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jueves, 4 de marzo de 2021

Evangelio del día

 

ChristianArt 
 
Lucas 16, 19-31 El rico y Lázaro
 
 

El rico y Lázaro, Dibujo de Eugène Burnand (1850-1921), Dibujado en 1899, Lápiz y grafito sobre papel
© Musée Eugène Burnand, Moudon

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.

Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.

Entonces gritó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males. Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’.

El rico insistió: ‘Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’. Pero el rico replicó: ‘No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto’”.

Comentario

San Nersès Snorhali (1102-1173)
patriarca armenio
Jesús Hijo único del Padre  624s ; SC 203


Levantó los ojos

Como el rico que ama la vida de los placeres,
yo amé los placeres efímeros,
con este cuerpo animal que es el mío,
en los placeres de este insensato...
Y por muchos beneficios
que me has dado gratuitamente,
no te devolví el diezmo
adquirido de tus propios dones.
Pero todo lo que estaba bajo mi techo
sacado de la tierra, el aire y el mar,
tus innumerables beneficios ,
creía que eran de mi propiedad.
De todo esto no le di nada al pobre
y para sus necesidades no aparté nada:
ni alimento para el hambriento,
ni ropa para el cuerpo desnudo,
Ni hospedaje para el indigente,
ni morada para el huésped extranjero,
ni visité al enfermo,
ni tampoco me preocupé de los presos (cf Mt 25,31s).
No me entristecí en la desgracia
del hombre triste a causa de lo que lo agobia;
y tampoco participé de la alegría del hombre feliz,
sino que ardí de celos contra él.
Todos estos son otros Lázaro...
que están a mi puerta...
En cuanto a mí, sordo a su llamada,
no les di las migajas de mi mesa...
Los perros que no conocen tu Ley
los consolaban por lo menos con su lengua;
y yo que oía tu mandato
con mi lengua herí a mi semejante (Mt 25,45)...
Pero dame arrepentimiento aquí abajo, para que haga penitencia por mis pecados...
con el fin de que estas lágrimas apaguen
el horno encendido con sus llamas ardientes...
Y en lugar de la conducta de un hombre sin misericordia,
establece en lo más hondo de mí, la piedad misericordiosa,
para que, haciéndole misericordia al pobre,
pueda obtener tu misericordia. (EDD)





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