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domingo, 4 de diciembre de 2022

Especialmente para los que NO suelen ir a Misa los Domingos: Para que vean lo que están perdiendo

Sólo para quien cree que son verdad las cosas que enseñamos.

A nadie le es lícito participar de la Eucaristía sino al que crea que son verdad las cosas que enseñamos, y se haya lavado en aquel baño que da el perdón de los pecados y la nueva vida, y lleve una vida tal como Cristo enseñó.

San Justino




Hacemos el mayor bien que jamás pueda hacerse.

Cuando participamos en la Santa Misa, hacemos el mayor bien que jamás pueda hacerse. Pues todo el bien que Jesús mismo hizo durante toda su vida, todos los infinitos beneficios que adquirió para bien de todos, todo, todo nos lo dona en la Santa Misa, y nosotros, recibiéndolo a Él mismo, que es recibir todo, tenemos en nuestras manos la posibilidad de donarlo todo como Él mismo lo hizo, donarlo todo a nuestro amadísimo Padre, a la humanidad entera, donar a Jesucristo mismo, su Santo Sacrificio, y esto con la misma fuerza con que Él mismo se donó a sí mismo, y haciendo así hacemos tanto bien cuanto él mismo ha hecho.

P. Pedro Rubio hdv

La Santa Misa es de todas las obras la más santa y divina.

Es preciso confesar, que la Santa Misa es de todas las obras la más santa y divina. Por su santidad es la más agradable a Dios, como ya hemos demostrado; es la más eficaz para contener el brazo del divino furor alzado contra los pecadores; es la más poderosa para humillar las fuerzas del averno; es la que proporciona mayor sufragio a las Almas del Purgatorio; es en una palabra la obra sobre la cual está cimentada la salud del mundo.

San Alfonso María de Ligorio
Doctor de la Iglesia
Selva de Materias predicables P. 2, 1

Las Misas Gregorianas.

Cuenta el gran Papa y Doctor de la Iglesia San Gregorio Magno (+604) que, siendo todavía abad de un monasterio, antes de ser Papa, había un monje llamado Justo, que ejercía con su permiso la medicina. Una vez, había aceptado sin su permiso una moneda de tres escudos de oro, faltando gravemente así al voto de pobreza. Después se arrepintió y tanto le dolió este pecado que se enfermó y murió al poco tiempo, pero en paz con Dios. Sin embargo, San Gregorio, para inculcar en sus religiosos un gran horror a este pecado, lo hizo sepultar fuera de las tapias del cementerio, en un basural, donde también echó la moneda de oro, haciendo repetir a los religiosos las palabras de San Pedro a Simón mago: "Que tu dinero perezca contigo ". A los pocos días, pensó que quizás había sido demasiado fuerte en su castigo y encargó al ecónomo mandar celebrar treinta misas seguidas, sin dejar ningún día, por el alma del difunto.

El ecónomo obedeció y el mismo día que terminaron de celebrar las treinta misas, se apareció Justo a otro monje, Copioso, diciéndole que subía al cielo, libre de las penas del purgatorio, por las treinta misas celebradas por él. Estas misas, se llaman ahora, en honor de San Gregorio Magno, misas gregorianas. Estas treinta misas seguidas, celebradas por los difuntos, todavía se acostumbra celebrarlas y, según revelaciones privadas, son muy agradables a Dios.

La sola oración no es suficiente.

"¡Perdóname querido amigo!, pero como me hallaba impedido de decir la Santa Misa por ti, recé y me sacrifiqué mucho con esta intención". "Esto no basta -le dijo su amigo-, tu oración no es bastante poderosa para sacarme de estos tormentos. Me hace falta la Sangre de Cristo, esa misma Sangre que se ofrece en la Misa. Si hubieras guardado tu promesa, ya hubiera salido yo de ésta prisión de fuego, y si todavía me quemo en ella es por tu culpa".

Beato Enrique Suso
Palabras de un amigo suyo que se encontraba en el Purgatorio

Apostolado de la Santa Misa Diaria

















 

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