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miércoles, 17 de abril de 2024

Catequesis del Papa sobre la virtud de la templanza... y crítica a la tortura de prisioneros

El Papa Francisco ha finalizado su ciclo de catequesis sobre las virtudes hablando de la templanzaEl Papa Francisco ha finalizado su ciclo de catequesis sobre las virtudes
hablando de la templanza


Este miércoles el Papa Francisco ha proseguido su ciclo de catequesis sobre las virtudes. Además, en sus saludos y reflexiones de actualidad, ha recordado a Tierra Santa, Palestina, Israel, la "atormentada" Ucrania y los prisioneros de guerra, y ha añadido: "hablando de prisioneros, nos vienen a la mente los que son torturados. La tortura de los prisioneros es algo feo, no es humano", ha denunciado.

La templanza, la virtud de la justa medida

Si en semanas anteriores el Papa Francisco meditó sobre las virtudes de la fortaleza, la justicia y la prudencia, este miércoles se ha centrado en la templanza, que considera "la virtud de la justa medida" y que "va bien con actitudes evangélicas como la pequeñez y la mansedumbre". Con ella, finaliza el repaso a las cuatro virtudes clásicas o aristotélicas, también llamadas las cuatro virtudes cardinales.

"No es verdad que la templanza vuelva a uno gris y sin alegría", advirtió el Papa. La templanza protege de las pasiones e instintos que llevan a la ruina, dijo. La templanza es "la capacidad de autodominio, el arte de no dejarse arrollar por las pasiones rebeldes", dijo el Papa, que, como dice el Catecismo, "mantiene los deseos dentro de los límites de lo honesto".

La templanza va ligada a la prudencia, apuntó. "En un mundo en el que tanta gente presume de decir lo que piensa, la persona templada prefiere, en cambio, pensar lo que dice". Por ejemplo, evita "que un momento de rabia arruine relaciones y amistades", especialmente en el entorno familiar. Además, el abuso de pasiones puede llevar al aburrimiento.

De todas formas, aunque el Papa pide controlar la ira, señala que a veces es necesario y justo indignarse y pronunciar palabras de reproche. Con templanza se pueden defender valores innegociables y a la vez ser empáticos con las personas.

La persona que tiene templanza "es sensible, sabe llorar y no se avergüenza de ello, aunque no llora sobre sí mismo. Derrotado, se levanta de nuevo; victorioso, es capaz de volver a su antigua vida oculta. No busca el aplauso, pero sabe que necesita a los demás".

Mensajes de paz del Papa: no a la tortura a prisioneros

El Papa en su alocución también realizó una llamada a orar por los pueblos en guerra, y mencionó a "los prisioneros de guerra, muchos de ellos torturados". Recordó a Tierra Santa, Palestina, Israel, la "atormentada" Ucrania, y añadió: "Hablando de prisioneros, nos vienen a la mente los que son torturados. La tortura de los prisioneros es algo feo, no es humano. Pensamos en tantas torturas que hieren la dignidad de la persona, y en tantos torturados... Que el Señor ayude a todos y bendiga a todos".

Ya el 30 de mayo de 2023 el Papa distribuyó un vídeo contra las torturas, incluyendo "las sofisticadas, como el trato degradante, la anulación de los sentidos o las detenciones masivas en condiciones inhumanas".

En italiano, deseó que todos los presentes, al partir de Roma regresando a sus respectivos ambientes de vida, lleven el testimonio de un compromiso renovado de fe laboriosa, para que resplandezca en el mundo la luz de Cristo.

***

Catequesis completa de Francisco sobre la Templanza

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Hoy hablaré de la cuarta y última virtud cardinal: la templanza. Esta virtud comparte con las otras tres una historia que remonta muy atrás en el tiempo y no pertenece sólo a los cristianos. Para los griegos, la práctica de las virtudes tenía como meta la felicidad.

El filósofo Aristóteles escribió su tratado más importante sobre ética, dirigiéndolo a su hijo Nicómaco, para instruirlo en el arte de vivir. ¿Por qué todos buscamos la felicidad y sin embargo tan pocos la alcanzan? Esta es la pregunta. Para responder a esta pregunta, Aristóteles aborda el tema de las virtudes, entre las que ocupa un lugar de relieve la enkráteia, la templanza. El término griego significa literalmente “poder sobre sí mismo”.

