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viernes, 31 de marzo de 2017

El Óbolo de San Pedro ya está en Twitter, en español, e Instagram: la caridad del Papa, a un click



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El "Óbolo de San Pedro", nombre con el que se conocen las obras de caridad internacional que dirige el Papa con los donativos que recibe para ello de todo el mundo, tiene ahora cuentas de Twitter en inglés, italiano y español y una cuenta de Instagram (red más centrada en imágenes, en la que el idioma no importa mucho). 

Las cuentas de Twitter son Obolo di San Pietro: @obolus_it (en italiano); Obolo de San Pedro: @obolus_es (en español); y Peter’s Pence: @obolus_en (en inglés); mientras que en Instagram es la cuenta es obolus_va.

Se ha lanzado además el hashtag #movingmercy para alentar “a los católicos de todo el mundo movidos por un idéntico propósito de misericordia”.

El Óbolo de San Pedro ya contaba con una web desde el pasado mes de noviembre: www.obolodisanpietro.va .



Estas cuentas, señala un comunicado este 30 de marzo, nacen por voluntad “de la Santa Sede y como fruto de la estrecha colaboración entre la Secretaría de Estado, la Secretaría para la Comunicación y el Gobernatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano”.

El objetivo de las nuevas cuentas en las redes sociales, explica el comunicado de la Secretaría de Estado, es “dialogar con quien quiere ayudar a los más necesitados y dar a conocer tanto las obras de caridad que se realizan gracias a la solidaridad de los fieles de todo el mundo".

Imágenes y reflexiones
En Twitter e Instagram, informan, se comparte “cada día los mensajes del Pontífice publicados en la página oficial del Óbolo, junto a imágenes, pensamientos y reflexiones sobre las obras de caridad puestas en marcha por la Santa Sede a través de esta histórica iniciativa de caridad cristiana”.

Con África, Ucrania, Jordania...
Entre los proyectos que se promueven a través del Óbolo de San Pedro están un hospital pediátrico en Bangui, República Centroafricana, la colecta alentada por el Papa para aliviar el dolor del pueblo ucraniano y el respaldo a la primera universidad católica en Jordania.

Retos para padres del siglo XXI

El rol del padre ha dado un giro positivo en muchos aspectos.


