Es imprescindible mantener viva la llama del amor aunque la pareja pase por estas etapas complicadas
Amo las plantas. Justo a la entrada de mi casa tenía una pequeña palma que me ha seguido de casa en cada mudanza.
Meses atrás todas sus hojas se le cayeron dejando al tronco pelón. ¡Qué desagradable se veía! Como desprotegida, sin atractivo alguno. Mi esposo me decía que ya la tirara porque daba muy mal aspecto a la sala. Pero me resistía a quitarla.
Entonces decidí mejor cambiarla de ambiente. Yo quería salvarla y no que terminara en un basurero. La saqué al jardín y la coloqué donde pudiera recibir luz y sombra.
Pasaban semanas y parecía que el madero seguía sin vida. A pesar de que nunca la dejé de regar y de ponerle abono en algún momento me vi tentada a tirarla; yo solo veía un tallo que “parecía muerto”
Pasaron semanas y de pronto vi cómo le comenzaron a brotar nuevas hojas; hoy en día está llena de estas. ¡Mi planta revivió! Solo necesitaba cambiar de ambiente y de tener cuidados especiales, sobre todo, de mi paciencia.
He decidido dejar la palma justo en el lugar donde vi que la hizo retoñar, a la entrada de mi casa porque, además de que le hizo bien, para mí es un recordatorio de que todo, por más muerto o marchito que se vea, siempre hay esperanza de que resurja. No era el momento de dejar morir a mi planta, sino de hacer los cambios necesarios, alimentarla y protegerla de manera especial para ayudarle a revivir.
Mi planta me recordó -y me recuerda- que así es el amor conyugal… Hay épocas en que parece que todo está marchito, que ya no hay nada que hacer, pero no es así. Al contrario, es cuando más cuidado y barreras de protección -amor incondicional- debemos de poner a la relación.
Así como mi planta comenzó arrojar señales de que necesitaba un cambio porque se estaba muriendo, el amor conyugal va mandando señales de auxilio, de que hay cambios que hacer o de que necesita de cuidados extras.
Hay circunstancias y experiencias que la gran mayoría, por no decir que todas, las parejas pasamos en las que hay que cuidar nuestra relación de manera especial. Estos son solo algunos:
- Cuando nos comienza a dar flojera o encontramos fastidiaste servir a nuestro cónyuge. Recordemos que el servicio es vehículo del amor y que nos casamos para ser “ayuda mutua”, servirnos.
- Cuando negamos nuestro cuerpo a nuestro cónyuge sin causa justificada, solo por egoísmo. Recordemos que cada vez que nos entregamos íntimamente renovamos nuestro amor.
- Cuando nos comienza a llamar la atención una tercera persona. Seamos honestos, amor no quita conocimiento y sabemos que puede haber personas más atractivas que nuestro cónyuge. Por lo tanto, cerremos nuestros ojos y no miremos afuera lo que nos corresponde ver solo adentro. Si hay alguien que te está moviendo el piso es momento de hacer un parón y reflexiones sobre ti y tu relación. Si te arreglas, te perfumas, vas al trabajo o al gimnasio con la ilusión de ver a esa otra persona ¡cuidado! Estás caminando sobre arena movediza.
- Cuando hay problemas financieros. Es normal que se pase estrés en esos momentos. Sin embargo, hay que enfocarse en lo que realmente tiene valor y no precio. Todo se resolverá mejor estando unidos y en calma.
- Cuando te gusta pasar más tiempo con los amigos que con tu cónyuge. Se supone que ustedes son mejores amigos. Entonces hay que alimentar más el vínculo de la amistad.
- Cuando les da por irse de vacaciones solo con amigos, sin el cónyuge ni hijos. Esta es una práctica que a muchas parejas jóvenes se les está haciendo de lo más común y no se dan cuenta de las puertas que están abriendo dejando a su matrimonio en estado vulnerable. Este tipo de viajes no son prudentes.
- Cuando se pasa por una enfermedad o algún otro problema serio. Habrá veces que sea a uno solo a quien le toque remar para sacar adelante a la familia porque el otro está incapacitado. Otras en que la unión de ambos sea la fortaleza para enfrentar las vicisitudes. Sea lo que sea hay que hacer vida esto que no fueron solo palabras: “En lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad…”
Recuerda que el amor, en especial el amor conyugal es como una plantita que necesita de estarse regando continuamente para mantenerla con vida. Si tu matrimonio pasa por una época marchita encomiéndate a Dios de todo corazón porque suele llover su misericordia en tiempos que más secas están las esperanzas.
Luz Ivonne Ream, Aleteia
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