Aquí podemos ofrecer sólo unos pocos aspectos de las mil maravillas de la Santa Misa
Debemos empezar a ser lo que recibimos. |
Es preciso recibirle de tal forma, que no solamente reparemos con él las fuerzas del cuerpo, sino también las del alma. La virtud que este pan encierra es unidad, y reducidos a su cuerpo y convertidos en miembros suyos, debemos empezar a ser lo que recibimos. San Agustín |
Medicina eficaz contra la muerte. |
Porque la muerte de Cristo es medicina eficaz contra la muerte, y quienes participan de su mística bendición (la Eucaristía) son más fuertes que la corrupción, según aquellas palabras: En verdad, en verdad os digo: quien come mi Carne y bebe mi Sangre tiene vida eterna Jn 6,55. San Cirilo de Alejandría |
¿Quién podrá dudar jamás? |
Habiendo, pues, pronunciado él y dicho del pan: Éste es mi Cuerpo, ¿quién se atreverá a dudar en adelante? Y habiendo él aseverado y dicho: Ésta es mi Sangre, ¿quién podrá dudar jamás y decir que no es la Sangre de él? San Cirilo de Jerusalén, Doctor de la Iglesia |
El verdadero antídoto al individualismo y al egoísmo. |
Una espiritualidad eucarística, es verdadero antídoto al individualismo y al egoísmo que tantas veces caracterizan la vida cotidiana, lleva al redescubrimiento de la gratuidad, de la centralidad de las relaciones. S.S. Benedicto XVI |
Toda vida, hasta la eterna, brota de la Eucaristía. |
El nos enseña que toda vida, hasta la eterna, brota de la Eucaristía: Si alguno come de este pan vivirá eternamente Jn 6, 52. Sin la Eucaristía es imposible la vida: Si no comiereis la carne del Hijo del Hombre, ni bebiereis su sangre, no tendréis la vida en vosotros Jn 6, 54. Siervo de Dios Mons. Luis María Martínez |
Dios se dona a nosotros. |
Este inmenso don es accesible a nosotros en el Sacramento de la Eucaristía: Dios se dona a nosotros, para abrir nuestra existencia a él, para involucrarla en el misterio de amor de la cruz, para hacerla partícipe del misterio eterno del cual provenimos y para anticipar la nueva condición de la vida plena en Dios, en cuya espera vivimos. S.S. Benedicto XVI |
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