La templanza es un poder sobre uno mismo. Esta virtud es, por lo tanto, la capacidad de autodominio, el arte de no dejarse arrollar por las pasiones rebeldes, de poner orden en lo que Manzoni llama el “revoltijo del corazón humano”.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que: “la templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados”. “Ella – continúa el Catecismo – Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción y no se deja arrastrar para seguir la pasión de su corazón” (n. 1809).

Entonces, la templanza, como dice la palabra italiana, es la virtud de la justa medida. En cada situación, se porta con sabiduría, porque las personas que actúan movidas por el ímpetu o la exuberancia son, en última instancia, poco fiables.

Las personas sin templanza no son fiables, siempre. En un mundo en el que tanta gente se jacta de decir lo que piensa, la persona temperamental prefiere, en cambio, pensar lo que dice. ¿Entendéis la diferencia No decir lo primero que pienso así, sino pensar lo que debe decir. No hace promesas vacías, sino que se compromete en la medida en que puede cumplirlas.

Incluso con los placeres la persona temperamental actúa con juicio. El libre curso de los impulsos y la total licencia concedida a los placeres acaban volviéndose contra nosotros mismos, sumiéndonos en un estado de aburrimiento. ¡Cuántas personas que han querido probarlo todo vorazmente se han encontrado con que han perdido el gusto por todo! Mejor entonces buscar la justa medida: por ejemplo, para apreciar un buen vino, saborearlo a pequeños sorbos es mejor que tragárselo todo de un trago.

La persona temperamental sabe pesar y dosificar bien las palabras. No permite que un momento de ira arruine relaciones y amistades que luego sólo pueden reconstruirse con gran esfuerzo.

Especialmente en la vida familiar, donde las inhibiciones son menores, todos corremos el riesgo de no mantener bajo control las tensiones, las irritaciones, la ira. Hay un momento para hablar y otro para callar, pero ambos requieren la justa medida. Y esto se aplica a muchas cosas, como por ejemplo estar con otros y estar solos.

Si la persona temperamental sabe controlar su irascibilidad, esto no significa que siempre se la vea con un rostro pacífico y sonriente. De hecho, a veces es necesario indignarse, pero siempre de la manera correcta. Estas son las palabras: una justa medida y justa manera. Una palabra de reproche a veces es más saludable que un silencio agrio y rencoroso.

El temperamental sabe que no hay nada más incómodo que corregir a otro, pero también sabe que es necesario: de lo contrario se estaría dando rienda suelta al mal. En ciertos casos, el temperamental consigue mantener unidos los extremos: afirma principios absolutos, reivindica valores innegociables, pero también sabe comprender a las personas y mostrar empatía por ellas. Demuestra la empatía.

El don del temperamental es, por tanto, el equilibrio, una cualidad tan preciosa como rara. Todo, de hecho, en nuestro mundo empuja al exceso. En cambio, la templanza se lleva bien con actitudes evangélicas como la pequeñez, la discreción, el disimulo, la mansedumbre.

Quien es templado aprecia la estima de los demás, pero no hace de ella el único criterio de cada acción y de cada palabra. Es sensible, sabe llorar y no se avergüenza de ello, pero no llora sobre sí mismo. Derrotado, se levanta; victorioso, es capaz de volver a su antigua vida escondida de siempre. No busca el aplauso, pero sabe que necesita de los demás.

No es cierto que la templanza nos vuelva grises y sin alegría. Al contrario, hace que uno disfrute mejor de los bienes de la vida: estar juntos en la mesa, la ternura de ciertas amistades, la confianza de las personas sabias, el asombro ante la belleza de la creación. La felicidad con templanza es la alegría que florece en el corazón de quien reconoce y valora lo que más importa en la vida. Oremos al Señor para que nos dé este don, el don de la madurez, de la madurez de la edad, de la madurez afectiva, y madurez social. El don de la templanza. Gracias.

Jesús M. C., ReL












viernes, 15 de noviembre de 2019

¿Cómo conseguir que un niño sea disciplinado y un adolescente sereno?


En este artículo, detallaremos cómo podemos ayudarles a desarrollar esta capacidad para conseguir una vida ordenada, prudente y templada.


HOMEWORK

En este artículo, detallaremos cómo podemos ayudarles a los niños y a los adolescentes a desarrollar esta capacidad para conseguir una vida ordenada, prudente y templada.  



