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domingo, 21 de febrero de 2016

La gula: un pecado escondido por nuestra sociedad de consumo

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Ailín Fessler, catholic-link
Con tanto bombardeo de publicidades que hoy en día nos ofrecen una vida placentera, cómoda y hasta aparentemente perfecta, nos resulta muy difícil saber discernir entre la necesidad y el deseo desordenado. ¿Somos capaces de controlarnos, o las modas nos controlan a nosotros? Eso es lo que nos plantea este comercial creado por la empresa Weight Watchers.

A diferencia de los animales, el hombre tiene la capacidad de controlar sus impulsos mediante el uso de la razón, pero a veces, pareciera que nos comportamos peor que ellos y llegamos a hacer lo que sabemos que nos hace mal. Varios son los motivos, pero uno de los más comunes es el lema «vive el momento», «haz lo que te guste»; dando paso a que no pensemos en las consecuencias que pueden tener nuestros actos.

El video nos habla puntualmente de la gula, uno de los siete pecados capitales, pero se aplica a todo aquello a lo que creamos estar atados: la moda, los videojuegos, las bebidas, la comodidad, etc., todo aquello que hace que centremos más nuestra atención en nosotros mismos que en Dios y en los demás.

«El pecado crea una facilidad para el pecado, engendra el vicio por la repetición de actos» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1865).

Los malos hábitos son difíciles de superar, pero con gran fuerza de voluntad y pidiendo ayuda divina lo podemos lograr. No se trata de decirle a los demás cómo deben vivir, se trata de dar algunos consejos para que cada uno haga un stop durante el día y piense cómo está viviendo.

Los malos hábitos son difíciles de superar, pero con gran fuerza de voluntad y pidiendo ayuda divina lo podemos lograr. No se trata de decirle a los demás cómo deben vivir, se trata de dar algunos consejos para que cada uno haga un stop durante el día y piense cómo está viviendo.

El tiempo de cuaresma es perfecto para intentar corregir nuestros malos hábitos. Podemos ofrecer a Jesús todo aquello que nos cuesta, por amor a Él y en agradecimiento por todo lo que padeció por nosotros. En estos días que nos quedan antes de llegar al Domingo de Resurrección, podemos privarnos de ciertos placeres como una forma de educar nuestras pasiones, de controlar nuestro carácter, aspirando a los placeres celestes que sabemos son eternos.

«No vivan pensando en qué van a comer, qué van a beber o qué ropa se van a poner. La vida no consiste solamente en comer, ni Dios creó el cuerpo sólo para que lo vistan. Miren los pajaritos que vuelan por el aire. Ellos no siembran ni cosechan, ni guardan semillas en graneros. Sin embargo, Dios, el Padre que está en el cielo, les da todo lo que necesitan. ¡Y ustedes son más importantes que ellos!» (Mt 6: 25-26).
















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