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viernes, 22 de octubre de 2021

Evangelio del día


 

Evangelio según San Lucas 12,54-59.

Jesús dijo a la multitud:
"Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede.
Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede.
¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente?
¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?
Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo."

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Comentario


Bulle

San Juan Pablo II (1920-2005)
papa
Encíclica “Dives in Misericordia” § 15 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana rev.)


Discernir los signos de nuestro tiempo

La Iglesia tiene el derecho y el deber de recurrir al Dios de la misericordia “con poderosos clamores”(He 5,7). Estos poderosos clamores deben estar presentes en la Iglesia de nuestros tiempos... un grito que implore la misericordia en conformidad con las necesidades del hombre en el mundo contemporáneo... Dios que es fiel a sí mismo, a su paternidad y a su amor. Y al igual que los profetas, recurramos al amor que tiene características maternas y, a semejanza de una madre, sigue a cada uno de sus hijos, a toda oveja extraviada, aunque hubiese millones de extraviados, aunque en el mundo la iniquidad prevaleciese sobre la honestidad, aunque la humanidad contemporánea mereciese por sus pecados un nuevo « diluvio », como lo mereció en su tiempo la generación de Noé.
Recurramos al amor paterno que Cristo nos ha revelado en su misión mesiánica y que alcanza su culmen en la cruz, en su muerte y resurrección. Recurramos a Dios mediante Cristo, recordando las palabras del Magnificat de María, que proclama la misericordia “de generación en generación”. Imploremos la misericordia divina para la generación contemporánea...
Elevemos nuestras súplicas, guiados por la fe, la esperanza, la caridad que Cristo ha injertado en nuestros corazones. Esta actitud es asimismo amor hacia Dios, a quien a veces el hombre contemporáneo ha alejado de sí ha hecho ajeno a sí, proclamando de diversas maneras que es algo “superfluo”. Esto es pues amor a Dios, cuya ofensa-rechazo por parte del hombre contemporáneo sentimos profundamente, dispuestos a gritar con Cristo en la cruz: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23,24). Esto es al mismo tiempo amor a los hombres, a todos los hombres sin excepción y división alguna: sin diferencias de raza, cultura, lengua, concepción del mundo, sin distinción entre amigos y enemigos.


Oración

Amado Dios, hoy me presento ante Ti, con mi alma desbordante de dicha y gratitud. Eres un Dios bueno y amoroso que día tras día llena mi vida de hermosas bendiciones. Gracias por el maravilloso regalo de la vida, por mi hogar, por los alimentos que pones en mi mesa, pero ante todo, gracias por la vida de mi familia y por la enorme dicha de verlos despertar cada mañana salvos y felices.

Amado Dios, lleno de fe y seguro que mi oración será escuchada encomiendo en tus manos a todas las personas que amo, todo lo que necesitamos y todo lo que anhelamos. Porque eres un Dios bueno y misericordioso y porque confío en tus maravillosos planes: Que se haga siempre tu voluntad en nuestras vidas, Amén.



































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