Adicional a las funciones que tienen los hombres como proveedores del hogar y figura paterna en el desarrollo de los hijos, la vida del siglo XXI les ha asignado nuevas tareas que les involucran aún más en la familia.
El rol del padre ha dado un giro positivo en muchos aspectos. Por lo general, el papá de hoy tiene las mismas responsabilidades que la esposa en el hogar: están a la par en la crianza de los hijos, hace mercado, cambia pañales, ayuda en las tareas escolares, transporta a los chicos, etc. Esto se debe en parte a la incursión de la mujer al campo laboral, que ha dado al padre la posibilidad y la obligación de asumir nuevas funciones dentro de la familia. Los grandes beneficiados de este cambio, son por supuesto, las esposas al trabajar en equipo con sus maridos, los hijos, y la familia como institución y base de la sociedad.
Por eso, dadas las circunstancias de la vida moderna, los hombres deben atender estos desafíos de forma prioritaria:
1. El manejo del tiempo
El equilibrio trabajo-familia es una de las mayores dificultades que presentan los padres. Muchos se quejan de la falta de tiempo para estar con sus hijos, pues en realidad es algo que anhelan. Frente a esa trampa, surge buen efecto tener siempre presente esta idea: Trabajamos por ellos y para ellos, no los perdamos en el camino. De esta manera la prioridad vuelve a ser la familia y el sentido del trabajo cobra el lugar que es.
Adicional a ello, hay que revalorizar aquellas pequeñas y cotidianas oportunidades –cenas, en el traslado al colegio o a casa, a la hora de dormir, etc.- para sacarles el máximo provecho y establecer así una comunicación más íntima entre papá e hijo/a.
Es necesario además, que sea un tiempo de calidad, y esto sólo se logra con voluntad y dedicación. Por consiguiente, al llegar a casa hay que apagar el televisor, apartar los móviles y las tabletas, para poder aprovechar los pocos minutos que se tienen con los chicos antes de que se vayan a la cama.
2. Ser padres y no amigos de los hijos
Algunos quieren replantearse ciertos esquemas con los que fueron educados y, a la hora de tener sus hijos, se proponen establecer una relación más estrecha con ellos. La intención es maravillosa pero no debe confundirse con el deseo de ser “amigos” de los hijos.
La psicóloga chilena Pilar Sordo explica al respecto: “No queremos verles la cara larga, que nos digan que somos anticuados, distintos a los padres de sus compañeros, que somos ‘mala onda’. En realidad, queremos ser papás ‘buena onda’, aparecer como evolucionados y esto nos hace ser tremendamente ambiguos en nuestra forma de educar. Nos cuesta decir que no. Nos vamos en cuarenta explicaciones, somos los reyes de los ‘depende’, con lo que metemos a los niños en una red de inseguridades que les impide conocer qué es correcto y qué no y todo parece permitido.
Es desacertado además, cuando los padres asumen una actitud que los lleva a comportarse como los muchachos, tratando de estar a su nivel en cuanto a la moda, el léxico y el trato de “tú a tú” con los amigos de los hijos.
Vale aclarar que el hecho de compartir actividades con los hijos (ir a un partido de fútbol, llevarlos a sus primeras fiestas, jugar una partida de videojuegos, enseñarles a bailar) son espacios primordiales propios de una relación de confianza, mas no de amistad.
En síntesis, la autoridad es, y seguirá siendo asunto de los padres, nadie más puede ejercerla, sólo ellos tienen la potestad.
3. Ser padre ejemplo
El papá es el primer referente masculino que tienen los hijos, y su función varía en relación al hijo y a la hija.
Para las hijas, según explica la Dra. Meg Meeker, autora del libro “Padres fuertes, hijas felices”, el padre es el hombre más importante de sus vidas, sus interacciones las preparan para relacionarse con los demás hombres: “Las hijas vigilan al padre como halcones. No sólo miran cómo las trata a ellas, sino también cómo trata a la madre. Si ven que el padre le abre la puerta a la madre, la ayuda a limpiar la cocina y tiene paciencia, llevarán todo eso a su propio matrimonio y, les guste o no, de manera conciente o inconciente, lo reproducirán. Las hijas aprenden cómo deben ser tratadas al mirar cómo el padre trata a la madre.”

En cuanto a los hijos, la función no es menos loable. La figura del padre es determinante en la transmisión del concepto de masculinidad a los hijos. Es él quien emite el modelo principal de imitación y según se le observe, el hijo adoptará las conductas, de ahí su trascendencia, pues será el punto de referencia. El hijo debe aprender del padre, el papel que ejerce el varón dentro de la familia, así como las actividades afines a su sexo.
De ahí que el buen o mal ejemplo de los padres sea tan determinante. Su gran influencia en la transmisión de normas y valores, lo convierten en una de las claves de la formación de los hijos.
Artículo originalmente publicado por lafamilia.info

jueves, 30 de marzo de 2017

174 ¿Basta la fe para ser cristiano de verdad?

Esta es nuestra Fe, la Fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, Señor nuestro.



¿ Basta la fe para ser cristiano?
174. ¿Por qué no es suficiente la fe en Jesucristo? ¿Para qué nos da Dios además los sacramentos?
Debemos y podemos acceder a Dios con todos los sentidos, no sólo con el intelecto. Por eso se nos da Dios en signos terrenos, especialmente en el pan y el vino, que son el Cuerpo y la Sangre de Cristo. [1084, 1146-

Los hombres vieron a Jesús, lo escucharon, pudieron tocarlo y experimentaron la salvación y la sanación de cuerpo y alma. Los signos sensibles de los SACRAMENTOS llevan ese mismo sello de Dios, que quiere dirigirse al hombre en su totalidad, y no sólo a su cabeza.                                                                                                      
¿ Basta la fe para ser cristiano?


