Libro de Jonás 1,1-16.2,1.11.
La palabra del Señor se dirigió a Jonás, hijo de Amitai, en estos términos: |
"Parte ahora mismo para Nínive, la gran ciudad, y clama contra ella, porque su maldad ha llegado hasta mí". |
Pero Jonás partió para huir a Tarsis, lejos de la presencia del Señor. Bajó a Jope y encontró allí un barco que zarpaba hacia Tarsis; pagó su pasaje y se embarcó para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia del Señor. |
Pero el Señor envió un fuerte viento sobre el mar, y se desencadenó una tempestad tan grande que el barco estaba a punto de partirse. |
Los marineros, aterrados, invocaron cada uno a su dios, y arrojaron el cargamento al mar para aligerar la nave. Mientras tanto, Jonás había descendido al fondo del barco, se había acostado y dormía profundamente. |
El jefe de la tripulación se acercó a él y le preguntó: "¿Qué haces aquí dormido? Levántate e invoca a tu dios. Tal vez ese dios se acuerde de nosotros, para que no perezcamos". |
Luego se dijeron unos a otros: "Echemos suertes para saber por culpa de quién nos viene este desgracia". Así lo hicieron, y la suerte recayó sobre Jonás. |
Entonces le dijeron: "Explícanos por qué nos sobrevino esta desgracia. ¿Cuál es tu oficio? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿A qué pueblo perteneces?". |
El les respondió: "Yo soy hebreo y venero al Señor, el Dios del cielo, el que hizo el mar y la tierra". |
Aquellos hombres sintieron un gran temor, y le dijeron: "¡Qué has hecho!", ya que comprendieron, por lo que él les había contado, que huía de la presencia del Señor. |
Y como el mar se agitaba cada vez más, le preguntaron: "¿Qué haremos contigo para que el mar se nos calme?". |
Jonás les respondió: "Levántenme y arrójenme al mar, y el mar se les calmará. Yo sé muy bien que por mi culpa les ha sobrevenido esta gran tempestad". |
Los hombres se pusieron a remar con fuerza, para alcanzar tierra firme; pero no lo consiguieron, porque el mar se agitaba cada vez más contra ellos. |
Entonces invocaron al Señor, diciendo: "¡Señor, que no perezcamos a causa de la vida de este hombre! No nos hagas responsables de una sangre inocente, ya que tú, Señor, has obrado conforme a tu voluntad". |
Luego, levantaron a Jonás, lo arrojaron al mar, y en seguida se aplacó la furia del mar. |
Los hombres, llenos de un gran temor al Señor, le ofrecieron un sacrificio e hicieron votos. |
El Señor hizo que un gran pez se tragara a Jonás, y este permaneció en el vientre del pez tres días y tres noches. |
Entonces el Señor dio una orden al pez, y este arrojó a Jonás sobre la tierra firme. |
Libro de Jonás 2,3.4.5.8.
"Desde mi angustia invoqué al Señor, y él me respondió; |
desde el seno del Abismo, pedí auxilio, y tú escuchaste mi voz. |
Tú me arrojaste a lo más profundo, al medio del mar: |
la corriente me envolvía, ¡todos tus torrentes y tus olas |
pasaron sobre mí! |
Entonces dije: He sido arrojado lejos de tus ojos, |
pero yo seguiré mirando hacia tu santo Templo. |
Cuando mi alma desfallecía, me acordé del Señor, |
y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo Templo. |
Evangelio según San Lucas 10,25-37.
Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?". |
Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?". |
El le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo". |
"Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida". |
Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?". |
Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. |
Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. |
También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. |
Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. |
Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. |
Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: 'Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver'. |
¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?". |
"El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú de la misma manera". |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Simeón el Nuevo Teólogo (c. 949-1022) |
Se acercó y vendó sus heridas (Lc 10,34)
Me alejé, Amigo del hombre, he vivido en el desierto, |
me escondí de ti, mi tierno Maestro, |
sumergido en la noche de las preocupaciones de la vida, |
en las que sufrí mordeduras y lesiones. |
Salgo con el alma marcada de heridas. |
Por eso grito en mi dolor y sufrimiento del corazón: |
¡Ten piedad de mí, hazme misericordia, a mí, pecador! |
Médico que amas las almas, que amas sólo la misericordia, |
y sanas libremente enfermos y heridos, |
¡sé el médico de mis contusiones, de mis heridas! |
Destila el aceite de tu gracia, Dios mío, |
extiéndela sobre mis heridas, cierra mis úlceras, |
cicatriza y vigoriza mis miembros débiles. |
Borra todas las cicatrices, Salvador, |
concédeme total y perfecta salud, como anteriormente. (…) |
Me he abandonado, Maestro, por haber contado conmigo mismo. |
me dejé llevar por las preocupaciones de las cosas sensibles |
y he caído, infeliz, en las preocupaciones de cosas de la vida. |
Como el hierro cuando se ha enfriado, he devenido negro |
y a fuerza de estar en el suelo, me he oxidado. |
¡Por eso grito hacia ti, Amigo del hombre! |
Te ruego ser purificado de nuevo, |
ser llevado a mi belleza primera, y gozar de tu luz. |
Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. (EDD) |
Oración
(rezando el himno anterior)
No hay comentarios:
Publicar un comentario