¡Cuánta gente piensa hoy que el mundo va a peor! Pues se equivocan.
Vivimos en el mejor momento de nuestra historia y, sin embargo, se ha extendido la creencia generalizada de que el mundo va exageradamente a peor. Esta es la principal tesis del libro 10 razones para mirar al futuro con optimismo, de Johan Norberg.
La publicación, que llega para ser un halo para abrir los ojos a la sociedad y promover el valor del progreso, acaba de traducirse al castellano y la edita Deusto con la colaboración del instituto Juan de Mariana y Value School.
Según Juan Ramón Rallo, prologuista del libro, Norberg demuestra con datos que, contra todo pronóstico y opinión social, “nuestro planeta progresa a pasos agigantados en todos los indicadores básicos en que queramos medir ese progreso social”.
De este modo, el autor repasa datos, anécdotas, hechos históricos de gran relevancia y su evolución y efectos en el presente y en el futuro.
Todo, para recordar que el pasado no siempre fue mejor. De hecho, el libro inicia con esta cita de Franklin Pierce Adams: “Si hablamos de lo bien que iban las cosas antes es porque tenemos mala memoria”.
A partir de esta tesis, Johan Norberg desarrolla sus argumentos focalizándose en 10 puntos clave:
- Alimentación: Norberg recuerda las incontables hambrunas por varios motivos como malas cosechas, reitera cómo la situación en Asia era todavía peor y señala que, la falta de una alimentación adecuada impedía el desarrollo intelectual de la sociedad. Sin embargo, subraya como, según la FAO, la tasa de desnutrición mundial ha disminuido del 50% en 1945 al 11% en 2015. Consciente de que los peores indicadores en este aspecto se dan en África, el autor dedica también parte de su análisis a los cambios positivos que se han dado en países como Angola, Camerún o Mozambique.
- Saneamiento: La existencia de tuberías, de fuentes de agua potable, de una gestión clara de los residuos evita enfermedades que pueden acortar la esperanza de vida. Así pues, Norberg señala el avance global que se realiza en este aspecto, aunque critica fenómenos como la contaminación o el despilfarro de agua. El autor también estudia la evolución que, en este sentido, se está dando en el continente africano.
- Esperanza de vida: Desde 1770 hasta 2010, la tasa de esperanza de vida al nacer ha crecido de los 29 a por encima de los 70 años. En este sentido, Norberg recuerda que, “durante buena parte de la historia de la humanidad, la vida fue una experiencia dura y corta. No sólo teníamos muchas menos comodidades, sino que la incidencia de las enfermedades, el hambre y la falta de saneamiento era tan aguda que se acortaban notablemente los años de vida del ciudadano medio”. Actualmente, y a pesar de fenómenos todavía muy presentes como la mortalidad infantil o algunas enfermedades, las cifras van a mejor.
- Pobreza: en el siglo XVIII, la mayoría vivía en la pobreza absoluta. Con afirmaciones cómo esta, Norberg señala que la pobreza es la “condición de partida para todos” y revisa históricamente y a nivel global, la evolución vivida en este sentido. Las cifras son claras: desde 1820 hasta 2015, según el Banco Mundial, el porcentaje de la población global que cobraba menos de un dólar al día disminuyó desde el 85% al 23%. La globalización y el capitalismo son analizados en profundidad en este capítulo.
- Violencia: Norberg señala que los medios de comunicación contribuyen a la creencia de que vivimos en un mundo violento. Sin embargo, la guerra y la violencia fueron mucho más presentes en etapas anteriores de la humanidad. En este sentido, el autor cita al científico cognitivo Steven Pinker cuando asegura que “la dramática reducción de la violencia puede ser el acontecimiento más importante de la historia de la humanidad”.
- Medio ambiente: “Si nuestra hambre de energía ha generado un problema de calentamiento, será también nuestra hambre de energía el que lo solucione”. Así plantea Norberg los problemas que el progreso causa al medio ambiente. Para el economista, el desarrollo viene mano a mano con la integración del talento humano y de este modo, cuántos más ojos se fijen en los problemas, “más cerebros se empeñan en solventarlos”.
- Alfabetización: Según la OCDE, hace doscientos años, un 12% de la población sabía leer y escribir. “La alfabetización se limitaba a autoridades, religiosos y clase mercantil”, señala Norberg. El motivo, muchas élites pensaban que si las personas pobres accedían a la educación, se sentirían más insatisfechos de su condición y habría más malestar social. Sin embargo, el autor repasa cómo y por qué poco a poco las sociedades se dieron cuenta de la necesidad de la alfabetización universal y empezó a expandirse. Así, en 2015, la tasa mundial de alfabetización de los jóvenes ya era del 91%.
- Libertad: En el año 1800, había todavía 60 países con leyes que permitían la esclavitud. En este aspecto, el autor revisa la libertad individual y las jerarquías que se han creado a nivel global durante la historia y en el contexto de distintos sistemas políticos. En este sentido, Norberg recuerda las palabras de Milton Friedman en 1991: “Aún estamos lejos del ideal de un mundo completamente libre, pero en términos históricos, el progreso que hemos vivido ha sido increíble: se ha logrado más en dos siglos que en dos mil años”.
- Igualdad: Las minorías son también foco de la publicación del mundo. En este sentido, el experto explica que “en casi todos los rincones del mundo siguen existiendo prejuicios, hostilidades o crímenes de odio, pero cada vez hay más lugares en los que el gobierno se compromete a proteger la igualdad ante la ley, combatiendo la discriminación por parte de minorías”. Así, a pesar de la todavía evidente desigualdad de muchos grupos, Norberg nos invita a valorar los pasos que se han dado hacia la igualdad.
- La próxima generación: La humanidad ha conseguido grandes cosas con sólo una parte de ella con acceso al conocimiento. Hoy, las oportunidades de desarrollar ese conocimiento son mucho mayores con lo cual el autor tiene claro que “es fácil predecir que vamos a un mundo con menos limitaciones, lo que desencadenará una enorme creatividad al servicio de nuestro bienestar.
A pesar de la innegable visión positiva del autor, no en vano admite que sería un error pensar que el progreso está garantizado. Así, advierte, “seguimos padeciendo muchos problemas y no son pocos los movimientos y corrientes sociales y políticas que aspiran a destruir los pilares de desarrollo: la libertad individual, la apertura económica y el progreso tecnológico”.
Miriam Díez Bosch, aleteia
No hay comentarios:
Publicar un comentario