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sábado, 25 de marzo de 2017

51 La Santa Misa contada en Historietas


La Santa Misa contada en Historietas



  51. Permanece y vuelve de nuevo.

(Podéis ir en paz)

Año 1453. Los turcos bajo el mando del sultán Mahoma II han conquistado Constantinopla después de un asedio prolongado. La gente busca refugio en la Hagia Sofía, la catedral de la "Sabiduría Divina". Apretados unos contra otros están arrodillados. La catedral tiene un segundo piso hecho de cuerpos humanos. Lloran, gimen y rezan. En el altar mayor el monje ciego, Makarios, celebra la Sagrada Liturgia, la Santa Misa.

Los turcos irrumpen el santuario. Luego de haberse reunido afuera empujan las puertas de bronce. Como primero entra, sentado en su caballo, el sultán Mahoma II. Cabalga por encima de los cuerpos humanos. Detrás vienen cabalgando los oficiales. Ante el iconostasio, ante la pared que está cubierta de imágenes santas, se detiene. Manda que destrocen las imágenes a fuerza de hachazos. El sultán espolea su caballo. El caballo sube el altar mayor. Allí el sultán se para. Quiere decir que no solamente ha conquistado la ciudad imperial sino el cristianismo.

Cuando el sultán entró a la catedral, en ese momento el monje ciego, Makarios, abandona el altar. En sus manos lleva el santísimo sacramento. Con paso seguro camina hacia la columna que sostiene la cúpula. Quieren pararlo porque parece que no se percata de la columna. Sin embargo continua caminando hacia la columna. Esta se abre y se cierra. El monje está encerrado en la columna, con el sacramento en sus manos. La fe del pueblo dice que volverá algún día y pondrá el cáliz en el altar y celebrará la Santa Misa.

Puede ser que no nos dejarán ya celebrar la Santa Misa. Los enemigos exteriores pueden convertir las iglesias en cinemas como sucedió con muchas en Rusia. Enemigos interiores pueden querer robarnos la fe en el cuerpo y la sangre de Cristo, en el sacrificio de la cruz. ¡Que quede en tu corazón la fe en el santísimo sacramento del cuerpo y de la sangre: "¡No permitas que nunca me separe de Ti" - aunque estén cabalgando por encima de nuestras cabezas y de nuestros cuerpos! ¡Que El resucite en todos los lugares donde han tratado de aplastarlo! Resucita en todo lugar donde una persona, en cuya vida estaba "empotrada la fe en el cuerpo y la sangre de Cristo", nuevamente vuelve a Cristo.

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