Apareció en uno de los pasadizos de Venecia, un lugar donde la Virgen se apareció para proteger a la ciudad de la Peste
El año pasado en el 2020, cuando la pandemia del Covid había se había expandido por casi toda Italia en un modo bastante acelerado, muchos no dudaron en acudir a la Virgen María. El objetivo era que la pesadilla de este virus desconocido dejara de provocar dolor y muertes en las familias.
Es así como un día de mayo de dicho año, en uno de los tantos pasadizos de Venecia, apareció una curiosa imagen de la Virgen María con el Niño Jesús en sus brazos, obra de la artista Maria Terzi.
Colocado en un pasadizo
Muy curiosa sí, porque tanto la Virgen como el Niño, llevan muy bien colocados en sus rostros unas mascarillas.
El pequeño cuadro fue colocado en el pasadizo dónde según la tradición, apareció la Virgen María para proteger a la ciudad de la fuerte pestilencia del año 1630.
Tanto hoy como ayer, durante siglos, se ha acudido a Ella. Para pedir la protección ante la peste, el cólera, epidemias y pandemias. También ante el flagelo de la guerra y de tantas otras enfermedades infecciosas.
Oración a la Virgen María
Monseñor Boccardo, arzobispo de Spoleto, que estuvo internado casi dos semanas por Covid, compuso esta oración a la Virgen para pedir protección:
¡Te saludamos, Virgen María! Mientras tú, Madre, nos ofreces a Jesús, el fruto bendito de tu purísimo seno, el Verbo hecho carne, el Redentor del mundo, su palabra resuena particularmente dulce para nosotros quien nos envía de regreso a ti, haciéndote nuestra Madre: «¡Mujer, aquí tienes a tu hijo!». Incluso hoy, como tantas veces a lo largo de los siglos, aquí están tus hijos reunidos a tu alrededor: buscamos refugio bajo tu protección maternal e imploramos tu intercesión con confianza ante los retos que esconde el futuro. Queremos confiarte nuestro tiempo y pedirte que nos acompañes en nuestro camino. Somos hombres y mujeres de una época extraordinaria, tan emocionante como lleno de contradicciones. La humanidad hoy posee instrumentos de un poder sin precedentes; está a la vanguardia de la tecnología y la medicina, y, sin embargo, continúa a experimentar la fragilidad, el caos y el miedo. Estos días un virus insidioso nos asusta como un monstruo invencible y atenta con nuestra vida y con nuestra paz. Nos recuerda que la vida y la muerte, el tiempo y el futuro no nos pertenecen y no somos los amos. Repítenos que hay Alguien a quien debemos referirnos, a quien pedir ayuda y protección: Jesús, el Hijo amado de nuestro Padre Celestial y nuestro Salvador. Haznos comprender una vez más, Oh Virgen Santa, que la salvación es todo y solo en tu hijo Jesús, que solo su Evangelio resistirá todo mal, porque es portador de la fuerza divina, invencible y eterna. Ave María.
Maria Paola Daud, Aleteia
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