Francisco sigue en la línea marcada por sus predecesores, pidiendo perdón por los errores cometidos, pero no por la evangelización en sí. Asimismo, aludía a la persecución anticatólica.
Llueve sobre mojado. Los últimos papas han pedido en bloque perdón por las culpas de sus hijos en nombre de la evangelización. ¡No hay nada nuevo bajo el sol! (Eclesiastés 1, 10). El revisionismo histórico sobre la conquista de América está de moda.
Sin embargo, las opiniones e ideas que surgen al respecto evitan olímpicamente leer lo que escribieron Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Periódicamente se le pide a la iglesia que pida disculpas por sus errores del pasado contra los pueblos originarios.
Lo hizo Juan Pablo II en 1992, Benedicto XVI en 2007 y Papa Francisco en 2015, 2016 y 2021 (con la última carta al presidente de la Conferencia Episcopal de México).
Benedicto XVI
En todo ello, los hecho son claros con sus citas: El papa Benedicto XVI pidió perdón en 2007, de regreso de su Viaje a Brasil durante la Audiencia General, cuando afirmó: “el recuerdo de un pasado glorioso no puede ignorar las sombras que acompañaron la obra de evangelización del continente latinoamericano”.
El Papa alemán afirmó “no es posible olvidar los sufrimientos y las injusticias que infligieron los colonizadores a las poblaciones indígenas, a menudo pisoteadas en sus derechos humanos fundamentales. Pero la obligatoria mención de esos crímenes injustificables —por lo demás condenados ya entonces por misioneros como Bartolomé de las Casas y por teólogos como Francisco de Vitoria, de la Universidad de Salamanca— no debe impedir reconocer con gratitud la admirable obra que ha llevado a cabo la gracia divina entre esas poblaciones a lo largo de estos siglos”. (23.05.2007).
Juan Pablo II
Juan Pablo II pidió perdón en 1992 a los pueblos originarios cuando viajó a República Dominicana. Sus palabras causaron conmoción en su momento cuando dijo “con toda verdad los abusos cometidos debido a la falta de amor de aquellas personas que no supieron ver en los indígenas a hermanos e hijos del mismo Padre Dios”.
Asimismo, pidió, “en nombre de Jesucristo, como Pastor de la Iglesia”, que “perdonen a quienes los han ofendido, que perdonen a todos aquellos que durante estos quinientos años han sido causa de dolor y sufrimiento para sus antepasados y para ustedes”.
Francisco que cita a Juan Pablo II
El papa Francisco pidió perdón primero en 2015, durante su viaje a Bolivia. “Les digo, con pesar: Se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios. Lo han reconocido mis antecesores, lo ha dicho el CELAM, el Consejo Episcopal Latinoamericano, y también quiero decirlo. Al igual que San Juan Pablo II, pido que la Iglesia -y cito lo que dijo él- ‘se postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos’.
Y quiero ser muy claro, como lo fue San Juan Pablo II: Pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América. Y junto a este pedido de perdón, para ser justos, también quiero que recordemos a millares de sacerdotes, obispos, que se opusieron fuertemente a la lógica de la espada con la fuerza de la cruz.
Hubo pecado, hubo pecado y abundante, y por eso pedimos perdón, pero allí también donde hubo pecado, donde hubo abundante pecado, sobreabundó la gracia a través de esos hombres que defendieron la justicia de los pueblos originarios.
Les pido también a todos, creyentes y no creyentes, que se acuerden de tantos obispos, sacerdotes y laicos, que predicaron y predican la Buena Nueva de Jesús con coraje y mansedumbre, respeto y paz, sin olvidar a las monjitas que anónimamente recorren nuestros barrios pobres llevando un mensaje de paz y de bien, que en su paso por esta vida dejaron conmovedoras obras de promoción humana y de amor, muchas veces junto a los pueblos indígenas incluso hasta el martirio” .
Asimismo, el Papa pidió perdón a los indígenas en México en 2016, en San Cristóbal de las Casas. Allí, también concluyó diciendo: “también por nuestros pecados presentes, que son los que dependen de nosotros. En vez de seguir atropellando y discriminando a los pueblos originarios, démosles el lugar que Dios mismo les ha dado” (15.02.2016).
Y la más reciente declaración del Papa Francisco, con motivo del bicentenario de México. Misiva dirigida al arzobispo de Monterrey y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Rogelio Cabrera, también a todos los obispos, a las autoridades civiles y al pueblo de México.
«Esa mirada retrospectiva incluye necesariamente un proceso de purificación de la memoria, es decir, reconocer los errores cometidos en el pasado, que han sido muy dolorosos», apunto el pontífice, antes de admitir y pedir perdón por los errores cometidos por la Iglesia católica, como aseguró que ya se hizo en otras ocasiones
Y agregó: «En esa misma perspectiva, tampoco se pueden ignorar las acciones que, en tiempos más recientes, se cometieron contra el sentimiento religioso cristiano de gran parte del pueblo mexicano, provocando con ello un profundo sufrimiento”, en alusión a la persecución religiosa anticatólica en México (1914 a 1934).
La Virgen de Guadalupe: Hijos del mismo Dios
Por último, el Papa recordó que está por venir otro acontecimiento que marcará las relaciones de la Iglesia católica con México y que tiene que ver con la celebración dentro de una década, de los 500 años de las apariciones de Guadalupe.
El Papa mismo da una clave para salir de cualquier polémica: todos los tres papas que han pedido perdón a los pueblos originarios han doblado sus rodillas a la Virgen de Guadalupe, símbolo de que todos somos hijos de Dios y que más allá de cualquier revisionismo histórico, en esencia somos hermanos de un mismo Dios y tenemos una misma madre: «María de Guadalupe, la Virgen Morenita, dirigiéndose de modo particular a los más pequeños y necesitados, favoreció la hermandad y la libertad, la reconciliación y la inculturación del mensaje cristiano, no solo en México sino en todas las Américas”, se lee en la misiva del Papa.
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