PARENTING
Shutterstock-Motortion Films

1. El papel de los adultos: familia y escuela

Una de las claves en la educación es el ejemplo de los adultos que rodean al niño, que atienden al niño o adolescente. Son los padres, cuando son modelo; son los profesores ejemplares; son los monitores o entrenadores de tiempo libre (a menudo deportivo) con liderazgo; etc. Y también los tíos, los abuelos y los hermanos mayores.
La clave está en que estos niños vivan atentos a las pautas que ofrecen sus mayores para conducirse en los retos que plantea la vida.
Y el primer reto es que la casa avance, que en el hogar se desempeñen las tareas, que la familia cumpla las funciones que favorecen  la felicidad y la paz para cada miembro.
Y el segundo reto es la escuela: seguir las pautas del centro escolar y prosperar en el aprendizaje que es casi lo mismo que obedecer a los maestros.
En estos dos retos está claro que obedecer es fundamental para:
  • para autogobernarse,
  • para autorregularse,
  • para inhibir el impulso,
  • para estar atento y
  • para recordar las normas.



BRAZIL


El niño obediente va a crear el mejor clima en el hogar y va sacar más partido de la escuela.
El liderazgo, la batuta, el criterio lo tienen los mayores que deben estar atentos en apoyar y modelar al menor: el niño no aprende solo. El niño debe ser atenta y cuidadosamente dirigido, andamiado diría el gran psicólogo ruso Vygotsky.
La tendencia del niño, del adolescente, desde bien pequeño es el capricho y satisfacer sus deseos en la medida que los mayores no plantean pautas. Tan atento debe estar el mayor como el pequeño.
Más aún, el niño, en los primeros años, no lleva el ritmo, sigue a los mayores en función de la calidad de las actividades que estos mayores planteen, propongan y organicen. Se ve muy claro en la escuela, y no tanto en casa. 
En casa hay muchas tareas, encargos, orden, higiene, horario del sueño, reglas del tiempo libre que el niño debe desarrollar para seguir a sus padres y cuidadores.
En la escuela estarán las lecciones, los ejercicios, los dictados, los juegos en la clase de educación física. Y los deberes en casa. Y ahí los padres y los maestros se han de hacer entender. Han de explicarse bienlenta y clara y positivamente.
Han de invitar serenamente a la obediencia y no pueden ser tutores crispados y gritones, ni funcionar a base de amenazas.
El padre y la madre o el maestro han de ser líderes para el niño de tal forma que seguirlos sea comprensible, agradable, satisfactorio. Sin olvidar que es agradable seguir a quien nos manda bien –cuando somos niños- aunque esta tarea agradable esté basada en la exigencia.




2. Obedecer para llegar a auto-obedecerse

Y si es así como el niño, progresivamente, irá de la dependencia a la autonomía. De las normas exteriores obedecidas porque sí, a las reglas que ha hecho propias y las sigue porque las acepta y las considera razonables tal como demostró Kohlberg el psicólogo del desarrollo moral.
Si un niño de tres años obedece porque su papá lo dice un chico de trece lo hará porque su padre le ha convencido.  Y entonces sucederá que esta convicción, el adolescente, la hará propia y la llevará en su corazón y en su cabeza.
Consecuentemente, si las dinámicas han sido de confianza y el trato ha sido afable, amable y exigente el niño, el adolescente más aún, se sentirá seguro, realizado, capaz y resuelto para resolver los retos (también los morales) que se le pongan por delante.
Las actividades, en casa y en la escuela, han de ser claras, atractivas, bien estructuradas. Un par de ejemplos: en casa es el orden de la habitación y en la escuela es el de la libreta bien ordenada, con buena presentación. Otro ejemplo que hoy es vital: un cabal uso de las nuevas tecnologías (TICs). Tanto en casa como en la escuela.



BOY, SMILE, DOOR
Sergey Novikov | Shutterstock

3. El papel de las virtudes humanas

Es crucial vivir siempre lejos de un clima de malas caras, estrés, desorden y caos. Al contrario, conviene siempre apostar por un clima de relaciones humanas satisfactorias, llenas de energía y de retos porque son muchos los premios que todo ello comporta: paz, satisfacción, reconocimiento, afecto, alegría. 
Se logra autocontrol al desarrollar los hábitos acertados y al llenar el corazón de deseos de realizar acciones buenas que hacen a todos la vida más agradable. Y estos hábitos buenos hechos propios tras la práctica continuada son las virtudes.
El conjunto bien tramado de virtudes constituye un buen carácter. Es decir la práctica de las virtudes cardinales tan clásicas y tan actuales como necesarias:
  • la fortaleza,
  • la justicia,
  • la prudencia
  • y la templanza
Unas virtudes cardinales que cuentan con muchas otras virtudes emparentadas como:
  • la humildad,
  • la gratitud
  • y el perdón, etc.



