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miércoles, 23 de marzo de 2022

Evangelio del día


Evangelio según San Mateo 5,17-19.

Jesús dijo a sus discípulos:
«No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice.
El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.»


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

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Bulle

San Cipriano (c. 200-258)
obispo de Cartago y mártir
Tratado sobre la envidia y los celos, 12-15; CSEL 3, pag. 427-430


El cumplimiento de la ley: el amor operante

Revestir el nombre de Cristo sin seguir el camino de Cristo ¿no es traicionar el nombre divino y abandonar el camino de la salvación? Porque el mismo Señor enseña y declara que el hombre que guarda sus mandamientos entrará en la vida (Mt 19,17). Que el que escucha sus palabras y las pone en práctica es un sabio (Mt 7,24) y que aquel que las enseña y conforma su vida según ellas será llamado grande en el reino de los cielos. Toda predicación buena y saludable no aprovechará al predicador si la palabra que sale de su boca no se convierte luego en actos.
Así que ¿hay un mandamiento que el Señor haya enseñado con más insistencia a sus discípulos que este de amar los unos a los otros con el mismo amor con que él nos ha amado? (Jn 13,34) ¿Se encontrará entre los consejos que conducen a la salvación y entre los preceptos divinos un mandamiento más importante para guardar y observar? Pero como el que por la envidia se ha vuelto incapaz de actuar como un hombre de paz y de corazón ¿podrá guardar la paz o el amor del Señor?
Por esto, el apóstol Pablo proclamó también los méritos de la paz y de la caridad. Afirmó con fuerza que ni la fe ni las limosnas ni siquiera los sufrimientos del martirio no le servirían de nada si no respetara los lazos de la caridad (cf 1Cor 13,1-3). (EDD)

Oración

Dios mío, Tú que, como creador, proporcionas vida a los todas las criaturas. Tú que lo ves todo y lo sabes todo, no dejes de dirigir tu mirada a mi vida y ver en qué tengo que mejorar para ser esa persona que pueda tener el amor verdadero.

Si mi carácter no es el más adecuado, si mi forma de ser y de vivir no son concordes con el amor, dímelo. Por favor, dime en el corazón todo lo que tengo que saber de tu palabra. Acércate a mi oído y sugiéreme lo que debo hacer. No me dejes, día tras día, esperando ese amor seguro, sin saber que soy yo quien debe cambiar.

Dios del cielo, Ser supremo y maravilloso, en Tí confío. Sé que tu palabra en mi corazón es como el agua pura que corre por el río y limpia todo a su paso. Espero tu palabra y todos tus consejos. Aguardo con esperanza tus dictados. Los quiero recibir en mi más profundo ser. Sé que serán justos, sabios y ciertos, convenientes para mi vida de amor.

Porque Tú eres la justicia, la sabiduría y la verdad. Dios del firmamento, te prometo que pondré en práctica tus soplos expertos y que seguiré siempre el camino que me marques. Guíame a través de este sendero para que conozca la ruta exacta a seguir, siempre de acuerdo a tus leyes de amor. Rezo para que mi futura pareja siempre me honre y me ame sin condicionamientos y me prefiera por encima de todos los demás.

Amén, amén.

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