Los comenta el sacerdote Tomás Trigo en «Los sentimientos de Cristo Jesús»
Nacida en 1874, un año después de Santa Teresa de Lisieux, Gabrielle Bossis dejó plasmado en "Él y yo" sus coloquios místicos con Jesús, desarrollados desde 1936 hasta su muerte en 1950.
Nacida en Nantes un año después de Santa Teres de Lisieux, en 1874, la mística Gabrielle Bossis está tomando un creciente protagonismo en los últimos años. También escritora y enfermera, el pasado noviembre de 2022 "se coló" entre los 101 relatos de la enfermería (Vinatea) que se presentaron en el Consejo General de Enfermería.
Sus coloquios místicos con el Señor, publicados bajo el título "Él y yo" son reeditados con frecuencia a lo largo de Europa, sus escritos son continuamente citados y expuestos en medios de comunicación y las meditaciones en torno a los mismos no dejan de funcionar como un poderoso recurso devocional.
La reciente publicación de Los sentimientos de Cristo Jesús (Palabra) por el sacerdote Tomás Trigo, es solo un ejemplo más de que Bossis no pierde su vigencia.
Junto a sus dos hermanas, Clémence y Marie, y un hermano, Auguste, Gabrielle recibió una profunda educación cristiana en una familia de fe arraigada.
Alegre, sociable, vivaz y profunda, Trigo destaca de ella un amor por la belleza y la naturaleza que se plasmó desde su adolescencia en largas caminatas campestres, paseos en bici o a caballo o la práctica de la pintura, escultura, danza o música.
Pero la joven no tardó en sufrir la pérdida y el dolor. Con unos 24 años, en 1898, falleció su padre, destino que corrió también su madre diez años después y, en 1912, su hermana Clémence, quedándose sola tras las bodas de sus hermanos restantes.
Diplomada en enfermería, también sirvió a los heridos y moribundos de la Primera Guerra Mundial. Sufrió la ocupación alemana en la siguiente conflagración mundial, falleciendo poco después debido a un tumor en 1950.
Como explica Trigo, Bossis supo llevar el sufrimiento en vida con paciencia y humildad, a lo que también contribuyó el hecho de que nunca estuvo sola. Al menos desde 1936, cuando Jesús comenzó a "hablarle en directo" durante años. La primera parte de El y yo, el tomo que recoge estos diálogos interiores, se publicó en 1949 y en octubre de 1950 vio la luz el segundo. La publicación completa de los mensajes finalizó en 1957, con la aparición del séptimo tomo.
A lo largo de Los sentimiento de Cristo Jesús, Tomás Trigo desarrolla doce reflexiones en torno a los diálogos interiores de Jesús y Gabrielle, muchos de los cuales pueden contribuir a mejorar la comprensión divina, la meditación y la oración:
1º "Sé siempre alegre"
El sacerdote se sirve de la transcripción del 18 de agosto de 1939 -"Sé siempre alegre. Con tu corazón ardiendo en el mío. Te amo hasta la Locura. ¿No te lo demuestra así la Locura de la Cruz?"- para invitar a creer en el "infinito amor" de Dios por cada uno de los hombres.
En sus conversaciones con Gabrielle, dice el sacerdote, Jesús se sirve de expresiones también presentes en multitud de santos en lo referente a esa "locura" del amor divino. "Si Dios nos ha demostrado tanto amor, merece que confiemos absolutamente en Él. ¿Cuál debe ser nuestra respuesta a la locura del Amor de Dios? La locura de entregarle nuestra vida. Y en cuanto al trato con personas que se han portado mal con nosotros y nos han hecho daño, viene bien considerar que si Dios me quiere con locura, también a ellas las quiere con locura. Entonces, ¿cómo debo tratarlas?".
2º "Apaga mi sed"
Otro de los mensajes dirigidos a Bossis fue el del 23 de junio de 1938, cuando le dijo: "Muero eternamente de sed por vuestra salvación. Apaga mi sed". Unas palabras que a lo largo de la historia "han movido a muchas personas a entregarse a Dios", y que le reitera a Gabrielle a lo largo de sus conversaciones.
"Pero, ¿cómo es posible que Dios tenga sed de nosotros, necesidad de nuestro amor?", se pregunta Trigo. La respuesta, dice, radica en que "el que ama necesita una respuesta de amor", y por eso "Jesús pide que le demos de beber, que apaguemos su sed. Podemos hacerlo con nuestra oración llena de sencillez y cariño, pensamientos, deseos de agradarlo, agradecer sus sufrimientos o compadecerlo por lo que padeció por nosotros en la Cruz. La oración se convierte así en el encuentro de la sed de Dios y la sed del hombre", agrega.
El autor y sacerdote, Tomás Trigo.
3º "Pon amor en tus palabras. Entonces me consolarán"
El del consuelo es uno de los llamados más destacados de Jesús a la mística, según se desprende de Los sentimientos de Cristo Jesús. Y es que, como detalla el sacerdote, los fieles "estamos convencidos de que necesitamos ser amados y consolados por Dios", pero "cuesta entender" que también Dios "necesite el consuelo". De hecho, aunque le dice a Gabrielle que ahora no puede sufrir, "sufrió tanto en el tiempo que todas las generaciones, hasta el fin del mundo, pueden consolarlo".
¿Cómo podemos hacerlo? El sacerdote explica que basta con pretenderlo "con todas las delicadezas que nuestro corazón enamorado sugiera. Si le ofrecemos por amor nuestro trabajo con la intención de consolarnos, ya lo estamos consolando. Lo consolamos en nuestro prójimo, cuando somos amables, cuando tomamos sobre nuestros hombros la carga de otros, cuando entrando en los grandes intereses del Cielo, nos preocupamos de la salvación de las almas".
4º "Lo que me hace sufrir es la indiferencia"
"Juan miraba constantemente al horizonte del despierto para ver si Yo llegaba. Tú haz lo mismo: deséame, llámame. Lo que me hace sufrir es la indiferencia". Con estas palabras dichas a Gabrielle el 25 de junio de 1937, el sacerdote pretende recordar que aunque el amor de Cristo por los hombres "es de Locura", a veces recibe en respuesta "el olvido y la pereza, la indiferencia y la frialdad. Respuestas que le duelen y causan heridas".
"El Señor nos ama tanto que, a pesar de nuestro pobre corazón, llama a nuestra puerta como un mendigo necesitado de amor. Y a pesar de todo, en muchas ocasiones, Jesús se encuentra con una mirada indiferente, a veces hostil. Algunos no abren la puerta porque temen que les complique la vida. Si abrimos la puerta y lo invitamos a entrar, sabremos qué significa ser felices de verdad, y Él, como dice a Gabrielle, se encarga de la fiesta", concluye.
J.M:C., ReL
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