En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerle una trampa: “¿Le está permitido al hombre divorciarse de su esposa por cualquier motivo?” Jesús les respondió: “¿No han leído que el Creador, desde un principio los hizo hombre y mujer, y dijo: ‘Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, para unirse a su mujer, y serán los dos una sola cosa?’ De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Así pues, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. Pero ellos replicaron: “Entonces ¿por qué ordenó Moisés que el esposo le diera a la mujer un acta de separación, cuando se divorcia de ella?” Jesús les contestó: “Por la dureza de su corazón, Moisés les permitió divorciarse de sus esposas; pero al principio no fue así. Y yo les declaro que quienquiera que se divorcie de su esposa, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, y se case con otra, comete adulterio; y el que se case con la divorciada, también comete adulterio”.
Entonces le dijeron sus discípulos: “Si ésa es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse”. Pero Jesús les dijo: “No todos comprenden esta enseñanza, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. Pues hay hombres que, desde su nacimiento, son incapaces para el matrimonio; otros han sido mutilados por los hombres, y hay otros que han renunciado al matrimonio por el Reino de los cielos. Que lo comprenda aquel que pueda comprenderlo”.
Comentario
Reflexión sobre la escultura
En la lectura del Evangelio de hoy, Jesús dice que "el marido y la mujer ya no son dos, sino una sola cosa". Nuestra escultura de hoy (foto que muestra a Barbara Hepworth trabajando en su estudio esculpiendo), muestra esta unidad que es la escultura. Es una pieza, un material, pero tiene dos agujeros, dos interiores, que son cada uno diferente. Hepworth siempre hizo estas esculturas con agujeros. Los agujeros son casi como heridas abiertas; son aperturas al mundo que hay detrás de la escultura; la ausencia de la madera en esos agujeros, acentúa la presencia de lo que está allí; los dos agujeros no son huecos, son conexiones, todo parte del mismo conjunto. Pienso que esta escultura, sin pretenderlo, ilustra el matrimonio. Dos personas, cada una con sus heridas, sus agujeros, sus defectos, se convierten en uno. Una unión, una escultura o "un cuerpo" como nos dice Jesús... ambas personas son parte de la misma obra de arte...
En 2014, al hablar del Sacramento del Matrimonio, el Papa Francisco dijo lo siguiente: "Fuimos creados para amar, como un reflejo de Dios y su amor. Y en la unión matrimonial el hombre y la mujer realizan esta vocación, como signo de reciprocidad y de la comunión plena y definitiva de la vida". Cuando un hombre y una mujer reciben el sacramento del matrimonio, "Dios, por así decirlo, se refleja en ellos, les imprime los rasgos y la naturaleza indeleble de su amor. El matrimonio es el icono del amor de Dios por nosotros. En efecto, Dios también es comunión: las tres Personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo han vivido siempre y viven para siempre en perfecta unidad. Y este es el misterio del matrimonio: Dios hace que las parejas casadas sean una sola existencia."
By Patrick van der Vorst y Br Juan Carlos Arias Bonet, LC
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