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sábado, 23 de marzo de 2019

¿Cómo luchar contra el complejo de culpabilidad?

Los contenidos aprendidos en la etapa de infancia son muy decisivos en la vida psicológica de adultos, sobre todo, en referencia a los sentimientos de culpa

KOBIETA Z POCZUCIEM WINY
En mi consultorio atiendo muchas formas de sentimientos de culpa, sobre todo en personas que han desarrollado una condición de vulnerabilidad en su conciencia. Tal que los convierte en los más duros jueces de sí mismos.
Personas que llegan a desarrollar enfermedades psicosomáticas (sistema inmunológico debilitado, problemas cardiovasculares, malestar gastrointestinal, dolores difusos, etc.) y mentales (odio a sí mismo, depresión, ansiedad), ello debido a no poder distinguir entre las acciones de las que son verdaderamente responsables, y las que corresponden a su trastorno de personalidad. 
Personas que pueden terminar dañando seriamente sus relaciones familiares.
Esta es una de esas historias:
—Solo al iniciar el día, comienzo casi sin darme cuenta a hilvanar un rosario de sentimientos y pensamientos con tono de auto reproche. No sé lo que es poder descansar en mí misma. 
No hace mucho convivía con una vieja amiga, y en esos momentos nos tomaron una fotografía en la que  ella apareció sonriendo espontáneamente, mientras que yo lo hice con sombría expresión. Mi amiga, con mucha franqueza me dijo que lo que veía en la fotografía era mi eterno complejo de auto condena, y que  debía hacer algo.
Quien así se expresaba era una joven señora profesionista con un buen matrimonio y dos hijos, que parecía tenerlo todo, mas no era así.
Gradualmente, a través del diálogo comenzó a ponerse de relieve que debía atender y superar tres heridas que en ella inconscientemente permanecían abiertas.
La primera: Desde niña había sido enseñada a sentirse culpable por actos insignificantes que no debían haberla perturbado de un modo natural, pues se trataba de circunstancias normales a su edad, o bien, de las que no podía tener control y no era en absoluto responsable.
Recordó que cuando deseando seguir instrucciones  las olvidaba o se equivocaba, se le tachaba de desobediente, recibiendo en más de una ocasión severos castigos, lo que la hacía sentirse insegura de sus actos, pues se le juzgaba más por ellos que por su verdadera intención o voluntad.
La segunda: En su adolescencia sus padres se divorciaron, lo que agravó su inseguridad en un definitivo rompimiento interior, que le daba la certeza de que jamás la habían amado solo por ser quien era; pues si eran capaces de tal acción, era que definitivamente ella no les importaba.
La tercera: Sus hermanos, lejos de resolver positivamente sus vidas, habían caído en las garras de los vicios y se sentía impotente de ayudarlos, sufriendo por ello.
Como los contenidos aprendidos en la etapa de infancia son muy decisivos en la  vida psicológica de adultos, sobre todo, en referencia a los sentimientos de culpa, se hace necesario formar y replantear la conciencia moral, cuidando qué ideas, pensamientos, puntos de vista sobre Dios, el bien y el mal sean las correctas. Sobre todo, lo que es y no, la propia responsabilidad.
Por ello, la solución radical que se le planteó, fue sentar las bases de una personalidad emocionalmente equilibrada, adquiriendo la capacidad de hacer juicios correctos. La propuesta fue una ardua pero eficaz tarea de formación de su conciencia moral, que le ayudaría a sanar las tres dimensiones dañadas de su personalidad.
Sobre rectificar los sentimientos de culpa aprendidos desde la infancia:
  • Tomar conciencia de sus emociones siendo capaz de preguntarse: ¿Qué siento  al pensar, actuar o decidir en tal o cual cosa? ¿Por qué mi sentimientos negativos?
  • Ser capaz de analizar sus sentimientos: ¿Por qué lo siento?  ¿Es razonable lo que siento? 
  • Lograr la identificación de su voluntariedad. ¿Cuál es mi verdadera intención al actuar?  ¿Qué relación tienen mis actos con mis sentimientos?
Desde esta nueva perspectiva asimilar el divorcio de sus padres:
  • Tratando de comprenderlos en sus limitaciones, para no seguir anclada en el círculo vicioso del resentimiento y la autocompasión.
  • Seguir superándose para agradecerles el don de la vida desde un buen presente, sin que le afecte el pasado.
  • Construir desde el amor de su propia familia una sana autoestima.
  • Apelar a la solución definitiva desde su espiritualidad, para encontrar el sentido más profundo de su existencia.
Sobre la vida infeliz de sus hermanos. La caridad no implica el ser injusto con nosotros mismos. La vida de sus hermanos es en términos de libertad personal, solo responsabilidad de ellos; sentirse culpable por sus vidas es asumir aquello en lo que en definitiva no le corresponde.
Ante situaciones persistentemente dolorosas e injustas en las que los hermanos asumen sus vidas, es conveniente ayudarlos en lo posible y, pero desde una sana distancia que le permita vivir la suya propia, sin una contaminación emocional que le impida entregarla plenamente a su esposo e hijos.
Finalmente, y los más importante: aprender a reconocer los verdaderos errores para hacerse responsable y crecer, pues existen sentimientos que son útiles porque e través de una correcta desaprobación personal se logran fuertes motivos para una conducta de mayor superación, tomando la firme decisión de adherirnos a lo que más vale la pena. 
Orfa Astorga, Aleteia 
  









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