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sábado, 16 de marzo de 2024

Evangelio del día

 


Libro de Jeremías 11,18-20.

El Señor de los ejércitos me lo ha hecho saber y yo lo sé. Entonces tú me has hecho ver sus acciones.
Y yo era como un manso cordero, llevado al matadero, sin saber que ellos urdían contra mí sus maquinaciones: "¡Destruyamos el árbol mientras tiene savia, arranquémoslo de la tierra de los vivientes, y que nadie se acuerde más de su nombre!".
Señor de los ejércitos, que juzgas con justicia, que sondeas las entrañas y los corazones, ¡que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he confiado mi causa!


Salmo 7,2-3.9bc-10.11-12.

Señor, Dios mío, en ti me refugio:
sálvame de todos los que me persiguen;
líbrame, para que nadie pueda atraparme
como un león, que destroza sin remedio.

Júzgame, Señor, conforme a mi justicia
y de acuerdo con mi integridad.  
¡Que se acabe la maldad de los impíos!
Tú que sondeas las mentes y los corazones,
tú que eres un Dios justo, apoya al inocente.

Mi escudo es el Dios Altísimo,
que salva a los rectos de corazón.
Dios es un Juez justo
y puede irritarse en cualquier momento.


Evangelio según San Juan 7,40-53.

Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: "Este es verdaderamente el Profeta".
Otros decían: "Este es el Mesías". Pero otros preguntaban: "¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea?
¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?".
Y por causa de él, se produjo una división entre la gente.
Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él.
Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: "¿Por qué no lo trajeron?".
Ellos respondieron: "Nadie habló jamás como este hombre".
Los fariseos respondieron: "¿También ustedes se dejaron engañar?
¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él?
En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita".
Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo:
"¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?".
Le respondieron: "¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta".
Y cada uno regresó a su casa.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Bulle

San Gregorio Magno (c. 540-604)
papa y doctor de la Iglesia
Morales sobre Job, XI (SC 212, Morales sur Job, Cerf, 1974)


“Si aprisiona, nadie puede abrir” (Jb 12,14)

“Si él destruye, nadie reconstruye; si aprisiona, nadie puede abrir” (Jb 12,14). Dios todopoderoso se retira del corazón del hombre cuando él lo abandona, lo construye cuando él lo colma. No es con una alta lucha que Dios destruye el alma del hombre, sino retirándose. Se pierde sólo si es reenviada a sí misma. De ahí viene con frecuencia que en el momento que se sancionan sus faltas, la gracia de Dios todopoderoso no llena el corazón del que escucha. En vano el predicador trata de instruirlo desde afuera, ya que muda es la boca que habla si no grita desde el fondo del corazón, que inspira las palabras que resuenan. No hay que asombrarse que un corazón no entienda a un predicador ya que el Señor mismo, cuando habla, encuentra a veces la resistencia de una existencia perversa. (…)
Job agrega con razón “Si aprisiona, nadie puede abrir” (Jb 12,14). Si un hombre se conduce mal, la acusación de su corazón lo puede apesadumbrar, aunque no le venga ninguna acusación del exterior. (EDD)

Oración

Aquí estoy, Señor, delante de ti,

con mi presente y con mi pasado a cuestas;

con lo que he sido y con lo que soy ahora;

con todas mis capacidades y todas mis limitaciones;

con todas mis fortalezas y todas mis debilidades.

Te doy gracias por el amor con el que me has amado,

 

y por el amor con el que me amas ahora, a pesar de mis fallas.

Sé bien, Señor, que por muy cerca que crea estar de Ti,

por muy bueno que me juzgue a mí mismo,

tengo mucho que cambiar en mi vida,

mucho de qué convertirme,

para ser lo que Tú quieres que yo sea,

lo que pensaste para mí cuando me creaste.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

con la luz de tu Verdad y de tu Amor,

para que yo me haga cada día más sensible al mal que hay en mí,

y que se esconde de mil maneras distintas, para que no lo descubra.

Sensible a la injusticia que me aleja de Ti y de tu bondad

 

para con todos los hombres y mujeres del mundo.

Sensible a los odios y rencores

que me separan de aquellos a quienes debería amar y servir.

Sensible a la mentira, a la hipocresía, a la envidia, al orgullo,

a la idolatría, a la impureza, a la desconfianza,

para que pueda rechazarlos con todas mis fuerzas

y sacarlos de mi vida y de mi obrar.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

con la luz de tu Verdad y de tu Amor,

para que yo me haga cada día más sensible a la bondad de tus palabras,

a la belleza y la profundidad de tu mensaje,

a la generosidad de tu entrega por mi salvación.

 

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

para que yo sepa ver en cada instante de mi vida,

lo que Tú quieres que yo piense,

lo que Tú quieres que yo diga,

lo que Tú quieres que yo haga;

el camino por donde Tú quieres llevarme, para que yo sea salvo.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

para que yo crea de verdad en el Evangelio, la Buena Noticia de tu salvación,

y para que dejándome llevar por Ti, trabaje cada día con mayor decisión,

para hacerlo realidad activa y operante en mi vida personal y en la vida del mundo

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

para que yo me haga cada día más sencillo,

más sincero, más justo, más servicial,

más amable en mis palabras y en mis acciones.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

para que Tú seas cada día con más fuerza,

el dueño de mis pensamientos, de mis palabras y de mis actos;

para que todo en mi vida gire en torno a Ti;

para que todo en mi vida sea reflejo de tu amor infinito,

de tu bondad infinita,

de tu misericordia y tu compasión.

Perdona Señor, mi pasado.

El mal que hice y el bien que dejé de hacer.

Y ayúdame a ser desde hoy una persona distinta,

una persona totalmente renovada por tu amor;

una persona cada día más comprometida Contigo

y con tu Buena Noticia de amor y de salvación.

Dame, Señor, la gracia de la conversión sincera y constante.

Dame, Señor, la gracia de mantenerme unido a Ti siempre,

hasta el último instante de mi vida en el mundo,

para luego resucitar Contigo a la Vida eterna. Amén.


«En Jesús de Nazaret, encontramos el rostro de Dios,

que ha bajado de su cielo, para sumergirse en nuestro mundo

y enseñar el «arte de vivir», el camino hacia la felicidad;

para liberarnos del pecado y hacernos plenamente hijos de Dios.

(Benedicto XVI)

 


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