Es su sexta exhortación apostólica, tiene 73 puntos y abunda en precisiones
"Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí", dice Francisco en su exhortación apostólica "Laudate Deum.
Tal y como llevaba semanas anunciando el Papa y los servicios de información vaticanos, este 4 de septiembre ha salido a la luz la "segunda parte" de la encíclica Laudato si. Bajo el nombre de Laudate Deum y escrita como una exhortación apostólica, el documento consta de 73 puntos en los que Francisco arroja su visión actualizada sobre la llamada "crisis climática", el "sufrido planeta" y "el cuidado de la casa común".
En esta ocasión, el documento tiene un mayor carácter de concienciación que su precedente Laudato Si. Además de afirmar que "ya no se puede dudar del origen humano" del "cambio climático", subraya en su inicio que con el paso del tiempo, "no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando".
Si bien el texto se dirige "a todas las personas de buena voluntad", dedica los últimos 12 puntos -del 61 al 73- a "a los fieles católicos". Concretamente considera "motivaciones que brotan de la fe" que pueden iluminar a los cristianos para cambiar "el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental"
En lo que a la comunidad cristiana se refiere, el documento enfrenta también las "opiniones despectivas y poco racionales" presentes "incluso dentro de la Iglesia católica" en torno al llamado "cambio climático". Todo ello se encuentra inscrito en un documento que destaca por la profusión de las argumentaciones técnico-científicas de Francisco. Laudate Deum es su sexta exhortación apostólica.
Destacamos las nueve principales ideas de este nuevo documento pontificio
1º Contra el "negacionismo": "Nadie puede ignorar"
Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí. Nadie puede ignorar fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra. Es verdad que no cabe atribuir cada catástrofe al cambio climático global. Sin embargo, sí es verificable que determinados cambios en el clima provocados por la humanidad aumentan notablemente la probabilidad de fenómenos extremos. En los últimos años no han faltado personas que pretendieron burlarse de esta constatación. Mencionan supuestos datos científicamente sólidos, como el hecho de que el planeta siempre tuvo y tendrá períodos de enfriamiento y de calentamiento.
El Papa plantando un árbol en Colombia.
2º "No se puede dudar del origen humano"
Ya no se puede dudar del origen humano del cambio climático. Veamos por qué. La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, que por ese efecto provocan el calentamiento de la tierra, se mantuvo estable hasta el siglo XIX, por debajo de las 300 partes por millón en volumen. Pero a mediados de ese siglo, en coincidencia con el desarrollo industrial, comenzaron a crecer las emisiones. En los últimos cincuenta años el aumento se aceleró notablemente, como lo ha certificado el observatorio de Mauna Loa, que toma medidas diarias de dióxido de carbono desde el año 1958. Mientras escribía la Laudato si’ se alcanzó el máximo de la historia -400 partes por millón- hasta llegar en junio de 2023 a las 423 partes por millón. Más del 42% del total de las emisiones netas a partir del año 1850 se produjeron después de 1990.
3º Opiniones "poco racionales" dentro de la Iglesia
Me veo obligado a hacer estas precisiones, que pueden parecer obvias, debido a ciertas opiniones despectivas y poco racionales que encuentro incluso dentro de la Iglesia católica. No podemos dudar de que la razón de la inusual velocidad de estos peligrosos cambios es un hecho inocultable: las enormes novedades que tienen que ver con la desbocada intervención humana sobre la naturaleza en los dos últimos siglos. Los elementos de origen natural que suelen provocar calentamiento son insuficientes para explicar la proporción y la velocidad de los cambios de las últimas décadas […] Ciertos diagnósticos apocalípticos suelen parecer poco racionales o insuficientemente fundados. Esto no debería llevarnos a ignorar que la posibilidad de llegar a un punto crítico es real.
4º Una obsesión ideológica que usa al hombre a su servicio
Sin duda no son ilimitados los recursos naturales que requiere la tecnología, como el litio, el silicio y tantos otros, pero el mayor problema es la ideología que subyace a una obsesión: acrecentar el poder humano más allá de lo imaginable, frente al cual la realidad no humana es un mero recurso a su servicio. Todo lo que existe deja de ser un don que se agradece, se valora y se cuida, y se convierte en un esclavo, en víctima de cualquier capricho de la mente humana y sus capacidades.
5º La importancia de que la ética regule el crecimiento tecnológico
El inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia. Está desnudo y expuesto frente a su propio poder, que sigue creciendo, sin tener los elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos superficiales, pero podemos sostener que le falta una ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida abnegación. No es extraño que un poder tan grande en semejantes manos sea capaz de arrasar con la vida.
Francisco, en los jardines vaticanos.
6º La responsabilidad del modelo económico
La lógica del máximo beneficio con el menor costo, disfrazada de racionalidad, de progreso y de promesas ilusorias, vuelve imposible cualquier sincera preocupación por la casa común y cualquier inquietud por promover a los descartados de la sociedad. En los últimos años podemos advertir que, aturdidos y extasiados frente a las promesas de tantos falsos profetas, a veces los mismos pobres caen en el engaño de un mundo que no se construye para ellos.
7º Un llamado "a los poderosos" para obrar en torno al bien común
Ojalá quienes intervengan puedan ser estrategas capaces de pensar en el bien común y en el futuro de sus hijos, más que en intereses circunstanciales de algunos países o empresas. Ojalá muestren así la nobleza de la política y no su vergüenza. A los poderosos me atrevo a repetirles esta pregunta: "¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?".
8º El cuidado de la creación, un mandato bíblico
La Biblia narra que "Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno" (Gn 1,31). De Él es "la tierra y todo lo que hay en ella" (Dt 10,14). Por eso Él nos dice: "La tierra no podrá venderse definitivamente, porque la tierra es mía, y ustedes son para mí como extranjeros y huéspedes" (Lv 25,23). Entonces, "esta responsabilidad ante una tierra que es de Dios implica que el ser humano, dotado de inteligencia, respete las leyes de la naturaleza y los delicados equilibrios entre los seres de este mundo".
9º Occidente, un "modelo irresponsable" llamado al cambiar
Si consideramos que las emisiones per cápita en Estados Unidos son alrededor del doble de las de un habitante de China y cerca de siete veces más respecto a la media de los países más pobres, podemos afirmar que un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo. Así, junto con las indispensables decisiones políticas, estaríamos en la senda del cuidado mutuo.
J.M.C., ReL
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