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viernes, 28 de julio de 2023

Evangelio del día


 

LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 9,1-3. 5-6

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia. Como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín.

Porque la vara del opresor, el yugo de su carga, y el bastón de su hombro los quebrantaste como el día de Madián. Porque un niño nos ha nacido un hijo se nos ha dado: lleva a hombros el principado, y es su nombre: «Maravilla de Consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo. Príncipe de la paz».

Para dilatar el principado con una paz sin límites, sobre el trono de David y sobre su reino. Para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre. El celo del Señor de los ejércitos lo realizará. (Palabra de Dios)

SALMO RESPONSORIAL. SAL. 84

R. El Señor anuncia la paz al pueblo.

Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.» La salvación está ya cerca de sus fieles y la gloria habitará en nuestra tierra.

La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo.

El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos.

Antífona Aleluya Cf. Lc 1, 28

Alégrate María, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú eres entre las mujeres.

Evangelio Lc 1, 39-47

 Por aquellos días, María se fue de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea,  y entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.  Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se le estremeció en el vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo.  Entonces, con voz muy fuerte, dijo:

—¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!  ¿Quién soy yo, para que venga a visitarme la madre de mi Señor?  Pues tan pronto como oí tu saludo, mi hijo se saltó de alegría en mi vientre.  ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!   María dijo: «Mi alma alaba la grandeza del Señor; mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador.







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