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jueves, 24 de marzo de 2022

Día del Seminario: sacerdotes que salen de lo que conocen e inspiran seminaristas

 


Este domingo 20 de marzo 
se celebró el Día del Seminario en España. La Iglesia española cuenta, según las últimas cifras, con 1.028 seminaristas mayores y 811 seminaristas menores (aunque desde hace unos pocos años los obispos no difunden cómo se distribuyen por diócesis, algo que antes sí hacían).

El número de ordenados en el curso 2021-2022 es de 125 y el número de nuevos ingresos es de 218. Los seminaristas menores en el este mismo curso son 811, el número de ingresos es de 165 y los que han pasado al seminario mayor son 19.

El documento de la Subcomisión Episcopal para los Seminarios de la Conferencia Episcopal Española para la Jornada de este año destaca que “el ejemplo de los sacerdotes, que salen de sus comodidades y de lo que ya conocen, para esforzarse en evangelizar y aportan su presencia y compañía a los bautizados, es un poderoso testimonio para los seminaristas”.

Entre los desafíos de los seminarios, afirma el documento, está “la renovación de la formación en nuestros seminarios, de manera que respondan mejor a los retos que hoy nos lanza nuestra Iglesia y nuestro mundo”.

El texto anima a discernir sobre cómo “en nuestra época Dios sigue actuando y sigue suscitando vocaciones sacerdotales” en los jóvenes y para “pedir, dar gracias y mostrar la cercanía entre los seminaristas y sus formadores”.

Se pide al seminarista hoy profundizar en las relaciones de fraternidad y lazos de amistad sincera, no sólo con el Maestro, sino con los compañeros, pues la vivencia en comunidad de la fe y de la vocación, son una anticipación para “un estilo de ser sacerdote y de estar presente en medio de la Iglesia y del mundo”.

“El servicio que implica la vocación sacerdotal se debe llevar a cabo en la Iglesia tal y como esta necesita y espera ser servida. Por eso, el seminario supone un momento de despojamiento, no solo porque introduce en la dinámica del servicio, sino también de la renuncia a los propios planes y proyectos en aras a una entrega total y sin reservas”, subraya el mensaje. Y añade que el sacerdote debe “ser capaz de amar a la gente con un corazón nuevo, grande y puro, con auténtica renuncia de sí mismo, con entrega total, continua y fiel”.

Al acercase esta fecha, distintas diócesis publican en sus webs y revistas testimonios de seminaristas que van avanzando en su formación.

Perseverar en la amistad con Dios, sed que sólo Él sacia

En el seminario mayor de Toledo lleva un año y medio Ángel Rodríguez Sánchez-Conde, de 30 años de edad, que se licenció en Farmacia, trabajó unos años, creció en la fe el grupo toledano Oasis y después entró al seminario.

"La base de mi vocación fueron mi familia, que me inculcó la fe, y el Grupo Oasis, donde fui creciendo en el amor al Señor. En mi adolescencia y juventud, la delegación de pastoral juvenil, el Sepaju, y las actividades que organizaba prepararon el terreno para poder decirle que sí al Señor. Ya durante mis estudios en Madrid, me ayudaron la pastoral universitaria y el grupo Hakuna de Madrid. Gracias a las horas santas, pude aumentar mi amistad con el Señor y conocí a mucha gente, en los que advertía veía que estaban llenos del Señor", explica en una entrevista.

"En mi familia, la reacción ante mi vocación fue muy buena, aunque les pilló de sorpresa. Sabían de mi religiosidad, pero nunca les había hablado del tema vocacional. Entre mis amigos hubo mucha sorpresa y alegría, incluso entre los que no creen", añade.

El seminarista Ángel Rodríguez Sánchez-Conde con sus padres

El seminarista Ángel Rodríguez Sánchez-Conde con sus padres. En la mayoría de los seminaristas, la fe fuerte de sus padres ha sido un factor fundamental.

"Mi ilusión para mi vida sacerdotal es ganar almas para el Señor. Cuantas más, mejor. Enviar almas al Cielo. Y hablar a esta sociedad, que tiene sed de algo, pero no sabe de qué, decirle que esa sed solo puede saciarla el trato con el Señor", proclama.

"A los jóvenes que se plantean la vocación les diría que confíen en el Señor, que no tengan miedo a entregarse por completo a Él. Sé que da miedo, que da vértigo tomar la decisión, dejar todo atrás, renunciar a una vida “normal” a los ojos del mundo. Sé también lo listo que es el diablo para meter miedo y dudas en el corazón. La clave es mantener la amistad con el Señor, acercarse cada vez más a Él, y Él irá trabajando la vocación y poniendo una base firme para la llamada. Tranquilos, si Dios os llama, lo notaréis. Cada uno tiene su llamada, sus señales que le van conduciendo hacia el sí al Señor".

Tu vida es valiosa: ¿a quién la entregas?

En revista Ecclesia habla Miguel Moreno, seminarista joven de Madrid. "Nadie sabe lo que es el Seminario antes de entrar. Lo que he descubierto es que somos todos jóvenes normales que nos hemos encontrado con Cristo y hemos dado nuestra vida por completo. Cada uno tiene su manera de ser propia y a la vez todos tenemos en común esa pasión por Cristo y su Iglesia”, advierte.

Miguel Moreno, seminarista de Madrid... dispuesto a servir donde la Iglesia le envíe

Miguel Moreno, seminarista de Madrid... plantea preguntas serias sobre cómo aprovechar la vida, que es sólo una.

¿Tiene preferencias por dónde servir cuando sea sacerdote? Humanamente, dice, "uno siempre prefiere ir donde haya más gente, pero visto sobrenaturalmente la verdad es que me da igual porque donde quiera mandarme el obispo ahí estaré dispuesto a hablar del amor de Dios, que es lo que ha cambiado mi vida. Me da igual estar en Vallecas, que es donde estoy ahora, que estar en cualquier otro sitio”.

A los jóvenes, dice, “lanzaría la pregunta de a quién entregas tu vida. Solo tenemos una vida, una vida muy valiosa que ha valido toda la sangre de Cristo y no podemos hacer el tonto con ella. Animaría a todos los jóvenes a pensar qué quieren hacer con su vida, ponerse delante de Dios y ver qué quiere Dios que hagan ellos con su vida”.

P.J.G., ReL

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