* El texto (pregunta y respuesta) proviene del Youcat = Catecismo para Jóvenes. Los números que aparecen después de la respuesta hacen referencia al pasaje correspondiente del Catecismo de la Iglesia Católica que desarrolla el tema aún más. Basta un clic en el número y será transferido. 

El remedio para curar los malos sentimientos

Jesús nos enseña a transformar los malos sentimientos en fuentes de bendición




Dentro de nosotros existen muchos sentimientos negativos que crean miedo, tristeza, envidia, mentira y nos impiden vivir la verdadera felicidad. Sin embargo, Jesús nos enseña el remedio para curar estos malos sentimientos, y transformarlos en fuente de bendición.
En Juan 7,38 leemos: “El que crea en mí, como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva”. Este agua viva es el Espíritu Santo. Jesús habla de un río de agua viva, es decir, de un río de agua cristalina, con el poder de irrigar los sentimientos negativos y transformarlos en sentimientos de victoria.
Si dejamos al Espíritu Santo actuar, el miedo se transforma en coraje para no desistir.
La tristeza da lugar a la alegría, porque experimentamos la certeza, la confianza en los cuidados de Dios.
La envidia se vuelve capacidad para ver en el ejemplo de los demás el estímulo para sacar lo mejor de nosotros mismos, sin intentar perjudicar ni copiar lo que hace el otro.
Y, finalmente, la mentira da lugar a la verdad por dos motivos: la verdad es Jesús, y el padre de la mentira es el demonio.
Sea cual sea el sentimiento negativo que ahora está en tu corazón, reza conmigo: Espíritu Santo, cúrame, libérame y dame tu fuerza.
Por Encontro com Cristo

miércoles, 29 de marzo de 2017

10 buenos hábitos que harán más placentero el día a día

Cada día puede ser único y más hermoso que el anterior. ¡No esperes las ocasiones especiales para disfrutar del momento! ¡Plantéalas!

10 buenos hábitos que harán más placentero el día a día




Mathilde Dugueyt, aleteia
A veces no los apreciamos. Son insignificantes, involuntarios, triviales. Sin embargo, pueden cambiar nuestra vida cotidiana y el bienestar. Pequeños gestos, hábitos, costumbres como caminar haciendo estiramientos, beber un vaso de agua con zumo de limón por la mañana o hacer las tareas domésticas acompañadas de música… Descubre algunos pequeños placeres que vale la pena disfrutar cada día para romper con la rutina. Cada día, tanto como sea posible, porque dan sus frutos.
  1. Introduce el orden

Trata de mantener tu espacio en orden y con el menor número de objetos que no sirven para nada y contaminan el medio ambiente. No permitas que en la mesa del comedor se crea imperceptiblemente el desorden y se acumulen los objetos como en un puesto de un bazar. Todas las cosas, objetos, deben tener su lugar. Entonces se encuentran fácilmente y no perturban la armonía de los miembros del hogar.
  1. Anda descalza/o sobre la hierba fresca

Cuando haga más calor, deja el ordenador, sal a pasear por el parque y anda un momento con los pies descalzos. Y cuando el sol caliente de verdad, incluso acuéstate en la hierba. Tal contacto con la naturaleza tiene un efecto beneficioso: ayuda a calmarse, a ordenar y organizar los pensamientos, y a centrarse en lo importante.
  1. Cambia la programación

Trata de salir de la rutina dando otro ritmo a los próximos días. Esto te da la oportunidad de ver la vida y tus asuntos desde una perspectiva algo diferente. Levántate temprano para tener tiempo para desayunar tranquilamente o hacer ejercicio. Encuentra un momento para recoger a los niños de la escuela. Con este tipo de cambios, el día a día cada vez tendrá un sabor diferente.
  1. Por la mañana tómate un vaso de agua con zumo de limón

