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jueves, 27 de agosto de 2020

Evangelio del día: Estén preparados

ChristianArt 
 
Mt 24, 42-51 A la hora en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre 
 
 
La visión de Dios de Ezequiel, pintada por Rafael (Raffaello Sanzio da Urbino, 1483-1520), pintada en 1518,
 Óleo sobre tabla, © Palazzo Pitti, Florencia 
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Velen y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre. Fíjense en un servidor fiel y prudente, a quien su amo nombró encargado de toda la servidumbre para que le proporcionara oportunamente el alimento. Dichoso ese servidor, si al regresar su amo, lo encuentra cumpliendo con su deber. Yo les aseguro que le encargará la administración de todos sus bienes. Pero si el servidor es un malvado, y pensando que su amo tardará, se pone a golpear a sus compañeros, a comer y emborracharse, vendrá su amo el día menos pensado, a una hora imprevista, lo castigará severamente y lo hará correr la misma suerte de los hipócritas. Entonces todo será llanto y desesperación’’.
Comentario
Bulle
San Teodoro el Estudita (759-826)
monje en Constantinopla
Catequesis 16 (Les Grandes Catéchèses, Spiritualité Orientale n° 79, Bellefontaine, 2002), trad. sc©evangelizo.org

¡Estemos alertas!
Estén atentos a mis palabras y escuchen mis humildes discursos. A todos ustedes digo y exhorto: “¡Elévense hacia Dios, desháganse de sus apegos a las pasiones!” He aquí lo que proclama el profeta: “Vengan, subamos a la montaña del Señor y a la casa de Jacob” (Is 2,3), es decir, a la impasibilidad. Con los ojos de nuestro intelecto, contemplemos la alegría que nos es reservada por las promesas celestes.
Hijos bien-amados: junten su ardor, tomen alas de fuego como las palomas. Según lo que está escrito, vuelen (Sal 54,7) y pasen a los rangos que están a la derecha (cf. Mt 25,33), que son los de la virtud. Reciban alegría y deseo espiritual y apasionado de Dios. Gusten la gran suavidad (cf. Apo 10,9-10) de su amor y, gracias a él, considerando todo como secundario, ¡pisoteen vanidad, deseo de la carne y cólera tenaz! (…)
¡Arremanguemos las mangas de nuestras túnicas, estemos alertas, con la mirada penetrante y el vuelo rápido para ese viaje que nos lleva de la tierra al cielo! Los viajeros podrán tener que sufrir, por cierto. Eso también les llega, como ven. Penan con duros trabajos, se fatigan, trabajan la tierra hasta perder soplo, les corre la transpiración, no tiene más fuerza, están hambrientos, sedientos. Uno pena arando, otro en trabajar la viña, otro a producir aceite, o a cocinar, construir, hacer el pan u ocuparse de la bodega. Cada uno en su lugar. Todos avanzan en la ruta de Dios, se aproximan a la gran ciudad. Con la muerte tendrán acceso a la indecible alegría de los bienes que Dios reserva a los que lo hayan amado. (…)
Podamos ser juzgados dignos del reino de Cristo, nuestro Dios, a quien es la gloria y la potencia con el Padre y el Santo Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.(EDD)




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