El sacerdote de la arquidiócesis de Los Ángeles (Estados Unidos), Padre Goyo Hidalgo, señaló 7 anécdotas que lo ayudaron a conocer el poder del rosario y afirmar con toda seguridad que es la mejor arma en la lucha espiritual.
El Rosario ha sido una parte central en mi vida y siempre lo será. Aquí hay algunas de mis historias de vida relacionadas con el rosario:
1. Cuando tenía
cinco años, quise
huir de casa (no recuerdo por qué).
Mi madre me ayudó a hacer mi maleta (no sé por qué). Lo primero que me dio fue un rosario. Le dije que no sabía cómo rezar. Ella me enseñó y creo que después del segundo misterio, decidí quedarme.
Todavía tengo ese VIEJO rosario.
2. Aprendí a rezar
el rosario con mi mamá.
(Solía engañarme a mí y a mis amigos con chocolate 😂).
Pero lo que más recuerdo es rezar el rosario con mi padre mientras caminábamos por mi tranquilo pueblo por la noche, incluso cuando estaba cansado.
Padres, recen con sus hijos. Ellos nunca lo olvidarán.
3. Cuando regresé
a la Iglesia, llamé
a mi mamá.
Después de cinco minutos en el teléfono, me preguntó: “¿Recuerdas cómo rezar el Rosario?”
Le dije: “Lo olvidé”.
Ella dijo: “Bueno, vamos a rezarlo ahora”.
Y los dos rezamos por teléfono. Fue el comienzo de mi historia del “Hijo Pródigo”.
4. En las calles,
con las manos
detrás
de la espalda y el rosario, escuché a alguien.
“Ahora no rezo, pero cuando era joven solía rezar con mi padre de esa manera. ¿Puedes rezar por mí?”
Yo: “¿Quieres caminar conmigo y rezar?” Y lo hicimos.
5. Durante la cuarentena.
Después de la Misa, caminaba por las calles rezando el rosario por mis vecinos y feligreses. (Hacía esto con mi papá cuando era pequeño). Una mujer sonrió desde su ventana y me mostró su rosario también.
Se siente increíble estar unidos en la oración. No estamos solos. No tengas miedo. María siempre camina con nosotros.
6. Todos los días,
veo a una pareja sosteniendo un rosario y rezando juntos en el estacionamiento.
Amo rezar el Rosario todos los días, pero algunos días son tan ajetreados
que el tiempo pasa volando y casi lo olvido. Ver a esta pareja me ayuda a detenerme y rezar.
Sé un recordatorio para otros de cómo se ve la oración.
7. Mientras
caminaba y
rezaba mí rosario
en nuestro estacionamiento,
un hombre sin
hogar me gritó.
Seguí caminando. En mi camino de regreso a casa, corrió hacia mí y dijo: “Lo siento mucho. No vi que estabas rezando el Rosario. Reza por mí”.
Sí. El Rosario es la mejor arma.
Este artículo apareció originalmente en Instagram.
P. Goyo Hidalgo, churchpop
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