Para hacer florecer una espiritualidad auténtica en las nuevas generaciones hay que partir de sus preocupaciones. Mira cómo
Tres pasos para hacer un verdadero y auténtico discernimiento espiritual. Tres pasos dirigidos a los jóvenes, que en octubre de 2018 serán los protagonistas del Sínodo. Ya del 19 al 24 de marzo, la reunión pre sinodal, en Roma, definió la percepción que ellos hoy tienen de la Iglesia. En ese sentido fue estratégico el cuestionario on line que jóvenes de todo el mundo han rellenado desde junio de 2017.
Diego Fares S.I. dijo para La Civiltà Cattolica (cuaderno 4025) que un primer paso necesario para ayudar a los jóvenes a crecer en el discernimiento consiste en identificar lo que los “inquieta”, escuchando lo que dicen.
No se sienten escuchados por los adultos
En el cuestionario muchos jóvenes, por ejemplo, consideran que son poco escuchados por el mundo adulto. Y piensan que esto no sucede, escribe Fares, “por mala voluntad”. “Son los jóvenes quienes están llamados a desarrollar de manera más decisiva un papel de protagonistas”.
Las consecuencias de esta percepción no son para nada positivas y tienen repercusiones “sobre su visión de la cultura y del mundo actuales”.
“Los jóvenes -subraya el sacerdote jesuita- se alejan cuando perciben que la intención de fondo de quien les habla es ‘disciplinarlos'”.
En resumen, pensar que con adoctrinamiento, mensajes continuos e incesantes lograrán plasmar a un joven es un error que no se debe cometer.
Atraídos por la ayuda solidaria
Al contrario, subraya Fares, “los jóvenes se acercan y responden con gran generosidad cuando son llamados a ayudar de manera concreta a los demás”. Y cita la respuesta emblemática a una de las preguntas del cuestionario:
“Según yo -afirma uno de ellos- lo que atrae a los jóvenes son sobre todo los grupos de ‘ayuda solidaria’, es decir, visitar las casas de ancianos o simplemente reunirse para dar de comer a personas con necesidad. ¿Por qué? Porque los jóvenes sienten que ahí se puede compartir, sin tener la misma creencia, una realidad que se llama solidaridad y amor por el prójimo”.
Abajo, afuera, atrás
De aquí pueden surgir tres pasos a realizar para un auténtico discernimiento espiritual de las nuevas generaciones. Tres etapas que La Civiltà Cattolica resume así: “Estos pasos presuponen que una persona esté justamente preocupada por elegir algo mejor y, como respuesta, dé un paso hacia abajo, humillándose interiormente, luego otro paso hacia afuera, saliendo de sí mismo para servir, y finalmente un paso hacia atrás, que completa los momentos anteriores, abrazándolos; y espera la confirmación del Espíritu y de la Iglesia, entendida como jerarquía y como pueblo fiel de Dios”.
Primer paso: la inspiración del Espíritu Santo
El primer paso de un discernimiento viene “de lo alto” cuando el Espíritu Santo entra en la vida de cada uno de nosotros. Es necesario dejarse ir y dar “un paso hacia abajo, reconociendo la gracia”. Este paso, observa Fares, corresponde a la actitud que san Ignacio describe en una de sus reglas del discernimiento:
“El que está consolado procure humillarse y bajarse cuanto puede” (Ejercicios espirituales, n. 324).
También el papa Francisco, recuerda el sacerdote jesuita, describe la “tensión” que ocurre en este paso:
“Un cambio en la toma de conciencia cristiana deriva siempre de su origen “de lo alto”, de la inspiración del Espíritu Santo”.
“El ejemplo – se lee en La Civiltà Cattolica – puede ser el de la gota de agua que entra en la esponja – dulce, delicada y suavemente, en silencio y como en la propia casa, de puertas abiertas”.
Segundo paso: la misión
El segundo paso a realizar la concreción a este dejarse ir frente a la infusión del Espíritu Santo. Un paso “hacia afuera”, dice Fares, saliendo en “misión”:
“Acompañar a los jóvenes en este paso del discernimiento implica que se les ayude a confrontar sus formulaciones con una visión más amplia y profundade lo que el Espíritu Santo ha dado a la Iglesia y que forma parte de la tradición. Pero no basta una confrontación puramente intelectual: es necesario que los jóvenes la hagan en el ámbito de un servicio concreto, en donde la realidad vaya clarificando sus ideas. Por eso es importante dar pasos ‘hacia afuera’. El discernimiento es misionero”.
También en este caso es bueno recordar un consejo de Bergoglio en relación a la misión:
“La misión debe poseer una apertura tan universal que no quede sofocada por particulares estériles”.
Fares subraya que la realidad en que se sumerge la misión es el espacio de las Bienaventuranzas y del capítulo 25 de Mateo, “el espacio en donde el Reino se vuelve real, tanto en una tierra de misión como en la periferia de la propia parroquia, o en la dedicación a los más pobres que hace que la obra personal de misericordia se transforme en institución”.
Tercer paso: memoria y enseñanza
Finalmente el camino hacia este auténtico discernimiento para cada joven se concluye con una confirmación en tres fuentes: “La del consuelo del Espíritu, que es interior; la de la Iglesia jerárquica, que es jurídica; y la del pueblo fiel, que se expresa con la alegría, el afecto y la colaboración en la misión”.
Cuidado. Es el momento decisivo de un discernimiento eficaz. Porque esta tercera fase siempre es dinámica, no teórica. Se mueve en una constante tensión entre memoria y enseñanza, “entre lo que se debe conservar con fidelidad y lo que debe transmitirse – subraya Fares – de manera que el mensaje llegue al corazón de las nuevas generaciones, es el ámbito propio del discernimiento”.
“Una formulación doctrinal conjuga estas tensiones, permitiendo a la realidad brillar en y sobre las ideas. La doctrina atrae sin hacer proselitismo, une y unifica desde dentro, sin necesidad de colocarse exteriormente”.
Inspirados por el Verbo
Concluidas las etapas del discernimiento, debe recordarse que “la fuente de inspiración y el modelo de estos pasos de discernimiento es el Verbo hecho carne, pues bien -concluye el sacerdote jesuita en esta interesante reflexión- los pasos de la Encarnación no pueden ser considerados por separado: la irrupción del Verbo en la historia, su presencia entre nosotros es la explicación de su mensaje, en gestos y palabras”.
Gelsomino del Guercio, ReL
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