Ángelus, 23 de julio de 1989
¡Queridos Hermanos y Hermanas!
1. Esta invocación de las letanías del Sagrado Corazón encierra en una frase todo el misterio de Cristo Redentor; nos recuerda las palabras dirigidas por Jesús a Marta, afligida por la muerte de su hermano Lázaro: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en Mi, aunque muera, vivirá" (Jn 11,25).
Jesús es la vida que brota eternamente de la divina fuente del Padre: "En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios .. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres" (Jn1,1.4).
Jesús es vida en Sí mismo: "Como el Padre tiene vida en Sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en Si mismo" (Jn 5,26). En Su Corazón la vida divina y la vida humana se unen armónicamente, en plena e inseparable unidad.
Pero Jesús es también vida para nosotros. "Dar la vida" es el objetivo de la misión que Él, Buen Pastor, recibió del Padre: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10,10).
2.Jesús es también la resurrección. Nada es tan radicalmente contrario a la santidad de Cristo -el Santo del Señor (Lc. 1,35; Me 1,24)- como el pecado; nada es tan opuesto a Él, fuente de vida, como la muerte.
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