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viernes, 13 de octubre de 2023

Evangelio del día


 

Libro de Joel 1,13-15.2,1-2.

¡Vístanse de duelo y laméntense, sacerdotes! ¡Giman, servidores del altar! ¡Vengan, pasen la noche vestidos de penitencia, ministros de mi Dios! Porque se ha privado a la Casa de su Dios de ofrenda y libación.
Prescriban un ayuno, convoquen a una reunión solemne, congreguen a los ancianos y a todos los habitantes del país, en la Casa del Señor, su Dios, y clamen al Señor.
¡Ah, que Día! Porque está cerca el Día del Señor, y viene del Devastador como una devastación.
¡Toquen la trompeta en Sion, hagan sonar la alarma en mi Montaña santa! ¡Tiemblen todos los habitantes del país, porque llega el Día del Señor, porque está cerca!
¡Día de tinieblas y oscuridad, día nublado y de sombríos nubarrones! Como la aurora que se extiende sobre las montañas, avanza un pueblo numeroso y fuerte como no lo hubo jamás, ni lo habrá después de él, hasta en las generaciones más lejanas.


Salmo 9(9A),2-3.6.16.8-9.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón
y proclamaré todas tus maravillas.
Quiero alegrarme y regocijarme en ti,
y cantar himnos a tu Nombre, Altísimo.

Escarmentaste a las naciones,
destruiste a los impíos
y borraste sus nombres para siempre;
Los pueblos se han hundido en la fosa que abrieron,

su pie quedó atrapado en la red que ocultaron.
Pero el Señor reina eternamente
y establece su trono para el juicio:
él gobierna al mundo con justicia

y juzga con rectitud a las naciones.


Evangelio según San Lucas 11,15-26.

Habiendo Jesús expulsado un demonio, algunos de entre la muchedumbre decían: "Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios".
Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo.
Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: "Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra.
Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul.
Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces.
Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras,
pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes.
El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa: 'Volveré a mi casa, de donde salí'.
Cuando llega, la encuentra barrida y ordenada.
Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio".

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Bulle

San Juan Casiano (c. 360-435)
fundador de la Abadía de Marsella
Conferencias, VIII-XVII, Sobre los principados 2-10 (SC 54, Conférences VIII-XVII, Cerf, 1958), trad. sc©evangelizo.org


¿De dónde vienen las potencias enemigas?

¿De dónde viene una variedad tan grande y la diversidad de potencias enemigas, levantadas contra el hombre, que enumera el bienaventurado Apóstol? “Nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio” (Ef 6,12). ¿De dónde han surgido esos adversarios nuestros, celosos y de gran malicia? ¿Hay que creer que el Señor haya creado esas potencias, con gran diversidad de jerarquía y rango, con el designio preciso que ellas hicieran la guerra a los hombres? (…)
Dios nos guarde jamás de creer que él haya creado algo sustancialmente malo. Por eso, la Escritura nos aclara “Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno” (Gn 1,31). (…) Antes de fundar el mundo visible, Dios hizo las virtudes espirituales y celestes. Al saber que ellas habían sido creadas de la nada, para su gloria y bienaventuranza, por pura bondad del creador, ellas le darían perpetua acción de gracias e incesante alabanza. Esto, nadie lo duda entre los cristianos. (…)
Muchos que habían tenido los primeros rangos, cayeron: “Yo había pensado: “Ustedes son dioses, todos son hijos del Altísimo”. Pero morirán como cualquier hombre, caerán como cualquiera de los príncipes” (Sal 81 (82),6-7). (…) La celosía del demonio, lo llevó a engañar al hombre con sus artificios, para su caída. Veía que el hombre, que acababa de ser formado del limo de la tierra, era llamado a la gloria que había sido suya cuando él era uno de los príncipes, antes de su caída. Su primera falta fue de orgullo. Ella le valió el desprecio y el nombre de serpiente. (EDD)

Oración de San Isidoro

Tú, Señor, verdadero doctor y dador,
que eres Creador y Redentor,
concesor y defensor,
abogado y Juez terrible y clemente,
que das vista a la mente de los ciegos,
que posibilitas a los débiles
para hacer lo que ordenas;
que tan piadoso eres para quienes
te dirigen asiduamente sus peticiones,
y tan liberal que no permites que nadie desespere,
perdona todos mis pecados y todos mis errores,
y que tu bondad gratuita, buen Jesús,
me conduzca a esa contemplación deseable
donde ya no pueda errar.

Tú que eres conocedor de lo que está oculto,
bien conoces en cuántas faltas he caído.

Tú conoces cuán mísera y proclive es mi debilidad,
y cuán incesantemente la aflige y presiona el enemigo.

Tú, oh Cristo Dios, batallador fortísimo
y campeón siempre victoriosísimo,
mira este combate desigual,
donde clama a la gloria de Tu divina majestad
la debilidad de los mortales.

Si el león rugiente superara a la débil oveja,
si el espíritu violentísimo venciera a la débil carne,
y si al menos la domina,
permitiéndolo tu justo juicio,
en el tiempo de padecer,
no permitas que seamos devorados
por sus insaciables fauces.

Haz, ¡oh amador del género humano!,
que se entristezca por la alegría humana
aquel que se exulta por atacarnos.

Amén.

(ACIprensa)















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