A las puertas de las clínicas abortistas, la oración y el ayuno de los voluntarios ha ayudado a que muchas mujeres no se vean abocadas al aborto
Badajoz, Barcelona, Cádiz, Córdoba, Donostia-San Sebastián, Puerto de Santa María, Madrid, Toledo, Valencia, Valladolid y Vitoria-Gasteiz. Son las 10 ciudades en la que está en activo la campaña «40 días por la Vida», una maratón de oración y ayuno llevada a cabo por voluntarios católicos a las puertas de las clínicas abortistas. Están 12 horas en turnos de una hora.
Con su presencia quieren ser un último intento de dejar con vida a los bebés que van a ser abortados. Ven entrar a mujeres embarazadas en los abortorios y ellas les ven. Así, a veces se produce ese «toque» en el corazón que hace que la mujer decida finalmente no llevar a cabo el aborto.
De este modo, este año ya han logrado mantener con vida 108 bebés cuyas madres ya se dirigían a abortar, con cita previa. Algo (alguien) en su conciencia hizo que pararan, reflexionaran y finalmente decidieran seguir adelante con el embarazo.
La campaña «40 días por la vida». se puso en marcha en el año 2007 en Texas (Estados Unidos) y, según datos de sus organizadores, eran ya 19.198 las vidas salvadas antes de comenzar la de este año. Transcurridos unos días desde su inicio el 25 de septiembre, se han salvado otros 108 bebés en todo el mundo. Vale la pena movilizarse, rezar por el fin del aborto, ayunar y acoger a las mujeres que -por motivos muy diversos- se enfrentan a este drama.
La oración y el ayuno siempre se realizan o bien en los 40 días de la Cuaresma o bien en los 40 días previos al día 1 de noviembre, fiesta de Todos los Santos. Este último es el caso de la actual campaña.
Este es uno de los vídeos que se encuentran en las redes sociales:
«40 días por la vida» no es una campaña con color político. Se une quien considera que la vida es un tesoro y es sagrada, y que el aborto es la muerte de un inocente. Los voluntarios de «40 días por la vida» se acercan a las clínicas abortistas, rezan, hacen ayuno en esos días, y NO JUZGAN a las mujeres que van a abortar. Su intención es acogerlas para explicarles que seguir adelante con el embarazo es la mejor opción que habrán podido escoger.
Soluciones reales y empatía con la embarazada
Si estas mujeres -jóvenes o mayores- necesitan ayuda y pensaban que abortar era la única salida a su situación (casi siempre vinculada a problemas económicos o del entorno social), entre los voluntarios hay personas de la asociación Pro Vida que les ofrece sostenimiento económico y apoyo en todas las áreas para seguir adelante con la maternidad.
En el caso de Redmadre, también esta asociación ayuda a mujeres embarazadas y madres:
Acoso al movimiento provida en España
En España, la posibilidad de acercarse a una clínica abortista y dirigirse a las mujeres que van a abortar está en peligro. El Congreso de los Diputados aprobó la semana pasada (con la negativa de PP y VOX) una propuesta de reforma del Código Penal que pretende añadir un artículo con el que se castigaría con penas de prisión de tres meses a un año o de trabajos en beneficio de la comunidad a quienes «hostiguen o coarten la libertad de una mujer que pretenda ejercer su derecho a la interrupción voluntaria del embarazo».
Además, el tribunal podría imponer al autor la prohibición de acudir a determinados lugares por un tiempo de seis meses a tres años.
La propuesta estuvo promovida por el PSOE, que acusa a las organizaciones provida de promover y participar en concentraciones en las proximidades de lugares donde se practica el aborto y opina que estas «menoscaban la libertad y la intimidad de las mujeres» que desean abortar.
Según la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo (ACAI) en España, cada año hay más de 100 casos de lo que califican de «acoso» contra las más de 800 mujeres que acuden a estos centros abortivos.
No se habla, en cambio, de la falta de recursos de todo tipo desde la Administración para la mujer que queda embarazada. Ni de empoderar a la mujer embarazada ni de políticas que favorezcan la maternidad.
Dolors Massot, Aleteia
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