Después de despertarte, en lugar de café, bebe un vaso de agua tibia con limón (el zumo de medio limón se puede mezclar con ¾ de vaso de agua mineral y el resto se complementa con el agua hirviendo). Esto es bueno para la piel, la digestión, aporta la vitamina C y los antioxidantes, desacidifica el cuerpo. Como resultado, ayuda a fortalecer el sistema inmunológico y… reduce un poco el apetito. No ingiriendo a toda prisa cualquier cosa, te prepararás tranquilamente un desayuno saludable y decente.
  1. Mira hacia el exterior

Recuerda hacer pequeños descansos regulares en el trabajo, especialmente si pasas la mitad del día delante del ordenador. Sal de la oficina por un momento, siente el viento, el olor de la primavera, el sol. Céntrate por un momento en estos sentimientos. “Ventilarás” la mente.
  1. Toma nota de los pequeños placeres y momentos de alegría

Cómprate un cuaderno especial o un bloc de notas en el que irás anotando las cosas agradables y sorprendentemente que te han pasado ese día – momentos efímeros y gestos que te son fuente de alegría para ti, pero que acontecen sin querer y tienden a ser rápidamente olvidados. ¡Ves volviendo a ellos! Los días son más hermosos gracias a esos momentos, por lo que vale la pena repetirlos. Involucra a los niños en este juego. Antes de ir a la cama repasad juntos la lista de las alegrías diarias.
  1. Transforma el trabajo en placer

Cada actividad rutinaria puede servir de oportunidad para añadir a ella un pequeño placer. Lavando los platos se puede escuchar música o un audio libro, para cocinar se puede invitar al hijo y aprovechar la ocasión para hablar con él, el tedioso balance de gastos es más fácil de hacer con un té bien preparado. En lugar de centrarse únicamente en la tarea, es mejor centrarse en el bienestar.
  1. Estírate como un gato

Nos olvidamos de este reflejo natural. Si tienes un gato, mira, cómo lo hace. Después de despertarse siempre se estira lentamente. Es la manera perfecta para relajar el cuerpo y liberar la tensión acumulada. Antes de levantarte de la cama por la mañana y poner el pie en el suelo, estírate a conciencia como un niño. Y comienza el día con una sonrisa. Es un simple gesto. ¡Acuérdate de él también durante el día y repítelo!
  1. Mánchate las manos

Pasamos la mayor parte del tiempo frente a la pantalla, con las manos en el teclado… ¡Da a tus manos otro trabajo! Amasa la masa para un pastel, coloca un ramo de flores, pinta un cuadro, planta las flores. Juega un poco con esto, como un niño. Estos “trabajos manuales” no sólo relajan, sino también nos hacen sentir despreocupados como en la infancia, y ¡ayudan a pensar!
  1. Disfruta preparando sorpresas

Para que cada día sea único, piensa de qué manera agradable puedes sorprender a tus seres queridos: a tus hijos, a tu marido / a tu esposa, y también a ti misma/o. Es la manera de cuidar con más mimos de la familia. Preparar una buena comida, planear el fin de semana, una película para la noche. ¡No esperes las ocasiones especiales! ¡Plantéalas!
El texto fue publicado en la edición francesa de Aleteia

La receta infalible contra las tentaciones que alejan de Dios

¡Quiero una vida contigo, Jesús!



