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domingo, 10 de marzo de 2024

Cuaresma: cuando el crucifijo nos interpela


Para el domingo de la cuarta semana de Cuaresma el Evangelio nos propone una parte de la respuesta de Jesús a Nicodemo.

 

Nicodemo era un miembro del sanedrín (una asamblea de sabios rabinos que cumplían funciones de jueces y maestros) y también era fariseo (un grupo religioso, político y social que llegó a constituir las bases del ritual judío). Nicodemo había ido a encontrar a Jesús y a hacerle algunas preguntas. Cuando Jesús le dice que debe renacer de lo alto, Nicodemo no comprende y lo admite. Jesús le pone en evidencia: es maestro en Israel y no sabe esto.

 

Pero Nicodemo, en lugar de ofenderse, calla y con su silencio humilde no sólo admite, sino que también manifiesta su deseo de comprender mejor. Detrás de esta actitud vemos docilidad y apertura. Es así que Jesús le hace un anuncio: el anuncio de su crucifixión y de lo que de ella se deriva. Se trata de algo que Nicodemo ni siquiera imagina y por eso le refiere un ejemplo que Nicodemo sí conoce: “Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna”.

 

Ayuda recordar a qué serpiente se refiere Jesús. Durante el periodo de éxodo del pueblo de Israel por el desierto (Núm 21, 4-9), los hebreos experimentan nostalgia de Egipto y hablan contra Dios. Como respuesta, Dios permite que serpientes venenosas les muerdan. A petición del pueblo, Moisés intercede por ellos y en respuesta a su intercesión Dios le pide hacer una serpiente de bronce: el que la vea quedará sanado de las mordeduras y, más aún, del efecto del veneno que es la muerte.

 

Volviendo a la narración del Evangelio, Jesús le habla a Nicodemo de la vida eterna que tendrá quien crea en Él. Más aún, Jesús le habla claramente de lo contrario, de la causa de muerte o condenación: “habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas”.

 

En otras palabras, el Señor no sólo le anticipó la crucifixión sino también lo que la crucifixión significa: salvación. Si mirar la serpiente de Moisés fue “salvación” para ese momento, ahora mirar a Jesucristo en la cruz es salvación eterna. Porque el que mira a Jesús no mira a un Dios muerto sino al amor de un Dios capaz de entregarse a sí mismo hasta la muerte.

 

Ciertamente hoy podemos comprender mejor lo que también Nicodemo comprendió y creyó cuando Jesús resucitó: el crucifijo es salvador porque nos recuerda lo que Dios hizo y también lo que estamos llamados a corresponder nosotros. Y lo que Dios obró no terminó en Viernes Santo, sino que en realidad comenzó el Domingo de Resurrección. Jesús venció y venciendo nos ha dado salvación. En la cruz está sintetizada la Pascua, que incluye el Calvario, pero que apunta a un Dios vivo que nos ha dado vida terrena y nos quiere dar también vida eterna.

 

¿Y qué tiene que ver todo esto con nosotros? Es bastante probable que, en alguna parte de nuestras casas, incluso en nuestros pechos, haya un crucifijo. Tal vez nos hemos familiarizado con ellos y por eso mismo ahora nos interpelen muy poco. Tal vez es momento de volver a contemplarlos, perder un poco de tiempo para ganar eternidad. Cada crucifijo es en realidad una carta de amor, que es otro de modo de llamar a la salvación.

 

Hace unos meses una persona muy querida me compartió una canción que no conocía y que ahora incluso tengo memorizada la letra. Se llama “carta de amor” y se refiere precisamente al crucifijo. En una parte de la letra dice:

 

Oh Jesús

¿Cómo pudo ser

Que viendo mi corazón

Me amaste tal como soy?


Esa cruz

Tu carta de amor

Para este pecador

Eres tan bueno, Dios

 

Sí, Dios es bueno. Pero la bondad no es algo que simplemente se recibe y admira. Es algo que también se corresponde. Y aquí está la tarea de este evangelio: mirar el crucifijo y dejarnos mover a lo que Dios nos inspira como fruto de esa contemplación.



P. Jorge Enrique Mújica, LC

Director editorial de ZENIT News Agency

¿En qué piensas cuando ves una cruz?

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