Cansados y heridos del corazón como se encontraban lo que menos se imaginaban era que el verdadero amor estaba justo ahí y formaron una familia numerosa realmente inspiradora
“¿Por qué tenemos tanto miedo a la vida, a tener familias numerosas? Dios tiene una plan hermoso y perfecto para ti, para tu matrimonio y para tu familia” (María)
“Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir”. Así comienza la historia de amor de esta peculiar pareja. Él, salvadoreño; ella, mexicana.
Qué lejos estaban ellos de saber que cuando se conocieron y se enamoraron Dios ya les tenía una enorme misión como matrimonio: ser heraldos de la vida.
Daniel y María se conocieron cuando menos se lo esperaban. Ambos venían de relaciones con poco futuro.
Cansados y heridos del corazón como se encontraban lo que menos se imaginaban era que el verdadero amor estaba justo ahí, en el pensamiento de Dios y que Él ya estaba moviendo las piezas de sus vidas para que su historia de amor se comenzara a escribir.
María Hernández, una chica inquieta y un poco alejada de su fe católica, pero con valores sólidos a favor de la vida, fue madre soltera.
A raíz de eso tuvo una maravillosa conversión cuando al nacer su niña y tenerla por primera vez en sus brazos supo cuánto la amaba Dios. En ese momento comenzó su camino de regreso a Dios.
Ella, en un país que no era el suyo, sola, se abandonó a Dios y confió en que podría sacar adelante a ese regalito que el cielo le había confiado.
En ese apostarle a la vida, en ese abandono a la providencia nunca imaginó que Dios ya tenía pensado para ella a un san José que no solo le brindaría su amor y protección incondicional de esposo, sino que convertiría en un padre para la pequeña Sara.
Daniel Cabrera, había nacido en un hogar católico, pero a los 13 años sus padres se hicieron protestantes y con esa fe creció.
Cansado y dolido por tantos intentos frustrados de relaciones que solo habían herido su corazón, la noche antes de haber conocido a quien se convertiría el amor de su vida se puso en diálogo con Dios y le dijo: “Señor, te cedo totalmente el control de mi vida…”.
Segura estoy de que esas palabras fueron música para el oído de Dios. Son palabras de abandono a su voluntad.
Además, siendo un Dios que no se deja ganar en generosidad siempre nos da mucho más y mejor de lo que nuestra capacidad pueda imaginar. Y así lo hizo con Daniel.
Tal pareciera que solo necesitaba del total abandono de ese hijo suyo para que el milagro del amor comenzara a gestarse.
El encuentro de dos voluntades abandonas a Dios se dio al día siguiente de esa confiada oración. De inmediato sus corazones se reconocieron, como si ya hubieran estado esperando el uno por el otro.
Y tan solo 3 meses después se juraron amor eterno casándose por la Iglesia católica. Finalmente, Daniel, María y Sara se convirtieron en esa familia que era el sueño de Dios.
María tuvo un papel fundamental en la conversión de Daniel. Se casaron estando abiertos a la vida.
Sin embargo, sus conocimientos acerca de las enseñanzas de la fe eran pocos, por lo que María se dedicó a profundizar en ellas y todo lo que iba aprendiendo se lo compartía a Daniel de tal modo que despertó también su curiosidad por saber más, sobre todo, en temas relacionados con el don de la vida.
Hoy, Daniel y María, tienen 10 años de casados y 9 hijos: 5 aquí en la tierra, 3 en el cielo y uno en el horno: Sara, Danny, David, Gianna, Joseph, Raquel, Pablo, Jacob y la bebé que pronto nacerá, Fátima Lucía.
Hace poco fueron testimonio de su gran fe cuando los doctores les dijeron que Jacob, su octavo hijo venía mal. Pero ellos apostaron por seguir con el proceso natural de la gestación y dejarlo en manos de Dios.
Contra todo pronóstico el bebé se desarrolló hasta los 5 meses. Nació, pero a los pocos minutos falleció, pudiendo estar con él, acariciarlo y ver la gran obra de Dios en ese pedacito de carne. Baby Jacob subió al cielo y a los pocos meses Fátima venía en camino.
“Cada hijo te hace ser una mejor persona” (Daniel)
Cada uno de sus hijos ha tendido una misión muy particular para ellos: María se convirtió gracias a su hija mayor. Daniel, gracias a la segunda hija.
Y así, a partir de Gianna comenzaron a estudiar sobre los métodos naturales y eso ha llevado a María a certificarse como Profesional del Cuidado de Fertilidad, siendo instructora del Modelo Creighton, de la planeación natural de la familia.
Dios los necesitaba juntos para así, como matrimonio confiarles la misión de ser abogados y defensores de quienes no tienen voz: los bebés por nacer.
Actualmente están a cargo de varias iniciativas para salvar vidas de bebés con alta posibilidad de ser abortados y de rescatar bebés nacidos por medio de las cajas para bebés “Safe Haven Baby Boxes”.
Ambos son colaboradores del ministerio de Sanación Post-Aborto Viñedo de Raquel, entre muchos otros ministerios Provida.
Por todo esto y más es que se han ganado el título de Heraldos de la Vida, por ser verdaderos defensores de la Vida y de la Familia.
Por medio de su ministerio https://www.facebook.com/danielymariaonline como misioneros del continente digital promueven el respeto a la vida, la castidad, la planeación natural de la familia y las finanzas saludables.
Luz Ivonne Ream, Aleteia
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