Libro de los Hechos de los Apóstoles 16,22-34.
La multitud se amotinó en contra de ellos, y los magistrados les hicieron arrancar la ropa y ordenaron que los azotaran. |
Después de haberlos golpeado despiadadamente, los encerraron en la prisión, ordenando al carcelero que los vigilara con mucho cuidado. |
Habiendo recibido esta orden, el carcelero los encerró en una celda interior y les sujetó los pies en el cepo. |
Cerca de la medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban las alabanzas de Dios, mientras los otros prisioneros los escuchaban. |
De pronto, la tierra comenzó a temblar tan violentamente que se conmovieron los cimientos de la cárcel, y en un instante, todas las puertas se abrieron y las cadenas de los prisioneros se soltaron. |
El carcelero se despertó sobresaltado y, al ver abiertas las puertas de la prisión, desenvainó su espada con la intención de matarse, creyendo que los prisioneros se habían escapado. |
Pero Pablo le gritó: "No te hagas ningún mal, estamos todos aquí". |
El carcelero pidió unas antorchas, entró precipitadamente en la celda y, temblando, se echó a los pies de Pablo y de Silas. |
Luego los hizo salir y les preguntó: "Señores, ¿qué debo hacer para alcanzar la salvación?". |
Ellos le respondieron: "Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y toda tu familia". |
En seguida le anunciaron la Palabra del Señor, a él y a todos los de su casa. |
A esa misma hora de la noche, el carcelero los atendió y curó sus llagas. Inmediatamente después, fue bautizado junto con toda su familia. |
Luego los hizo subir a su casa y preparó la mesa para festejar con los suyos la alegría de haber creído en Dios. |
Salmo 138(137),1-2a.2bc-3.7c-
Te doy gracias, Señor, de todo corazón, |
te cantaré en presencia de los ángeles. |
Me postraré ante tu santo Templo. |
y daré gracias a tu Nombre |
por tu amor y tu fidelidad. |
Me respondiste cada vez que te invoqué |
y aumentaste la fuerza de mi alma. |
y tu derecha me salva. |
El Señor lo hará todo por mí. |
Tu amor es eterno, Señor, |
¡no abandones la obra de tus manos! |
Evangelio según San Juan 16,5-11.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: |
"Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: '¿A dónde vas?'. |
Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido. |
Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré. |
Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio. |
El pecado está en no haber creído en mí. |
La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán. |
Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado." |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
San [Padre] Pío de Pietrelcina (1887-1968) |
¡No teman y crean!
Le ruego, permanezca tranquilo y resignado en todo. Jesús está con usted y está contento de usted. No paro de importunar al divino corazón en su favor, para que lo colme más todavía de gracias, para sostener y combatir el buen combate. No dude, sin ninguna duda la victoria llegará y será suya. |
No trate de buscar a Dios al exterior de usted, él está con usted, está en sus búsquedas. Durante esta prueba, lo exhorto a actuar en conformidad con la voluntad divina e imitar a Isaac entre las manos de Abraham. Con ellos, espere contra toda esperanza. No tema, mi querido padre, créame que le he hablado de parte de Jesús. Coraje, mi querido padre, Jesús está con usted y, con certeza, la victoria vendrá. (…) |
Cuando el invierno es rudo y tumultuoso, ¿no es la primavera aún más bella y sorprendente? Mi buen padre, olvide sus temores y deje al divino médico actuar como un cirujano. Viva tranquilo en su espíritu. Continúe ofreciendo al Señor el sacrificio de su vida y de todo lo que soporta. Jesús, verdadero rey, seguirá reinando en su corazón. Para ser cada vez más digno de la gloria de los bienaventurados, ofrezca a Dios todo lo que soporta cientos de veces, o aún más, cada día. Permanezca vinculado a Dios con voluntad amorosa. (EDD) |
Oración
Anhelo ser más como tú, Señor, y conocer el fruto del Espíritu en mi vida diaria. En lugar de la ira, dame dominio propio y paz. Ayúdame a abordar las situaciones individuales con sabiduría y con la cabeza tranquila. Todo esto para tu gloria Señor, Amén.
(ELTIEMPO.com
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