El llamado es sencillo: “Sé santo”.
“Santifíquense, pues, y sean santos, porque yo soy Yavé, el Dios de ustedes.! (Levítico 20, 7)
Dios no te pidió que fueras médico, presidente, escritor, taxista, político, ingeniero, arquitecto, para ganarte el cielo. Lo que te pide está a tu alcance, es algo más allá de todo lo que estás haciendo, un paso extra… Te pide que en medio de esa carrera que ejercerás en tu vida profesional, te hagas santo y seas ejemplo para todos. Si eres médico, sé un médico santo. Si eres presidente, sé un presidente santo…
«…así como el que os ha llamado es santo, así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta, como dice la Escritura: Seréis santos, porque santo soy yo.»
(Pedro 1, 15’16)
(Pedro 1, 15’16)
Hay una definición que me encanta. La dio el Papa Benedicto cuando era cardenal: “Ser santo es ser amigo de Dios”. No puede ser más simple.
Un amigo es aquél que está siempre disponible. Ser amigo de Dios es respetar lo que a Él le agrada que hagamos. Te dio los 10 mandamientos. No robarás. No matarás. No desearás los bienes ajenos. No desearás la mujer de tu prójimo. No mentirás… Cumplelos!
Te preguntas cómo lograr fuerzas, un espíritu benevolente y voluntad para seguir este camino empinado, lleno de espinas.
Las Escrituras vienen de nuevo en nuestro rescate. Cuando me asaltan las dudas y no encuentro respuestas suelo hablar con un sacerdote que me oriente, voy a ver a Jesús en el sagrario o busco en la santa Biblia donde Dios me va a hablar. Con esta cuarentena sólo tengo disponible mi Biblia, aquella que hace años compré y me acompaña por el camino de la vida.
«Piensen en Jesús, que sufrió tantas contradicciones de parte de gente mala, y no les faltarán las fuerzas ni el ánimo.» (hebreos 12)
Este es un consejo que hace muchos años me dio un sabio sacerdote. Le pregunté cómo eludir las tentaciones y el pecado. Me dio este sano consejo: “Piensa en Jesús. Mira a Jesús. Mantén tu mirada en Él, no en las cosas de este mundo que distraen y te hacen caer en el pecado.»
Luego hizo la analogía con un futbolista. “Observa cualquier partido de fútbol. Los jugadores no se distraen con las personas en las gradas, ni con el clima, sólo tienen ojos para el balón. Todos sus esfuerzos se centran en ese balón. Miran el balón. Haz tú igual en tu vida espiritual. Mira a Jesús y no te distraigas con lo demás, que es pasajero y no vale la pena.”
Antes de marcharme me dio un último consejo que guardo como una joya: “¿Qué es lo importante Claudio? No es tener. Es ser. No es acumular, es compartir. Vive bien. Sé feliz. Ayuda a todos. Sé noble y misericordioso. Que de ti se diga: “Pasó por el mundo haciendo el bien”.
¡Ánimo!
Hagamos la voluntad de Dios, y seamos santos para Él. Por lo pronto… «santos en camino».
¡Dios te bendiga!
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