«Al infierno solo van los criminales»... «Dios es el que condena»...
Mucha gente cree que es Dios quien nos envía al infierno. Sin embargo, eso no es cierto. Dios no envía a la gente al infierno; es la propia gente la que voluntariamente y seducida por el demonio decide ir allí.
El infierno es un tema que ha fascinado a la gente desde la antigüedad. Es un lugar que se suele asociar con el castigo divino y el sufrimiento eterno. Sin embargo, lo que muchos cristianos creen sobre el infierno puede no coincidir con lo que la Biblia realmente enseña.
El tema del infierno es complejo y muchos de sus mitos son muy populares en nuestra cultura. Pero, es importante que los creyentes sepan diferenciar entre una creencia más o menos admitida y lo que dice la Biblia. La web Crosswalk enumera estos cinco mitos sobre el infierno:
Mito 1: Dios es el que envía a la gente al infierno
Mucha gente cree que es Dios quien nos envía al infierno. Sin embargo, eso no es cierto. Dios no envía a la gente al infierno; es la propia gente la que voluntariamente y seducida por el demonio decide ir allí. Cuando las personas eligen separarse de Dios, al rechazar su salvación eterna, se dirigen al infierno.
"El Señor no retrasa el cumplimiento de la promesa, como creen algunos que le acusan de tardanza, sino que usa de paciencia con vosotros, pues no quiere que nadie perezca, sino que todos alcancen el arrepentimiento" (2 Pedro 3:9).
En Mateo 18:12-14, Jesús narra una parábola sobre un pastor dispuesto a dejar a sus 99 ovejas para ir a buscar a una que se extravió. En el versículo 14, Jesús dice que Dios tiene esa misma dedicación para ayudar a las personas descarriadas espiritualmente: "Vuestro Padre que está en los cielos no quiere que ninguno de estos pequeños perezca".
Dios respeta el libre albedrío y nos permite siempre aceptarle o rechazarle. La Biblia señala en Romanos 1:18-20 que las personas se rebelan voluntariamente contra Dios al tomar decisiones pecaminosas:
"En efecto, la cólera de Dios se rebela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables".
El infierno es un lugar de separación de Dios, y Él respeta siempre nuestra autonomía. Dios nos permite tomar nuestras propias decisiones, incluso si éstas traen una separación de Él. Dios ha dado a todas las personas la libertad de elegir su destino en el más allá y espera que elijamos el cielo en lugar del infierno.
Mito 2: Se puede ganar el cielo o el infierno por la fuerza
El factor determinante para que las personas vayan al cielo o al infierno no es el historial de buenas o malas acciones que tengan en la tierra. La salvación es un don de Dios. Lo que determina a dónde van es si aceptan arrepentidos o no el regalo del sacrificio de Jesús por sus pecados. Dios ofrece a todos, hasta el más miserable, la oportunidad de ir al cielo y de poder arrepentirse antes de morir de las malas acciones.
Nadie puede ganar el cielo por sus fuerzas y nadie puede ser tan malo como para estar fuera del alcance de la gracia y de la misericordia de Dios. La fe y las obras serán muy importantes cuando uno se encuentre en el juicio final.
El infierno es una realidad de la que habla la Biblia bastante. Imagen: detalle de «El infierno» de Peeter Huys (1570), Museo del Prado.
Mito 3: El infierno es sólo para personas bastante malvadas
La Biblia no afirma que el infierno esté reservado solo para gente terrible, como pueden ser los asesinos en serie. Más bien, dice en Romanos 3:23 que "todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios". Esto significa que todos necesitamos la misericordia y el perdón de Dios para evitar el infierno, incluso aquellos que suelen hacer buenas obras.
Jesús nos defiende cuando confiamos en él, pero el cielo es un reino de perfecta santidad y Dios no puede admitir a nadie que se aferre a su pecado. Debemos permitir que Dios nos purifique de todas nuestras malas acciones, transformándonos en seres justos gracias al sacrificio de Jesús por nosotros.
El cielo no es una recompensa por nuestra bondad personal sino un regalo de la gracia de Dios para quienes confían en la obra redentora de Jesús. Es a través de la aceptación de Jesucristo, y de las obras que uno realiza a consecuencia de esto, por lo que obtenemos acceso a la vida eterna.
Mito 4: El infierno es un lugar donde las personas son castigadas físicamente
Las representaciones del infierno en la cultura popular a menudo lo muestran como un lugar bajo tierra lleno de fuego, donde la gente sufre físicamente. Sin embargo, la Biblia en realidad no dice dónde está ubicado el infierno y se centra más en el sufrimiento espiritual que en el sufrimiento físico.
Jesús usa imágenes como cuando habla del "fuego del infierno" en Mateo 5:22 o Mateo 18:9. Mientras que en Mateo 13:41-42, dice: "El Hijo del hombre enviará a sus ángeles y eliminarán de su reino todo lo que causa pecado y todos los que hacen el mal. Los echarán en el horno ardiendo, donde será el llanto y el rechinar de dientes".
La Biblia, sin embargo, a menudo enfatiza más la angustia espiritual del infierno –la separación de Dios– que el tormento físico. En 2 Tesalonicenses 1:8-9, leemos sobre el castigo en el infierno y la tragedia de ser excluido de la presencia de Dios: "En medio de una llama de fuego, y tome venganza de los que no conocen a Dios y de los que no obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesús. Estos sufrirán la pena de una ruina eterna, alejados de la presencia del Señor y de la gloria de su poder".
Jesús enfatiza el destino eterno del alma cuando advierte en Mateo 10:28: "No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Más bien, temed a Aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno".
Mito 5: El demonio es el que manda en el infierno
Otra creencia común es que Satanás gobierna en el infierno. Sin embargo, la Biblia no apoya esta idea. Satanás no es el amo del infierno, sino un ser condenado que compartirá castigo con el resto de las personas que allí se encuentren.
En Apocalipsis 20:10 se revela una visión sobre Satanás y otros demonios: "Y el diablo que los engañaba fue arrojado al lago de azufre ardiente, donde estaban la bestia y el falso profeta. Serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos".
El infierno es un lugar de castigo para Satanás y sus seguidores, pero no su reino. La Biblia no dice que el diablo sea el gobernante del infierno. Simplemente dice que es "el príncipe de este mundo" (Juan 12:31) y "el dios de este siglo" (2 Corintios 4:4).
Aquí puedes ver un vídeo sobre las visiones de Santa Faustina sobre el infierno.
Mateo 25:41 revela que Dios ha planeado un "fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles". Satanás no gobierna el infierno pero sufre allí junto con todos los seres que no aceptan el amor de Dios.
J.C., ReL
Vea también El infierno como rechazo definitivo de Dios - San Juan Pablo II
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