La receta infalible contra las tentaciones que alejan de Dios




Juan Barbudo Sepúlveda, aleteia
El desierto es un lugar para experimentar el silencio, la aridez, la soledad. Todo desierto impone porque no hay absolutamente nada a tu alrededor y percibes lo frágil y pequeña que es tu naturaleza en medio de ese inmenso mar de arena. También percibes la grandeza de Dios en el silencio y el abandono del desierto. No hay nada que te distraiga. Toda esa aridez habla de nuestra única fuente que es Dios.
El desierto es un lugar privilegiado para encontrarse con Dios cara a cara. Son muchos los hombres y las mujeres que a lo largo de la historia se han retirado al desierto para estar a solas con Dios y vivir allí una vida exclusivamente dedicada a Él, sólo a Él, sin distracciones, sin cosas banales ni superfluas. Solo Dios basta.
El desierto también es un lugar de tentaciones. Es allí donde también surgen antiguos fantasmas que intentan alejarnos de nuestro centro y hacernos renegar de nuestra esencia más profunda.
Tal vez sea por la cercanía tan especial con Dios, o tal vez también por los sacrificios que implica aguantar las adversidades de un desierto. La dureza del desierto hace que surja con fuerza la tentación que se nos presenta bajo forma de bien: “¿Qué necesidad tienes de sufrir cuando estarías más cómodo en tu casa? ¿Estás seguro de qué es Dios a quien te has encontrado, no es una sugestión? Si fuese Dios de verdad, no te dejaría sólo y abandonado en un desierto”.
Esta misma tentación la tuvo el pueblo de Israel, que habiendo sido liberado de la esclavitud y recibiendo la promesa y el regalo de Dios de habitar una tierra prometida, empieza a dudar de esa promesa cuando se ve en medio del desierto y tiene que soportar el hambre y otras adversidades.
Aparecen los fantasmas de la duda y la desconfianza de Dios. Surge la tentación de hacer su propio plan, de volver atrás aunque ello implique volver a la esclavitud.
La tentación es siempre un engaño. Se nos presenta un mal, una actitud de rebeldía hacia Dios, bajo forma de bien y de felicidad.
El que cae en la tentación normalmente no tiene la intención de hacer el mal que no desea, sino que, simplemente, se ha dejado arrastrar por una felicidad o un bien que no es real y que está fuera de la órbita de Dios.
Lo que está en el fondo de la tentación es un apartarse de Dios y poner en el centro otras cosas, tal vez urgentes, pero superfluas e innecesarias al final.
Somos mucho más tentados de lo que creemos. El mayor tentador es el demonio. No le interesa que estemos cerca de Dios. No nos quiere bien y por eso su mayor afán es apartarnos del amor de Dios y hacernos caer en el pecado.
Jesús deja al descubierto las intenciones del demonio. Éste lo que quiere es seducirnos con los bienes materiales y convencernos de súper poderes inexistentes. Intenta presentarnos un mundo mejor y más feliz pero por nuestra cuenta, sin Dios.
Aquí está la receta frente a las tentaciones: estar muy unidos al Espíritu Santo. Implorar su ayuda para dilucidar y ver el engaño y la falacia en tantos argumentos, aparentemente buenos, que nos presenta nuestro mundo.
Tenemos que contar siempre con la ayuda de Jesús que vence todas las tentaciones y al que las provoca. No en vano, una de las frases que reza Jesús dirigiéndose al Padre es la de: “No nos dejes caer en la tentación y líbranos de todo mal.”
No quiero hacer mi propio plan, no quiero trazar un camino paralelo a Dios. ¡Quiero una vida con Dios! Señor, ¡no me dejes caer en la tentación!

Por el padre Juan

martes, 28 de marzo de 2017

173 Necesidad de los sacramentos

Esta es nuestra Fe, la Fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, Señor nuestro.


Necesidad de los sacramentos


173. ¿Y para qué necesitamos en realidad los sacramentos?
Necesitamos los SACRAMENTOS para transformar nuestra pequeña vida humana y por medio de Jesús llegar a ser como Jesús: hijos de Dios en libertad y esplendor. [1129]

