en la gran liturgia de la Iglesia.
Y no les privemos de lo esencial: la misa de Pascua. Que la presencia de niños no sea una excusa fácil para prescindir de los actos de Semana Santa; pero tampoco nos preocupemos si la sabiduría nos manda quedarnos en casa. No olvidemos que, sin ir a todas las celebraciones, podemos unirnos con los más pequeños a través de la liturgia familiar.
Pensar en la manera de participar en todos o en parte de los oficios litúrgicos
Esta semana estará muy ocupada… ¿Pasaremos algunos de esos días organizando el equipaje o de camino a las vacaciones? Pensemos ahora en formas específicas de participar en todos o en parte de los servicios litúrgicos: ¿Dónde? ¿A qué hora? etc.
Cuando tenemos una cita con el médico, la peluquería o cuando nuestros hijos tienen que ir al colegio, nos las arreglamos para estar disponibles y ser puntuales. Consideremos que estos oficios de Semana Santa son, en realidad, citas que Dios nos da… y encontraremos los medios para estar presentes allí, ¡y con puntualidad!
En particular, organicemos el fin de semana de Pascua en función de la Misa de Resurrección… ¡y no al revés!
Santiago y Francisca optaron por retrasar su salida de vacaciones para que sus hijos, monaguillos, pudieran servir la misa de Pascua en su parroquia; la familia de Javier, que no practicaba, decidió reunirse el domingo de Pascua: Javier y su esposa Natalia han aceptado, por supuesto, pero han manifestado su intención de vivir la Vigilia Pascual en un monasterio cercano; Juan y Marián se irán de vacaciones el domingo de Pascua: consultando la web, han averiguado dónde y cuándo pueden ir a misa.
No vaciles en responder a su llamada
¿Detalles, todo eso? Por supuesto, la preparación material de la Semana Santa no es lo más importante. Pero sí establece los puntos de referencia que nos permitirán vivir plenamente lo esencial. No se trata, en efecto, de sentirse bajo obligaciones legales (uno «debe» ir a misa), sino de ponerse a disposición de lo que Dios quiere darnos.
A través de su Iglesia, Dios nos invita. Quiere decirnos a todos y cada uno de nosotros personalmente: «¡Mira cómo te quiero!» Quiere hacernos presente el misterio de la muerte y resurrección de su Hijo.
Y ante nuestras vacilaciones para responder a su llamada, Él permanece dolorosamente asombrado:
«Oh, pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he molestado? Contéstame… ¿Se quedaría sin respuesta tanto amor?»
(Himno del Viernes Santo)
Christine Ponsard
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