SOCCER
Shutterstock | matimix

4. Deporte, dieta y sueño 

El ejercicio físico intenso, proporcionado a la edad, es un asunto importante. Los niños, con la familia y la escuela, no solo deben ir al monte y alcanzar pequeñas cimas. Progresivamente los niños y los adolescentes deben desplegar un deporte, una actividad física saludable. 
Lo mismo se puede decir de una disciplina alimentaria sana: en lo que se come, cuándo se come y en qué cantidad.
Y lo mismo debe decirse de la higiene y las horas de sueño para lograr que este sea de calidad. Hay que obedecer a las normas familiares y escolares. 
Con los años los niños, en su camino hacia la adolescencia, irán viendo la conveniencia de estas normas e, insistimos, la convicción interior de que son buenas reglas hará que la auto-obediencia infantil y adolescente sea cada vez más libre e inteligente.



young man, arms to the sky,
By bunyarit klinsukhon|Shutterstock

5. Responder a los retos progresivamente más exigentes

A los niños, a los adolescentes sobretodo, se les demandará tareas, retos, iniciativas cada vez más creativas, más exigentes y que precisan de mayor responsabilidad y autonomía. Esa debe ser la dinámica.
Aminorar el estrés y la tensión y acentuar las zonas de desafío para salir paulatinamente de las sucesivas zonas de confort.
La cabeza del padre y del maestro irán siendo sustituidas por la propia cabeza del niño, y sobretodo del adolescente, que cada vez se siente más seguro y emprendedor. 
Y no lo olvidemos: este proceso no llega a buen puerto si los padres y los maestros no gozan de un autorizado liderazgo, de una autoridad de prestigio que invita, en su coherencia y calidad, a ser seguida.
Ignasi de Bofarull, Aleteia 

miércoles, 27 de diciembre de 2017

304 ¿Su Fe es la Fe de la Iglesia? ¡Compruébelo!

Esta es nuestra Fe, la Fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Escoge la Templanza
304. ¿Por qué es una virtud la templanza?
La templanza es una virtud porque modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. [18091838]


Quien es intemperante se abandona al dominio de sus impulsos, arremete contra otros por su codicia y se perjudica a sí mismo. En el  NUEVO TESTAMENTO encontramos como sinónimos de «templanza» palabras como «moderación» o «sobriedad».

Templanza es vida en plenitud
* El texto (pregunta y respuesta) proviene del Youcat = Catecismo para Jóvenes. Los números que aparecen después de la respuesta hacen referencia al pasaje correspondiente del Catecismo de la Iglesia Católica que desarrolla el tema aún más. Basta un clic en el número y será transferido. 

martes, 19 de diciembre de 2017

300 ¿Su Fe es la Fe de la Iglesia? ¡Compruébelo!

Esta es nuestra Fe, la Fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, Señor nuestro.

 cultivarnos

300. ¿Por qué debemos cultivarnos a nosotros mismos?
Debemos cultivarnos a nosotros mismos para
poder practicar el bien con alegría y facilidad. A ello nos ayuda en primer término la fe en Dios, pero también el hecho de vivir las virtudes; es decir, que con la ayuda de Dios formemos en nosotros actitudes firmes, no nos entreguemos a ninguna pasión desordenada y orientemos las potencias de la razón y de la voluntad cada vez más inequívocamente hacia el bien. [1804­-1805, 1810­-1811, 1834, 1839]


Las principales virtudes son: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Se las llama también «virtudes cardinales» (del lat. cardo = perno, gozne de la puerta,o bien cardinalis = importante).


cultivarnos



* El texto (pregunta y respuesta) proviene del Youcat = Catecismo para Jóvenes. Los números que aparecen después de la respuesta hacen referencia al pasaje correspondiente del Catecismo de la Iglesia Católica que desarrolla el tema aún más. Basta un clic en el número y será transferido.