Evangelio según San Lucas 18,9-14.
Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola: |
"Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. |
El fariseo, de pie, oraba así: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. |
Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas'. |
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!'. |
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado". |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
San Juan Clímaco (c. 575-c. 650) |
“El que quiere ser grande , que se haga servidor” (Mc 10,43)
Si deseamos ardientemente agradar al Rey de los cielos, esforcémonos de sólo gustar la gloria de lo Alto. El que la ha gustado, despreciará la gloria terrestre. No me sorprenderá que alguien pueda despreciar la terrestre, si no ha gustado la gloria celeste. (…) |
El que pide a Dios dones como premio a sus esfuerzos, a puesto fundamentos inestables. El que se ve como un deudor recibirá una riqueza inesperada. (…) Hay una gloria que viene del Señor. Él dijo que a los que lo glorifican, él los glorificará. Existe una gloria que deriva de los artificios del diablo “Hay de ustedes cuando todos los elogiarán” (Lc 6,26). Reconocerás la primera cuando, viendo como un daño que te glorifiquen, la alejarás por todos los medios y en todos lados esconderás tu forma de vivir. La segunda cuando haces de todo para ser visto por los hombres (cf. Mt 6,1). La impura vana gloria nos sugiere aparentar la virtud que no tenemos, diciéndonos: “Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras” (Cf. Mt 5,16). (…) |
Cuando nuestros aduladores, o más bien seductores, comienzan a elogiarnos, recordemos la multitud de nuestros pecados y nos reconoceremos indignos de lo que se dice o hace en nuestro honor. (…) Los hombres simples no son frecuentemente contaminados por el veneno de la vana gloria, porque ella es rechazo de la sencillez e hipocresía de la conducta. (EDD) |
Oración
Aquí estoy, Señor, para darte ese tiempo de mi vida, que es muy poco, comparado con el tiempo que siempre tengo para trabajar, para distraerme y pasear. Es muy poco pero quiero que sea tuyo y que será el mejor de mi tiempo porque es para ti.
Dame paz, tranquilidad. Auséntame de todas mis preocupaciones, quedarme vacía de todos los problemas y dolores que llevo en mi alma, muchas veces causados por mi equivocado proceder, y entregarme de lleno a ti.
Desconéctame, Señor, de las cosas de mi vida que tanto amo.... quiero que tu me ayudes a encontrar esa "perla escondida" que es aprender a vivir en la humildad.
A veces pienso, al acercarme a ti, que es el único momento en que siento mi nada, mi pequeñez, porque cuando te dejo y me voy a mis ocupaciones me parece que piso firme, que hago bien las cosas, muchas de ellas, muy bien y casi sin darme cuenta reclamo aplausos, reclamo halagos y me olvido de ser humilde, de aceptar, aunque me duela, mis limitaciones, mis errores, mis faltas y defectos de carácter, que siempre trato de disimular para que no vean mi pequeñez y cuando llega el momento de pedir perdón... ¡cómo cuesta! Qué difícil es reconocer que nos equivocamos, qué juzgamos mal, que lastimamos y rogar que nos perdonen.
Ante ti, Señor, buscando alcanzar esa HUMILDAD, que tanta falta me hace, me atrevo a rezarte la hermosa:
ORACION POR LA HUMILDAD
Señor Jesús, manso y humilde.
Desde el polvo me sube y me domina esta sed de que todos me estimen, de que todos me quieran.
Mi corazón es soberbio. Dame la gracia de la humildad,mi Señor manso y humilde de corazón.
No puedo perdonar, el rencor me quema, las críticas me lastiman, los fracasos me hunden, las rivalidades me asustan.
No se de donde me vienen estos locos deseos de imponer mi voluntad, no ceder, sentirme más que otros... Hago lo que no quiero. Ten piedad, Señor, y dame la gracia de la humildad.
Dame la gracia de perdonar de corazón, la gracia de aceptar la crítica y aceptar cuando me corrijan. Dame la gracia, poder, con tranquilidad, criticarme a mi mismo.
La gracia de mantenerme sereno en los desprecios, olvidos e indiferencias de otros. Dame la gracia de sentirme verdaderamente feliz, cuando no figuro, no resalto ante los demás, con lo que digo, con lo que hago.
Ayúdame, Señor, a pensar menos en mi y abrir espacios en mi corazón para que los puedas ocupar Tu y mis hermanos.
En fin, mi Señor Jesucristo, dame la gracia de ir adquiriendo, poco a poco un corazón manso, humilde, paciente y bueno.
Cristo Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo. Asi sea.
(P. Ignacio Larrañaga)
Ma. Esther de Ariño
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