Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio del día
Para empezar: Retírate… Recógete… Silénciate… Oh Dios, Trinidad a quien adoro… Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu santo… por los siglos de los siglos… Gloria… Oh Tú que vives en Ti en lo más hondo de mí, que resuene tu voz en los más hondo de mí… Y la entienda… Y la acoja… Y la viva con la gracia del Espíritu Santo que está en mí…
Leer despacio el texto del Evangelio: Mateo 23,1-12
En aquel tiempo, habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque dicen, pero no hacen. Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro padre, el del cielo. No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”
Contemplar…, y Vivir…
Composición de lugar. Contempla a Jesús rodeado de gente y de sus discípulos, y con qué gravedad les enseña cómo han de vivir: de ninguna manera sus seguidores han de parecerse a los fariseos. Con sus palabras Jesús hace un retrato claro e inequívoco de quiénes son estos religiosos tan conocedores de la Ley. Y desea que quede claro que los suyos no han de ser así; la Iglesia no ha de ser así; las comunidades cristianas no han de ser así, cada uno de sus miembros, tú y yo, tampoco. Entre nosotros es común hablar de actitudes farisaicas, y con razón es expresión fuerte y dura; el cristiano, el verdadero discípulo de Jesús no puede tener esas actitudes. Son anti evangélicas.
>Los fariseos: dicen, pero no hacen… Se les va toda la fuerza por la boca, pero los hechos están por ver. No tienen ni idea de que “obras son amores y no buenas razones”. O como dice san Ignacio de Loyola: “El amor está más en las obras que en las palabras”. ¿Te sientes de alguna manera interpelado?
-Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. O sea que explotan a la gente imponiéndoles exigencias religiosas y morales sobre los hombros, que ni ellos pueden con ellas. Eso es muy grave. Quien así obra se impone a Dios, pues ni Él obra así. ¿Te sientes de alguna manera interpelado?
-Todo lo que hacen es para que los vea la gente. ¡Qué horror! Viven de apariencia y para aparentar. Por eso alargan las filacterias, y agrandan las orlas del manto, y todo para presumir de muy religiosos y de muy señores ricos. ¡Qué soberbia refinada! ¡Qué prepotencia! Dicen que hay mucha gente así… ¿Te sientes tú interpelado? -Les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”. Honores, reverencias, títulos. Pregúntate con sinceridad y con la mano en el corazón: ¿De qué sirve todo esto? Es ridículo e inútil. Todo vacuo. Esto no da ningún testimonio de Jesús ni del Evangelio. ¿Se puede vivir con tanta vaciedad? ¿Y con tanto engaño? ¿Cargado de caretas para cada situación? ¿Algo de esto te interpela?
A tener muy en cuenta. Es fariseísmo es una enfermedad del espíritu que afecta tanto a las personas como a las instituciones. Por eso, no podemos limitarnos a leer las palabras de Jesús, sino que hemos de contemplarlas para asimilarlas. No van dirigidas solo a los fariseos de aquel tiempo, sino a mí que ahora leo, contemplo a Jesús y sus palabras, sea obispo, sacerdote, diácono, religioso o laico. Atento: pensar que esto no va conmigo ya sería una postura farisea condenable. Pide luz al Señor… >Nosotros, los seguidores de Jesús: Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro padre, el del cielo. No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías. Es lo que quiere Jesús: el Maestro es Él, el Padre es Dios, nosotros somos hermanos. Esto es lo esencial, todo lo demás sobra. Si vivimos esto, estaremos viviendo el Evangelio y seremos verdaderos hijos de Dios y la fraternidad nos hará ser mejores servidores de Dios y de los demás al estilo de Jesús. ¿Queremos más? Hay que empezar por aquí. ¿Te sientes de alguna manera interpelado?
Nota importante: Jesús no se limita nunca a denunciar lo que considera injusto, como las actitudes y comportamientos de los fariseos; ni tampoco se limita a desautorizar sin más. No. Siempre hace la propuesta necesaria como aquí. Y es muy concreta: la Palabra de Dios hay que ponerla en el corazón, sin presumir de llevarla en las filacterias (adornos para recordar la Palabra); en la comunidad no hemos de buscar la mesa presidencial, sino sentarnos al lado de aquellos a los que hemos de servir, todos los demás; en la calle no queramos que nos saluden como si fuéramos toda una digna autoridad, sino que nos han de reconocer por lo que amamos, y cuánto amamos. Y todo, como humildes seguidores de Jesús, nuestro único Maestro y Señor. ¿Es así para ti? Si no, hay que empezar ya mismo sin perder más tiempo ni más felicidad. Así la encontrarás. De otra manera, y en comunidad, no mejoraremos nosotros ni el mundo, ni la Iglesia; y mucho menos seremos humildes servidores para la transformación de este mundo hacia el Reino de Dios. En ese Reino, sí, Dios nos enaltecerá y nos hará ser primeros porque aquí hemos sido últimos, o sea, siempre en todo y con todo servidores por amor. Hemos sabido bajar (amar) para ser ensalzados (resucitados) para gloria del Padre.
Para terminar: Repite despacito con el salmista: “Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad”… Y da gracias al Señor por este encuentro… y llévate en el corazón alguna de esas actitudes fundamentales del discípulo servidor y misionero de Jesús. Durante la semana trabájala con tu deseo y la ayuda del Señor. Cuenta con él. Reza despacio el Gloria al Padre y….
Dentro, muy dentro de ti
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