En el Bautismo los hijos perdidos de los hombres se convierten en hijos protegidos de Dios mediante la CONFIRMACIÓN los débiles se convierten en fuertes; mediante la Confesión los culpables se convierten en reconciliados; mediante la EUCARISTÍA los hambrientos se convierten en pan para otros; mediante el Matrimonio y mediante el Orden sacerdotal los individualistas se convierten en servidores del amor; mediante la Unción de los enfermos los desesperados se convierten en hombres con confianza.
El sacramento de todos los sacramentos es Cristo mismo. En él podemos dejar la perdición del egoísmo y entramos en la verdadera vida, que no cesa nunca.
Necesidad de los sacramentos


* El texto (pregunta y respuesta) proviene del Youcat = Catecismo para Jóvenes. Los números que aparecen después de la respuesta hacen referencia al pasaje correspondiente del Catecismo de la Iglesia Católica que desarrolla el tema aún más. Basta un clic en el número y será transferido. 

¿Qué es el perdón apostólico

Reservado para quienes se encuentran en su lecho de muerte, puede ser un gran momento de gracia


perdón apostólicoPhilip Kosloski, aleteia
Cuando una persona está cerca del umbral de la muerte, hay una bendición en particular que la Iglesia reserva para este momento tan sagrado: el perdón apostólico. Es un perdón que puede ser dado por cualquier sacerdote, y que tiene el poder especial de quitar todas las penas temporales del pecado.
La Enciclopedia Católica explica exactamente lo que es el perdón apostólico y los requisitos para celebrarlo.
“La unción [de los enfermos] suele realizarse con el otorgamiento de la bendición apostólica, o “última bendición”, como se llama comúnmente. A esta bendición se agrega una indulgencia plenaria, que se obtiene, sin embargo, sólo a la hora de la muerte, es decir, se le da nunc pro tunc. Se confiere en virtud de una facultad especial concedida a los obispos y por ellos delegada en general a sus sacerdotes. Las condiciones necesarias para obtenerlo son la invocación del Santo Nombre de Jesús, al menos mentalmente, actos de resignación por los cuales el moribundo profesa su disposición a aceptar todos sus sufrimientos en reparación de sus pecados y se somete por entero a la voluntad de Dios … . Las palabras de san Agustín lo explican: “Por muy inocente que haya sido su vida, ningún cristiano debe aventurarse a morir en ningún otro estado que el del penitente”.
El perdón apostólico es precedido normalmente por el sacramento de la penitencia, siempre que la persona moribunda esté en condiciones de participar en él. El sacerdote reza entonces la “última bendición”.
Por los santos misterios de nuestra redención,

que Dios todopoderoso te libere
de todos los castigos en esta vida
y en la vida futura.
Que te abra las puertas del paraíso
y te dé la bienvenida a la alegría eterna.
R. Amen.
O como se rezaba tradicionalmente en tiempos pasados, añadiendo algún contexto adicional de la Biblia:
Que nuestro Señor Jesucristo, que dio a su bendito apóstol Pedro el poder de atar y desatar, acepte misericordiosamente tu confesión y restaure tu inocencia bautismal. Y yo, por el poder que me ha dado la Santa Sede, te concedo una indulgencia plenaria y la remisión de todos los pecados; En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Por los misterios sagrados de la salvación de la humanidad, que Dios Todopoderoso te perdone las penas de la vida presente y de la vida venidera, y que Él te abra las puertas del Paraíso y te admita a la felicidad eterna.
Es una bella oración y está destinada a acelerar el paso del alma penitente a las puertas del cielo, perdonando el castigo del pecado que ya se ha confesado o, al menos, del que se ha arrepentido completamente en sus corazón. No garantiza que alguien vaya directamente al cielo, pero despeja los obstáculos de la carretera, por así decirlo, para que el alma pueda elegir libremente correr hacia los brazos de Jesús.
La oración es un acto supremo de misericordia y tiene un gran poder, aprovechando la autoridad dada a san Pedro para “atar y desatar” (Mateo 16, 19). Es un regalo para un alma en su lecho de muerte y tiene el beneficio añadido de dar paz a la familia y amigos, asegurándoles que han hecho todo lo posible para acercar su alma a las puertas del Paraíso.